Discriminación y privilegios en la migración calificada. Camelia Tigau

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Discriminación y privilegios en la migración calificada - Camelia Tigau

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pueden sobrevivir con una falla del 85 por ciento en sus zapatos, y tampoco los abogados pueden escaparse con este tipo de mala publicidad, y tampoco los hombres de negocios pueden hacerlo. Creo que debemos reflexionar sobre si el trabajo educativo puede seguir produciendo esta tasa de fracaso. No podemos seguir teniendo este tipo de vaca sagrada4 en nuestra sociedad, porque nos está costando demasiado. De alguna manera me hace llorar que un sistema como el nuestro aún exista, que un sociedad tan progresista como la nuestra, que pudo enviar un hombre a la luna y construir fuertes en medio del océano aún produzca salones de clase especiales para la gente que nace con una lengua diferente, y que podría llegar a ser bilingüe, mientras que la mayoría de los profesores y el personal son monolingües sin esperanza y están atorados en un lingüísmo desconocido.

      Me pregunto de quién es la inadaptación. Del tipo que será capaz de hablar dos idiomas o de la persona que sólo hablará uno. [...] En el resto del mundo es un atributo cultural ser multilingüe, pero en Estados Unidos de América, especialmente en Texas, es ciertamente inútil y uno hasta es castigado por el privilegio de ser capaz de hablar dos idiomas diferentes. [...] La pregunta clave entonces es si vamos a vivir en una sociedad multicultural y pluralista o vamos a seguir con nuestro melting pot, en el cual, por cierto, los indios no encajan, los orientales no encajan, los negros no encajan y, ciertamente, los chicanos nunca han encajado. Y lo más triste, nosotros tampoco nos adaptamos.

      La idea es que yo soy bicultural y bilingüe y quiero seguir siéndolo. Me gusta ir a partidos de futbol y puedo entender todo el proceso, pero cuando voy al viejo país, que nunca fue mío sino de mis padres, puedo hacer todo eso en español. Y me da pena por aquellos de ustedes que no pueden hacer lo mismo en el idioma de sus ancestros (Ben Canales, declaración en HISD, 1974a: 10-11).

      Otro reporte del mismo año (HISD, 1974b) retoma una carta escrita por Billy Reagan, superintendente general del Distrito Escolar Independiente de Houston, hacia el Dr. M. L. Borckette, encargado de la oficina de Educación. Reagan responde a los problemas planteados en la reunión de julio de 1974, y afirma que se intentarían establecer cursos para capacitar a personal bilingüe y, de esta forma, atender las necesidades de los alumnos mexicoamericanos. También se enfrentarían los problemas de infraestructura planteados, como el desvío de recursos y la mejora de las instalaciones, con documentación probatoria. En cuanto a los alumnos que abandonan sus estudios, establecie­ron una escuela vespertina para reintegrarlos al sistema educativo, por todo lo cual afirma: “Intentamos ofrecer a los estudiantes oportunidades educativas relevantes y crear una imagen más positiva de la educación. De hecho, estamos procurando eliminar las palabras drop out (expulsado/desertor). Estos estudiantes serán llamados ahora bona fide exitors (los que abandonan de buena fe), es decir, que salieron de la escuela por motivos justificados” (Reagan, citado en HISD, 1974b: 6). La declaración de Reagan muestra la apertura hacia los reclamos en favor de la acción afirmativa, así como la efectividad de las presiones de los profesores que participaron en este tipo de reuniones, por lo menos en el nivel discursivo.

      El periodo que sigue está marcado por victorias en cuanto a la educación bilingüe en los niveles preuniversitarios, pero también por pasos hacia atrás en cuanto a la educación universitaria. Por un lado, la comunidad mexicana comienza a ganar más reconocimiento y derechos y se empiezan a ver los resultados de su lucha militante de casi sesenta años. Por el otro, en los años noventa se volvió a cuestionar la acción afirmativa y hasta se suspendió en Texas, lo que afectaría directamente a la minoría de origen mexicano en el estado.

      En primer lugar, recordaremos los esfuerzos de profesionalización de los jóvenes mexicanos y el surgimiento de la organización Abogados Mexicoamericanos del Área Capitalina (Capital Area Mexican-American Lawyers, CAMAL), fundada en 1978. La presidenta, Beatriz de la Garza, reconstruye los esfuerzos iniciales de esta organización creada por abogados mexicoamericanos jóvenes para fomentar el profesionalismo:

      Buscamos mantenernos en contacto entre nosotros mismos; también estar al tanto de la forma de pensar de la comunidad mexicoamericana; organizar conferencias de jueces u otras autoridades jurídicas, para poder seguir aprendiendo; seguir nuestra educación legal; ayudarnos mutuamente entre los miembros; ser portavoces de las necesidades de la comunidad mexicoamericana, y de nuestras opiniones como abogados mexicoamericanos.

      En el momento de la fundación de CAMAL había cincuenta abogados mexicoamericanos en Austin, que representaban el 3 por ciento del total de abogados en aquella ciudad. Los casos que estos abogados llevaban eran de defensa de derechos individuales en conflictos como pago de pólizas, arrestos o divorcios, en una comunidad de mexicoamericanos también pequeña y de clase media baja, que en realidad no tenía recursos para pagar un abogado. Cuenta De la Garza: “Nosotros representamos por lo general al individuo de recursos modestos” (1979).

      Al igual que sus clientes, los abogados mexicoamericanos tampoco formaban parte de los grandes bufetes de Texas, sino que trabajaban en pequeños despachos, como dueños o empleados. Agrega De la Garza: “La profesión de las leyes es bastante conservadora en primer lugar; por lo tanto es más renuen­te al cambio, pero por otra parte refleja la composición de la población. La comunidad mexicoamericana no es una comunidad que produzca muchos inversionistas o empresarios [...]; se considera que hay demasiada diferencia entre el mexicoamericano y el resto de la comunidad mayoritaria” (1979). Esta diferenciación entre el abogado mexicoamericano y el resto nos indica la pro­fe­­sionalización creciente de la comunidad de origen mexicano en la región.

      En esta pequeña asociación, CAMAL, al igual que en el contexto más amplio de la profesión en el estado de Texas en aquellos años, las mujeres eran escasas: representaban sólo el 10 por ciento de los miembros. Explica De la Garza: “Por lo general, ha habido cierta resistencia a permitir que las mujeres estudien leyes y esto creo que se agrava con un grupo minoritario. Se lleva la desventaja de pertenecer a un grupo étnico, a una minoría y, además de eso, también la desventaja de ser mujer. Dos obstáculos. Aunque en los últimos años se ha progresado en esto, no se ha llegado a una situación de igualdad” (1979).

      De hecho, De la Garza (1979) (Anexo 1) describe la discriminación hacia la mujer abogada, aun cuando reconoce que es difícil de comprobar: “Por ejem­­plo, si dos personas aspiran a un trabajo y tienen una preparación más o menos igual, creo que generalmente se le va a dar preferencia al hombre. Hoy día una mujer con una preparación superior a un hombre creo que tiene me­jores oportunidades, aunque también pienso que si ponemos a los dos candidatos en términos iguales, el hombre lleva la preferencia”. Sin embargo, reconoce que el hecho de que una mujer sea la presidenta de la asociación ya es ganancia.

      Un segundo punto importante de este periodo (1980-2000) es toda la discusión que tuvo lugar en torno a la acción afirmativa, sobre todo en cuanto a la educación universitaria. La historia de la Universidad de Texas, como las de muchas otras en Estados Unidos, muestra claramente la exclusión de los es­­­tudiantes negros y latinos hasta 1950. En un estudio sobre los efectos de la suspensión de la acción afirmativa en Texas, Domina (2007) expone como los estudiantes hispanos y negros se concentran desproporcionadamente en las escuelas secundarias de bajos recursos, lo que requiere de programas sóli­dos de ayuda financiera para garantizar que los solicitantes exitosos realmen­te se inscriban a y se gradúen

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