El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito

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El golpe de Estado más largo - Gonzalo Varela Petito

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los objetivos y metas propios de “una nueva mentalidad que fuera avalada por el señor presidente en múltiples ocasiones” y que significaba que las Fuerzas Armadas a partir “de su especial participación en el quehacer nacional […] en el último año […] han valorado la gravedad de la situación la [sic] que exige una reacción firme, con la participación honesta de todos los sectores del pueblo uruguayo”,146 sin lo cual, “irremediablemente se llegará al caos total”.

      El artículo 5o. fijaba los objetivos en 19 puntos, de la “a” a la “p” (no había “ñ”) consistentes en: a) incentivar las exportaciones; b) reorganizar el servicio exterior; c) “eliminar la deuda externa opresiva”, limitando “gastos de carácter superfluo” y concertando créditos solo para inversiones que aseguraran reembolso; d) erradicar el desempleo; e) atacar los ilícitos económicos y la corrupción que afectaban la seguridad interna, dando participación decisiva a los comandos militares; f) reorganizar la administración pública y el sistema impositivo; g) redistribuir la tierra con fines productivos mediante mecanismos impositivos y técnicos “y una tenencia más racional, de manera de asegurar el acceso a la propiedad a quien la trabaje”; h) crear fuentes de trabajo y desarrollar la industria; i) extirpar todas las formas de subversión; j) “designar en los entes autónomos y servicios descentralizados a los hombres más capaces”; k) dar participación a las ff. aa. “en todo organismo o actividad […] concernientes a la seguridad y soberanía nacional” (lo que dada la definición muy laxa de seguridad nacional les autorizaba un rango de intervención ilimitada); l) fomentar la productividad, el ahorro y junto “al aumento del ingreso nacional […] un aumento en la participación [del ingreso] de los grupos menos favorecidos, tanto en términos absolutos como relativos”; m) combatir los monopolios posibilitando “la mayor dispersión de la propiedad y un mayor control público de los medios de producción” y estimulando “la participación de los [obreros] en la dirección de las empresas, tanto en el sector público como en el privado”; n) política crediticia que diera “preferencia a los medianos y pequeños empresarios y a las cooperativas de producción”; o) perfeccionamiento y justicia del sistema tributario; p) control de la inflación.

      El artículo 6o. proponía implementar lo anterior con base en “una política de acción conjunta de las Fuerzas Armadas […] manteniendo permanentemente total cohesión de las ff. aa.”, vigilando la conducción nacional,

      gravitando en las decisiones que afectan el desarrollo y la seguridad, mediante el mantenimiento de un estrecho contacto con el Poder Ejecutivo, y la presentación […] de la posición que las Fuerzas Armadas adopten en cada caso […] Manteniendo a las ff. aa. al margen de los problemas sindicales y estudiantiles salvo que lleguen por su intensidad a poner en peligro la seguridad, [consolidando] los ideales democrático-republicanos […] como forma de evitar la infiltración y captación de adeptos a las doctrinas y filosofías marxistas-leninistas, incompatibles con nuestro tradicional estilo de vida.

      El artículo 7o. concluía que en correspondencia, quien ocupara la cartera de Defensa debería ajustarse a esta directivas en el entendido de “que las Fuerzas Armadas no constituyen una simple fuerza de represión o vigilancia, sino que […] deben intervenir en la problemática nacional, dentro de la ley […] a fin de poder iniciar la reorganización moral y material del país”. Era un leitmotiv de injerencia presente desde el artículo 2o. en adelante.

      A suerte de complemento, el Comunicado No. 7 del 10 de febrero aclaraba que el No. 4 del día anterior había respondido a “meditados estudios y análisis pormenorizados” que sin embargo requerían “precisiones”: 1) los diecinueve objetivos allí expuestos suponían problemas más amplios y diversificados y una necesaria priorización de acuerdo a urgencias; 2) por tanto el Comunicado No. 4 era “insuficiente, por lo parcial, e inadecuado, por lo limitado de los objetivos allí establecidos” (practicamente una derogación, como la historia confirmaría, pero los que aplaudían no se dieron cuenta); 3) algunos objetivos eran tan básicos y permanentes que no se había creído provisoriamente necesario introducirlos; 4) tal era el caso por ejemplo, de la soberanía y la seguridad del Estado, y 5) tampoco se ignoraban “problemas esenciales de la actual coyuntura nacional” como el desarrollo energético, el desarrollo de las vías de comunicación y de transporte, la adecuación de la enseñanza al desarrollo, la política de precios y salarios, la asistencia médica de calidad para todos, la descentralización al interior del país de empresas y servicios, y también “que las ff. aa. ni se adhieren ni ajustan […] a ninguna filosofía política partidaria”, sino que se basaban en principios de los forjadores de la nacionalidad, para “crear y consolidar […] la ‘mística de la orientalidad’ ”, consistente en patriotismo, austeridad, desinterés, generosidad, honradez, abnegación y carácter.147

      El excomandante en jefe César Martínez se abstuvo de comentar ambos mensajes, diciendo solamente que sus autores eran bien conocidos. La redacción se ha atribuido entre otros al jefe de la inteligencia militar Ramón Trabal y al oficial de aeronáutica Jorge Martínez Levaggi, ambos vinculados a Gregorio Álvarez, quien valiéndose de su puesto en el Estado Mayor Conjunto tendía hilos en las distintas fuerzas. Sin embargo, la ambición de este último era subir peldaños en pos de la silla presidencial antes que profesar ningún plan, por lo que más de un progresista dentro o fuera de las ff. aa. se sentiría defraudado al verlo arreglarse con Bordaberry. Su entonces asociado y al mismo tiempo rival, Esteban Cristi, también habría supervisado los comunicados, específicamente el número 7 y quizás lo mismo hizo el general Eduardo Zubía, otro de los líderes castrenses. Juan Pablo Terra dirá en posdictadura que participaron en la elaboración al menos cuatro coroneles de los cuales uno, Trabal (que mantenía buenas relaciones con la izquierda) podría ser “peruanista” y otros dos “eran prácticamente nazis”. Declaración desconcertante teniendo en cuenta la simpatía por los comunicados en la prensa democristiana de entonces. Ferreira comentaría risueño que el comunicado 4 se había olvidado de incluir nada menos que la soberanía, lo que se corrigió en el No. 7 porque esa crítica por él formulada le llegó a los militares por boca de su amigo, el político Alembert Vaz. Pero Félix Díaz, entonces secretario de organización de la cnt, reivindicaría que fue la dirección gremial quien hizo señalamientos en una entrevista con los mandos en febrero, relativos a vacíos en temas de soberanía y energéticos, así como a cuestiones ideológicas, libertades públicas y reglamentación sindical.148

      El agregado de soberanía en el comunicado 7 ha tenido así más de un reclamo de paternidad. Lo que al parecer nadie tomó en cuenta es que la seguridad y la soberanía sí estaban mencionadas, aunque de pasada (como tantos otros temas a lo largo del documento) en el artículo 5o. inciso k del comunicado No. 4, lo que hace pensar que la admisión de su presunta ausencia se debió a que los autores no tenían clara su obra o a que otras manos no menos distraídas intervinieron en el No. 7.

      Junto con la densa y permanente intervención castrense que prometía, algunos ítems del comunicado 4 podían suscitar la alarma conservadora, la ansiedad empresarial, el disgusto de los partidos tradicionales y el entusiasmo de la izquierda. El inciso e sobre ilícitos económicos y el o que ponía la mira en los evasores de impuestos, podían significar licencia para que continuaran las operaciones castrenses descentralizadas contra negocios sospechosos, sin que los detenidos se libraran de recibir un trato eventualmente parecido al de los sediciosos. El inciso i podía alcanzar, de acuerdo con declaraciones anteriores que ensanchaban el concepto de subversión, tanto a políticos como a empresarios. Otros como el g, l, m o n, comprendían entremezclados objetivos de justicia social, pero —para quien quisiera leerlo— el artículo 6o. amenazaba a la izquierda. El coronel Trabal le habría dicho a sus interlocutores comunistas que no hicieran caso de esto, mientras que Bolentini precisó: “El programa de las Fuerzas Armadas no es socialista, como se ha dicho por ahí. Es rigurosamente uruguayo”. En 1978, ya occiso Trabal, las Fuerzas Armadas contabilizarían como parte de sus logros en aplicación de los comunicados de febrero, la “Disolución del pcu”.149

      En otros aspectos estos mensajes eran de tal generalidad que no mentían los reeleccionistas, los quincistas ni Bordaberry

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