El Acontecer. Metafísica. Antonio Gallo Armosino S J
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3 Estructuras vivientes vegetales, elementos sensibles; no particulares, genéricos: «seres biológicos».
4 Organizaciones estructuradas, minerales, cristales, materiales; entes no individuales, no vivientes: «seres diferenciados».
5 Organizaciones subatómicas indeterminadas; entidades sin existencia definida, tendiente a «cero ser».
Un análisis atento de las diversas unidades de ser diferenciadas (entes, cosas, fenómenos, hechos) descubre que la diferencia no se limita al color, la forma, el peso, el lugar, el tiempo, la estructura, sino que alcanza «cualidades esenciales»: este niño emotivo, pensante, hablante, lógico. Este niño es un ente de altas prestaciones, inconfundible: no árbol, no animal, sino humano, persona, individuo, completo, consciente (¡un ser único!). Como ejemplo, es fácilmente multiplicable hasta el infinito, forma serie sin perder su unicidad. La secuencia de seres únicos, reales y existentes, conduce al investigador hacia la «pluralidad ontológica existente». En los niveles donde dejan de ser únicos, serían múltiples, particulares, hasta el más bajo, el pretendido «indeterminado» de la simple materia, que según se ha visto: como pura materia, es inexistente.
La multiplicidad óntica existente asume la materialidad en la pluralidad y la hace existir en plural. Una «nada material» única, no existe; pero una «nada estructurada», por la «diferencia», ya es plural. El ser materia, pura energía, no físico, no ser, no es real, porque no existe, no posee cualidades (ni una), solo existe en composición, en un ente real. Es real de la realidad de un ente físico plural, cosa. Entonces, la virtualidad del ser no es un producto de la unidad, sino de la multiplicidad, y en concreto, de una «diferencia». La diferencia le da al ser, el existir y la pluralidad al mismo tiempo. Si a este ser material se le eliminan las últimas diferencias, se vuelve un vacío sin nada = un no ser, inexistente, irreal. Unidad sin ser es puro concepto metafísico (no físico). La idea de una «del ser» nace de la nada, en el vacío, lo cual no deja de ser contradictorio (un ser que no es sí mismo).
En resumen:
El fenómeno es la diferencia existente del ente (cosa).
El ente (limitado plural) existe por la diferencia del fenómeno.
El ente «existe» por su ser particular.
El ser determina el existir particular del ente, plural, multívoco.
El ser del ente es a posteriori por la diferencia.
La esencia es la especificación del ser de un ente.
El concepto de un ente es síntesis a priori. La síntesis es intencionalidad.
El conocimiento de un ser es a posteriori.
La perfecta unidad y unicidad del ser solo se lograría con el vacío total de su contenido (vacío de diferencia).
No se puede pretender que un ser físico se convierta en un ser metafísico, por la eliminación de la «diferencia». Al vaciarlo de «diferencia», se convertiría en puro concepto, único, pero categorial.
Ante esta realidad de reflejo, la conciencia del fenomenólogo, si es racional, no puede aceptar la contradicción. Deberá abandonar la suposición de una unidad del ser o verlo solo como una idea. La idea sola no implica el existir (a menos que quiera entregar esta idea a la mente de un ser absoluto, una mente absoluta, alejada de nuestro existir experimental; en este caso, la mente de Dios). Al contrario, el nivel de diferencia crece en la multiplicidad existente. Las experiencias ideales, múltiples, existentes idealmente, se extienden de manera positiva en su esfera superior limitada; y tienden hacia un sistema de pluralidades ideales, definido, pero superior, y más allá de una comprensión que agote su posibilidad.
3. Tercera Parte. Ontología individualizada
Concentremos la atención en el segundo ejemplo indicado: la experiencia de un niño. El niño no es el pájaro de la ventana, su experiencia no es la de una entidad volátil, pero aparece en la misma experiencia, más allá de la ventana en el patio. El niño juega, se expresa con el lenguaje, lanza gritos y signos de entusiasmo o de decepción, llama a otros niños, organiza un círculo, hace preguntas (por supuesto no sé qué es un niño, solo veo la diferencia). El análisis de esta experiencia me cuestiona acerca del ente, que es un niño, y de los demás entes: el patio donde juega, el cerco de arbustos verdes, la pelota del juego, el discurso de los compañeros. En este horizonte se mueve la experiencia del niño. Es dinámico, organizado, quiere ganar, pone las reglas, invita a los demás niños. La pluralidad del niño demuestra su diferencia en un doble plano:
1 Plano físico. En esto es análogo al pájaro; tiene figura diferente, estilo, movimiento, acciones; no es pájaro, es diferente, existe como diferente, es un ente nuevo, diferente: está en la pluralidad ontológica de las diferencias = existe.
2 Plano intelectual. Se contrapone a la vida del pájaro. Es pesado, posee fuerzas, expresa sentimientos, utiliza el lenguaje, hace gestos simbólicos, se organiza, mide el lugar, se ubica.
No es solo un ente más en la pluralidad óntica, sino que añade una dimensión desconocida: comunica sus ideas, sus planes, sus intenciones, porque es un ente espiritual con características bien comprobadas y diferenciadas, que lo convierte en una singularidad única, pero no unitaria. Por su existencia, entra a la serie de entes existentes múltiples. Con los niños se suman adultos, hombres y mujeres sin número, actuales y posibles. Se llena el espacio y el tiempo, se trazan un recorrido y una historia, la actividad y la creatividad de los entes múltiples racionales, singulares e irrepetibles, en sus diferencias enlazadas por caracteres, análogas, pero nunca idénticas; ilimitadas, pero no infinitas; atadas físicamente pero, a la vez, opuestas en su existencia; en proceso, pero nunca terminales.
Con ellos se produce y se afirma la ontología fenomenológica: nunca total, pero siempre existente... un universo múltiple de seres diferenciados e intercomunicados, pero sin perder su identidad, lo cual genera una ontología individual, participativa, libre y sistemática, abierta sin agotarse, no dual ni repetitiva, sino plural; renovadora de sus propias existencias, negada al eterno retorno de lo mismo y expuesta a los desafíos; ontología de seres existentes, incompleta y fragmentaria, espectacular, rica, poderosa, pintada y musical. En esta ontología no es el nido el que forma el pájaro, sino el pájaro quien construye su nido; no es el juego el que inventa al niño, sino es el niño que inventa el juego; no es la lluvia la que hace crecer los árboles, sino los árboles que absorben la lluvia para florecer; no es la raíz la que hace colorear la rosa, sino la rosa la que saca perfume de su raíz; no es el sol el que hace verdear el prado, sino el tierno césped el que transforma la luz en sí mismo. El orden ontológico de la jerarquía de lo existente crea las diferencias que dan ser al ente. El camino de entrada sigue un orden:
Figura 20
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La palabra «diferencia», puesta aquí al comienzo del proceso, necesita una aclaración. Se toma la diferencia, no como algo negativo, sino como lo más positivo, inmediato e impactante que nos pueda dar la intuición inmediata. Veo esta mesa y la oposición entre su presencia, y las demás cosas con las cuales puede relacionarse. La mesa es diferente: no porque no sea silla ni pared ni piso ni techo. Puedo medir las distancias entre la mesa y estas cosas que he nombrado, pero esto no me da la diferencia de la mesa,