Sobre delitos y penas: comentarios penales y criminológicos. Gabriel Ignacio Anitua
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El antropólogo Kiko Goifman, de Sao Paulo, utiliza datos de un estudio etnográfico realizado en video para señalar, en “Killing time in the Brazilian slammer”, la experiencia subjetiva de la utilización del tiempo, en especial el llamado “libre”, en tres prisiones brasileras.
La contribución “Psychopathy and the face of control in supermax”, de Lorna Rhodes, muestra como actúa sobre los presos el control de máxima seguridad basado en el aislamiento. Y además disecciona el uso lingüístico y psicológico de categorías como “psicópata” que contribuyen a profundizar esos efectos, a la vez que dota de legitimidad moral y científica a ese tipo de práctica penal.
Megan L. Comfort de la London School of Economics and Political Science, es autora de “Papa’s house. The prison as domestic and social satellite”. El trabajo forma parte de su más amplia investigación de tesis doctoral sobre el impacto del encierro en la persona de los familiares del encarcelado. En este caso, se basa en 50 entrevistas realizadas a esposas o novias de presos en la cárcel de San Quintín, de California. Las relacionen entre la lógica institucional y los procesos culturales y emocionales dentro de la familia son muy complejas y el análisis de las salas de visita permite a la autora verificar transformaciones de una sobre los otros y viceversa.
El trabajo comparativo (entre San Francisco y St. Louis) de Teresa Gowan, “The nexus. Homelessness and incarceration in two American cities”, sirve para probar la hipótesis defendida por Wacquant sobre la relación entre pobreza y encarcelamiento. En efecto, mediante un estudio en la calle y entrevistas a personas “sin techo” se verifica la mayor debilidad de este grupo de personas para ser criminalizados. Asimismo, mediante conversaciones con presos, se verifica otra vez la dificultad para reiniciar su vida de aquellos que no cuentan con apoyo familiar externo. Ser un “sin techo” pasa a ser un sinónimo de “ex convicto” en las más de las veces. De esta forma, el círculo formado por el encarcelamiento, la vida en la calle y el reencarcelamiento parece no dejar posibilidades a determinados hombres de clases bajas (y ello se amplifica con la cuestión racial). De todas formas, las dos ciudades presentan diferencias culturales y políticas en el proceso de quedarse sin hogar y luego ser derivados fácilmente al control penal: en la próspera ciudad de San Francisco los ex convictos-sin hogar-futuros presos son más ajenos, mientras en la más pobre St. Louis este mismo sector ha nacido y crecido en dicha ciudad, por lo cual el ciclo se presenta en forma más lacerante para los pobladores (aunque la segregación racial es mayor aquí).
El profesor francés Philippe Combessie, en “Making the carceral boundary. Penal stigma in the long shadow of the prison”, analiza el perímetro sensible que rodea y aísla a las prisiones francesas. El proceso de relegación del espacio carcelario (y de sus moradores) es analizado primero desde el punto de vista geográfico y edilicio. Da cuenta aquí también de la progresiva expulsión de las cárceles francesas del centro de las ciudades hacia lugares devaluados económica y simbólicamente. Luego verifica como la prisión exporta sus estereotipos y personajes a las zonas aledañas y en las que interactúan guardas, familiares y los diversos sectores de servicios dependientes de la prisión. Ello dificultará aún más la reinserción de los penados en el ambiente más cercano. La división entre el nosotros y el los otros, es mucho mayor por las marcas dejadas por la prisión (el preso = enemigo) que por otras construcciones sociales.
Finalmente, el profesor de la Keele University Richard Sparks presenta el único artículo de la sección “Ethnography’s Kitchen”. Esta sección se propone fomentar la reflexión sobre los métodos etnográficos. En “Outs of the Digger. The warrior’s honour and the guilty observer” el autor ingles reflexiona sobre las dificultades de los investigadores al interactuar con las autoridades políticas y los representantes de los medios de comunicación. Realiza ello tras contar los casos de revueltas en las prisiones británicas de los años noventa, las dificultades de los políticos para hacerles frente con “soluciones”, la creación de unidades especiales carcelarias, su posterior cierre y, en fin, las erráticas actitudes del gobierno y de la prensa dentro de ese proceso.
16- Ethnography, volume 3, nº 4, December, 2002, Special Issue, “In and Out of the Belly of the Best”, Dissecting the Prison, SAGE Publications, London/ Thousand Oak/ CA/ New Delhi. Comentario publicado en Nueva Doctrina Penal, 2003/B, Buenos Aires, Del Puerto, pp. 741 a 743.
CULTURA DO MEDO. REFLEXÔES SOBRE VIOLENCIA CRIMINAL, CONTROLE SOCIAL E CIDADANIA NO BRASIL (17) JUSTIÇA E SEGURANÇA NA PERIFERIA DE SÂO PAULO (18)
Nunca como en la actualidad hemos estado tan cerca de los países que nos rodean. Esto es especialmente cierto con respecto al Brasil, que afortunadamente ha dejado de ser un rival (aunque sea futbolístico) y es ahora un compañero de viaje y también un ejemplo para imitar. Sobremanera lo es para quienes estamos interesados en la construcción de alternativas políticas de izquierda. Y como esas alternativas no pueden dejar de lado las políticas penales es que creo que desde las ciencias que estudian dichas políticas también debemos fijarnos en lo que se hace en la República hermana.
Y es que se hace mucho. De entre la abundante literatura brasileña sobre las disciplinas penales, he puesto la atención en el avanzado estado de la investigación y la bibliografía sobre el tema “seguridad”. Es cierto que, en la actualidad, y no solo en Brasil, el pensamiento crítico sobre la cuestión criminal se dedica a analizar las políticas securitarias (restándole atención a antiguos y más persistentes objetos de estudio como el sistema penitenciario, el judicial, la reforma penal y procesal penal). No es menos cierto que ello se justifica ampliamente puesto que sobre ese sensible punto de discusión pública convergen las más diversas ideologías políticas en amplio sentido –y también penal–. Las ideologías reaccionarias aprovechan la inseguridad real para imponer respuestas represivas, que desde siempre habían utilizado para consolidar la exclusión política y social de los sectores más desfavorecidos. Por el contrario, las ideologías progresistas aún no deciden el tipo de actitud a adoptar frente a una cuestión que preocupa realmente a la mayoría de los individuos.
Precisamente de las respuestas políticas a la cuestión de la seguridad dan cuenta los libros que pasaré a comentar. Tanto en el origen cuanto en la respuesta a tal cuestión se encuentra presente la violencia. Y cómo es asimismo la violencia el elemento fundante y legitimante del Estado, del orden, del derecho, y de todas las instituciones del sistema penal, no es de extrañar que ambos libros culminen por ser inteligentes reflexiones sobre la “ciudadanía”.
El primero de ellos, Cultura do Medo, es el resultado de una investigación que descubre al “miedo” más como consecuencia que como causa de las políticas de dominación política y control social. El “miedo” asociado al delito se ha incorporado al modus vivendi de las grandes ciudades del mundo. Y por lo tanto San Pablo, una de las más grandes, no podía ser una excepción. En este ámbito geográfico limita la autora su investigación. En lo que hace a los límites temporales, los mismos tienen en especial consideración los últimos veinte años de la política brasileña, en los cuales la democracia ha debido soportar la hegemonización de ideas de “sentido común” sobre la inseguridad. Estas ideas, en realidad de un “sentido común policial”, han perpetuado la forma de dominación autoritaria, la degradación de la sociabilidad y el debilitamiento de la noción de ciudadanía.