El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito
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Con tales antecedentes y criticando la injerencia de la cúpula militar en el caso de la Junta Departamental de Montevideo, el primero de febrero de 1973 Vasconcellos emitió un explosivo mensaje. Fue grabado en su domicilio temprano en la tarde por el periodista Luis Michelini y reproducido durante quince minutos en el programa de alta audiencia de CX16 Radio Carve, Tomándole el Pulso a la República, que se emitía de 23:00 a 23:30 horas. Anunciaba que luego de un siglo “el país está entrando nuevamente a otro ‘periodo militarista’ ”. El exministro Legnani pese a documentar el desborde militar no había podido contenerlo y la situación se agravaba porque las ff. aa. en sus comunicados se atrevían a dejar malparado al presidente, mientras el nuevo ministro de Defensa Armando Malet (en otros tiempos amigo y correligionario batllista de Vasconcellos) las secundaba. Los mandos pretendían justificar su propia subversión afirmando que era respuesta a la corrupción, pero esta “existe también cuando se busca sustituir a los organismos normales de la administración por quienes no [tienen] facultades ni autoridad para ello […] también es ladrón quien roba las libertades a un pueblo”. Clamar por la corrupción para intervenir ilícitamente en política era parte de una maniobra de gradual desplazamiento de la administración civil hasta llegar a la ruptura constitucional. Los conspiradores no eran todas las ff. aa., sino “un grupo de hombres” en su interior; el dilema era: “o defendemos las instituciones contra quien sea […] o entregamos al país al caos, a la dictadura que luego lleva consigo todas las corrupciones, todas las arbitrariedades y todos los latrocinios”. Pedía que el sistema político entero se empeñara en la lucha y primaran
las instituciones, fiel reflejo de la voluntad popular, a través de sus gobernantes electos […] Los demás están de más [sic] […] Que nadie se haga ilusiones: [el coronel Lorenzo] Latorre llegó [en 1875] y nadie ha olvidado cómo se tuvo que ir; los ‘Latorritos’ que tratan de llegar —aunque lo hagan con la ayuda de cobardes y traidores— que no olviden la lección histórica.55
V. Pronunciamiento
El semanario derechista Azul y Blanco, vinculado al pensar de la Región Militar Número 1, con jurisdicción en los departamentos de Montevideo y Canelones, tituló con conocimiento de causa: “Latorritos para rato”;56 y Ahora publicó rumores: los militares ponderaban si los dichos del legislador constituían infraganti delito, habiendo hablado “al margen del debate parlamentario” y se disgustaban por “la vinculación de ciertos líderes quincistas [del grupo de Jorge Batlle] notoriamente allegados a Bordaberry con las declaraciones de Vasconcellos”. Malet trasmitió el “malestar” de los generales de tierra, contralmirantes de mar y brigadieres de aviación, exigiendo que Bordaberry contestara al senador. El presidente lo hizo públicamente el 2 de febrero, afirmando que
no será con mi consentimiento que el país se apartará de su tradición democrática […] entregar[é] el poder solo a quien determine la voluntad soberana del pueblo […] para el Presidente de la República no hay más camino que el de la legalidad […] [y] no hay respaldo más firme […] que la seguridad de que para ello cuenta y contará con el respaldo de las Fuerzas Armadas.
Vasconcellos se dio por satisfecho, pero exigió la renuncia de Malet, sin lo cual lo interpelaría en la cámara.57
El comandante en jefe de la Fuerza Aérea brigadier Pérez Caldas (exedecán militar de Luis Batlle) parecía disciplinarse, no así otros oficiales que consideraron la réplica muy blanda. Por intermedio de Malet pidieron una carta más enérgica, o que se les autorizara hacerla ellos mismos. Bordaberry, aconsejado por el ministro Benito Medero y su amigo Juan José Gari se negó. El martes 6 de mañana, el titular de Defensa se reunió con mandos militares que repitieron su demanda. En la tarde fue el último en llegar a la reunión del consejo de ministros, para retirarse luego de diez minutos trasladándose a la sede de su cartera, donde conferenció con los jefes del Ejército y la Fuerza Aérea. Posteriormente los veinticinco oficiales generales en actividad de las tres armas concurrieron a la residencia presidencial de la avenida Suárez, a una reunión de cuatro horas en que desbordando el caso de Vasconcellos habrían hecho “un replanteo general de todas las demandas […] contra la corrupción […] la crisis económica y la eliminación, en las esferas de gobierno de algunas personas con sospechosas vinculaciones”. (Intromisión en política que no dejaba de darle la razón a la denuncia del senador colorado.) César Martínez en nombre del Ejército insistía en una nueva misiva, sostenido por la Aviación, no así por los mandos de la Marina, quienes discrepantes y desde antes molestos por el choque fronterizo en el Río de la Plata, se retiraron y ordenaron acuartelar sus tropas. Oficiales de menor graduación corrían rumores a los periodistas, incluyendo una posible renuncia de Bordaberry. Alrededor de las 22:00 horas llegó a la residencia el vicepresidente Jorge Sapelli.58
Para Malet se trataba solo de “divergencias normales en las relaciones humanas”. Como se empecinara junto a sus subordinados, a primera hora del miércoles 7 Bordaberry lo hizo renunciar, colocando en su lugar al general retirado Antonio Francese, exministro de Defensa y del Interior que más había durado en el gabinete de Pacheco, signado por constantes cambios. Aceptó el ofrecimiento —que antes habría rechazado en más de una ocasión— con miras a restablecer la disciplina en las ff. aa., haciendo caso omiso a la advertencia del general Martínez, de que el Ejército ya no era el mismo del pasado. Los anónimos “observadores políticos” que con frecuencia citaba el diario Ahora, calificaron de hábil maniobra la designación: la Marina ya había roto la unidad de las ff. aa. y ahora se trataba de dividir al Ejército, aprovechando el ascendiente del anciano jerarca.59
A las tres de la madrugada los comandantes del Ejército y la Fuerza Aérea confirmaron que publicarían su respuesta a Vasconcellos. Bordaberry se mantuvo reunido toda la noche, mientras su chofer lo esperaba durmiendo en el coche oficial. A las 06:00 de la mañana se retiró a descansar y a las 08:00 estaba en pie. A las 09:30 se hallaba en Casa de Gobierno donde lo esperaba Francese para ser designado formalmente, en compañía del ministro del Interior Walter Ravenna, del secretario de la Presidencia Luis Barrios Tassano y del escribano de Gobierno, así como del coronel Mario Barbé Saravia, de la Casa Militar. Francese, que se declaraba “fiel cumplidor de la constitución”, temprano en la mañana aún sin ocupar el cargo había conferenciado en su domicilio con César Martínez, quien le adelantó su voluntad de pasar a retiro. Tras la investidura, a la pregunta de los reporteros de por qué aceptaba el mando respondió “por esta”, sujetando la casaquilla de su uniforme militar y “Tienen que estar”, respecto a si los comandantes en jefe asistirían a la ceremonia en el Ministerio de Defensa. Una vez allí, mientras estos se alineaban a su izquierda en posición de firmes, tomó posesión del cargo a las 10:15 en sala colmada de público, declarando que independientemente de posiciones encontradas la responsabilidad por la gestión castrense era del ministro. Luego se reunió menos de media hora con los titulares de las tres armas. Martínez y Pérez Caldas lucían caras largas, no así Zorrilla.60
La carta de la discordia firmada por los comandantes en jefe de tierra y aire (Martínez y Pérez Caldas) salió a luz temprano en la tarde, pero con fecha del día anterior, martes 6, invocando la autorización de Malet que entonces todavía era ministro. Corrió la versión de que en la reunión con Francese se habría transado que se publicaría el documento así antedatado. El nuevo ministro dijo desconocerlo y que no lo había autorizado, aunque lo estudiaría con calma. No contradecía lo trascendido, pues la autorización no era suya sino de Malet y para tolerar la publicación no necesitaba haberla leído, y aun era recomendable que no lo hubiera hecho. Por toda respuesta se proponía relevar a los firmantes.
El mensaje acusaba a Vasconcellos de ser parte de “una conjura de grupos partidarios”, con la intención de desprestigiar a las ff. aa. y sustituir al ministro Malet. En repudio declaraba que las Fuerzas Armadas “no son ni serán el brazo armado de grupos económicos y/o políticos” que buscaran desviarlas “del camino que ellas deben recorrer”, consistente en “brindar seguridad al desarrollo nacional” de acuerdo con el decreto 566/971 de septiembre de 1971, dictado