El Acontecer. Metafísica. Antonio Gallo Armosino S J

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J страница 33

El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J monografías

Скачать книгу

target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_14020ac9-12a0-5f4b-a26f-5d9b91a05c9a">17. 5 Véase Thus spoke Zarathustra (1983, p. 33).

      18. 6 Véase La esencia del nihilismo (1991, p. 84).

      CAPÍTULO 3

U N NUEVO CAMINO AL SER

      CAPÍTULO 3

      UN NUEVO CAMINO AL SER

      1. La experiencia de la escala de los seres

      1.1 La pregunta sobre el ser pertenece a la esfera ideal

      Es general y abstracta; mientras, el ser real es individualizado y concreto: está en el mundo de la naturaleza. Al preguntar sobre un ser particular de la naturaleza, me sitúo en un vacío que debe ser llenado y delimitado. La fenomenología, desde la intuición inmediata, puede averiguar acerca del contexto donde se sitúa mi pregunta. La pregunta no cae sobre el ser particular, que no veo, sino sobre una constelación de seres.

      Al preguntarme: «¿qué hora es?», o bien, «¿dónde estoy?», Merleau-Ponty en Lo visible y lo invisible (1968) dice: «Lo visible y lo invisible, que estoy entre una serie de objetos que existen en el tiempo y en el espacio. Solo me falta determinar en qué punto de este espacio o de este tiempo nos encontramos» (p. 35). La pregunta significa una ausencia, algo que deberíamos saber y no sabemos, como un agujero dentro de un tejido, el contexto en el cual se mueve la experiencia. La fenomenología no toma este contexto como un dato, sino que «se vuelve hacia él, para indagar el origen y el sentido de las preguntas y respuestas».

      La pregunta: ¿qué hora es? se refiere al conjunto de tiempo, en el cual se sitúa mi pregunta: un momento del tiempo que corre en la era cristiana (en el siglo, el año, el mes, el día).

Figura 23 Figura 23

      El ser por el cual pregunto está en la mente como idea, como universal, pero se refiere a su fundamento experimental, y allí solo se encuentra como particular, concreto y poco definido. Sin embargo, no se puede afirmar la realidad de un ser si no se reporta al origen individual y concreto. No se trata de una aporía, sino de una polaridad que enlaza el ser ideal con el ser real, en su evidente oposición. Digo: «¡Este es un libro!» (dos términos: uno, ideal y general; otro, particular y experimental). No puede hablarse de un ser general, sin referirse a una constelación de seres.

      Se empieza, entonces, con creer en «algo» de lo que se pregunta para saber qué es realmente. La pregunta nace al decidir sobre la experiencia. Esto es lo primero: este espacio, este tiempo, este movimiento, este mundo que creemos ver o sentir; todo lo que la filosofía del siglo XVIII ha tratado de eliminar y que el positivismo lógico omite. Estas creencias primitivas e indefinidas han sido destruidas:

      La destrucción de las creencias, el asesinato simbólico de los demás, la interrupción de la visión y la suspensión de lo visible, el pensamiento y del ser no nos instalan en lo negativo, como se pretende. Una vez retirado todo esto, nos instalamos en lo que queda: sensaciones, opiniones, y no se puede decir que lo que queda sea nada, ni que sea distinto de lo que hemos suprimido (loc. cit., p. 136).

      Es precisamente esta negación radical la que nos obliga a instalarnos en esta situación originaria para conocer la variedad de seres, que resisten a toda eliminación.

      De hecho, la pregunta intenta ponerse al abrigo de todo ser. Entonces quedan solamente ciertos seres como sensaciones, representaciones, pensamientos, conciencia. Sin embargo, estos mismos, si se extrema el radicalismo, conducen a enfocar lo que rige estas diferentes ramas, como el eje central de una rosa de vientos, su conexión con el ser. Un horizonte no eliminable, una iniciación previa, al cual hay que volver para ver el mundo y el ser, aunque se pongan entre comillas, como se hace con lo que dicen los demás y dejar que este hable. No podemos pensar en un ser como si fuera un individuo compacto, sino solamente verlo como un reflejo que se da en nuestros pensamientos: «Ya que son pensamientos de algo, y en sí mismos son algo también, un ser por lo tanto que es sentido, y sentido de sentido» (ibid., p. 137).

      1.2 Este es el primer grado de la escala de los seres

      Lo que no se puede eliminar de la creencia inmediata de lo que es. La esencia de lo que se da en las dimensiones del mundo y en la presencia de los otros. Cuando encuentro el mundo actual, tal cual es bajo mis manos ante mis ojos o junto al cuerpo, lo que encuentro es mucho más que un objeto: un ser del que hace parte mi visión, una visibilidad más antigua que mis operaciones o mis actos: «Lo visible que yo veo, aunque no sea el Himeto o los plátanos de Delfos, y de la fuente Castalia, es numéricamente el mismo que veían y de que hablaban, Platón y Aristóteles» (ibid., p. 156).

      1.3 La experiencia es acto

      O si se quiere, es una «secuencia de actos» en la que siempre, junto al ser, se descubre un yo y otro… La escala de seres viene a establecerse como escala de los actos en los que los seres particulares se efectúan y se sustantivan. Los atributos que determinan o especifican los actos individuales, indican la realidad activa de tales seres. Las propiedades más elementales subsisten en los sujetos existentes, porque como se ha visto, el ser no subsiste más que en los entes singulares. La realidad activa de los seres individuales que se dan en la experiencia es también la que establece la jerarquía de los actos. Cada acto se da con su propia potencialidad, la cual da la medida de la sustancia presente y su relación con los demás actos y potencialidades.

      Esta apertura de un ente a otros es precisamente la mediación que fija la escala de los diferentes seres existentes. La idea de mundo no es más que un concepto que refleja esta comunicación de los seres particulares en el horizonte de la experiencia. Por lo tanto, es necesario analizar las propiedades de los seres individuales para ganar la perspectiva global de la realidad de los seres en el mundo. La actividad del ser en el ente es la fuente primaria y original. Él nos descubre las propiedades que manifiestan su real potencialidad de existir. El acto del ente es su primer «en sí» que descubrimos únicamente a través de sus potencialidades expresadas en sus propiedades particulares. Podemos esquematizar nuestro camino:

Figura 24 Figura24

      1.4 La apertura y participación de un ser con otros

      La apertura del ser es infinita no en el sentido de un absoluto, sino de una potencialidad no delimitada ni por nuestro conocimiento ni por los seres particulares individualizados en la realidad presente. Es algo que seguirá dándose a nuestra exploración de un ente a otro, en tanto nuestro conocimiento se aplique al descubrimiento del mundo, con un poder tan grande como es la potencialidad de comunicación entre los seres.

      No hay que olvidar que en la experiencia no se ofrecen los entes con sus particulares propiedades como separados unos de otros, sino únicamente como variantes mentales que fundamentan nuestra capacidad intuitiva de definir las diversas individualidades sustantivas. Las ideas de esencia y de sustancia no son más que conceptos fundados en las diferencias de las unidades de los seres experimentales; tales diferencias y particularidades son las que originan y justifican nuestra conceptualización,

Скачать книгу