Inteligencia lúdica. Marcos Cristal

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Inteligencia lúdica - Marcos Cristal

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desarrollo de la inteligencia se apoyaban principalmente en la capacidad de acumular conocimientos estandarizados, de memorizar e incorporar prácticas ya probadas como exitosas para su aplicación en nuestro trabajo diario que nos sirvieran para encontrar una salida laboral por muchos años. Un mundo en el que incorporar y saber usar las recetas adecuadas junto al sacrificio individual eran la clave.

      Hoy, el entorno requiere una inteligencia diferente. Una inteligencia que se anime a explorar, experimentar, crear, trabajar con otros, usando intensamente la tecnología, en entornos más abiertos, más flexibles, en los que las «recetas» de lo que antes funcionaba y el sacrificio individual pierden peso. Se trata de buscar y testear nuevas maneras, en entornos amenos, conectados de manera colectiva y con un sentido de trascendencia.

      ¡Pero vamos por más!

      Esta tesis incluye la idea de que no se trata de una expresión de deseos, voluntarista o idílica respecto de lo «bueno» que sería para la gente desarrollar una actitud lúdica, sino que se trata de una necesidad. Dos razones avalan, al menos, esta afirmación:

      1. Las organizaciones necesitan, imperiosamente, despertar en las personas un alto nivel de creatividad y compromiso que esté a la altura de los desafíos.

      2. Las personas, en particular las nuevas generaciones, aceptan cada vez menos aquellos trabajos en los que no pueden desplegar su creatividad, sentirse apasionados y trascendentes, mientras comparten y disfrutan con otros lo que hacen.

      El objetivo de este libro es contribuir a esta reflexión, así como a la construcción de organizaciones a la altura de los desafíos del entorno y de las expectativas de las personas, que son quienes posibilitan que las compañías crezcan, consoliden su cometido y su lugar en la sociedad.

      En colaboración con mis socios y con cientos de personas y organizaciones con ánimo innovador y de desafío estamos poniendo en práctica experiencias que demuestran que, aunque no es fácil ni parecen existir recetas mágicas e infalibles, es posible y vale la pena profundizar y compartir estas vivencias, en virtud de los resultados que se logran.

      En las próximas páginas describiré nuestras experiencias y las de muchos otros a modo de contribución a este nuevo enfoque de la Inteligencia Lúdica, que se encuentra en una etapa de desarrollo incipiente o en construcción, y que abre oportunidades infinitas para aquellos individuos y organizaciones que se animen a la exploración y cocreación proactiva de estos nuevos mundos.

      Para muchos hablar de juegos, de lo lúdico… es algo más bien «infantil», una «diversión» difícil de asociar a la seriedad que implica el trabajo. En la práctica diaria de nuestra compañía, como consultores, somos desafiados con preguntas del siguiente tenor:

      «¿Cómo se puede lograr que la gente ponga todo el foco y pasión en el trabajo y asimilar con ganas todo lo que hay que aprender cada día, para mejorar lo que hace?». Asimismo, nos piden ejemplos en donde dicho logro –que escasea en sus organizaciones– se verifique como algo espontáneo y natural.

      A la hora de responder, muchas veces les pedimos que se fijen en algo que está a la vista de todos, pero en lo que la mayoría no solemos reparar: el comportamiento de los niños al jugar. ¿Qué observamos? Curiosidad, descubrimientos, pasión, errores y aprendizajes, superación, sufrimiento, alegría, concentración y un compromiso tanto emocional como mental.

      Quizá no haya otra etapa en toda la historia de vida de cualquier ser humano, donde se verifique un nivel de compromiso, de foco, de emociones y aprendizajes acelerados y vertiginosos tan elevados como la que experimentamos en la infancia, entre los 2 y los 6 años.

      Volviendo al mundo adulto, cada vez vemos a más personas jugando o interactuando lúdicamente con otros en las redes sociales, casi como si volvieran a su más tierna infancia, comprometidos emocionalmente con una seriedad y concentración que sorprenden (¡y ojo con distraerlos!).

      ¿Qué nos dice esta actitud? ¿Que la gente está infantilizándose? ¿O que lo lúdico tiene un poder de seducción enorme, que puede aprovecharse para lograr, también en el trabajo, altos niveles de concentración, pasión y creatividad si somos capaces de desarrollar personas y crear estructuras que faciliten y potencien el despliegue de esta actitud?

      Inventar, crear culturas, espacios y dinámicas lúdicas que impulsen la inteligencia y actitud lúdica colectiva de manera sistemática y efectiva, para que aflore la creatividad, la cooperación y con ello una mayor productividad es, precisamente, la tarea que junto con mis socios desempeño a diario.

      No obstante, el tema va mucho más allá: estamos convencidos de que el futuro de las empresas pasa, entre otras cosas, por el desarrollo de espacios en los que la Inteligencia Lúdica individual y la colectiva puedan desarrollarse y desplegar todo su potencial. Este es el porqué, el para qué de fondo de este libro.

      Pretendo aquí reforzar esta idea a la vez que someterla a la reflexión: la Inteligencia Lúdica como actitud y posición que cada uno de nosotros adopta ante los desafíos que se nos presentan a diario en nuestra vida personal y profesional.

      En este mundo incierto y cambiante, encarar cualquier situación desde una actitud lúdica implica deshacerse de respuestas predeterminadas y rígidas. Conlleva tomar consciencia de que no existen soluciones únicas ni absolutas, y de que es necesario estar abiertos a la exploración, la experimentación y la innovación. Bien sea en un juego de los que pululan en las redes, bien sea en el trabajo concebido desde una visión más lúdica, o en cualquier otro juego de la vida, para enfrentar los retos con los que ella, instante a instante, nos desafía.

      ¿Se trata de un aspecto cultivable en las personas y de las organizaciones? ¿Depende solo de un cambio de actitud de las personas o requiere la creación, el desarrollo de determinadas estructuras, culturas y climas organizacionales que promuevan dichas actitudes?

      Empiezo por compartir un ilustrativo caso que apareció en un noticiero y que muestra cómo se puede transformar un problema serio, que involucra a muchos y del que nadie se hace cargo, en una actividad divertida que todos contribuyen a resolver, participando en ello de manera voluntaria, con solo dar la vuelta radicalmente a su enfoque, encarándolo de manera lúdica:

      «Una maestra, impotente ante la acumulación de suciedad, basura y el descuido en el patio de su escuela primaria, pública y de bajos recursos, y el desinterés de los alumnos, convirtió en juego la limpieza del patio. Organizó un juego simple, mezcla de competencia y cooperación entre los alumnos, las salas, los días, para lograr esa tarea. No desde la rigurosidad de disciplina impuesta desde afuera, sino desde el disfrute de jugar con otros de manera protagónica y creativa, para lograr ciertas metas. En unos pocos minutos, logró resultados inéditos y deliciosos y sentó las bases de un nuevo hábito: jugar para ser mejores. De lo lúdico colectivo, devino la productividad y los resultados».

      Se trata de conformar estructuras y climas en los que la productividad y los resultados dejen de ser exigencias omnipresentes a las cuales ofrendar todo tipo de sacrificios. Se busca una transformación tal que la productividad y los resultados se potencien de manera espontánea, a partir de dinámicas y actitudes que faciliten la multiplicación de la Inteligencia Lúdica. Descubrir su poder transformador.

      La maestra resolvió un problema común involucrando a todos los afectados. Se generó una práctica con otros, voluntaria, en libertad y con alegría, alcanzando lo que pretendemos encuadrar bajo la categoría de Inteligencia Lúdica colectiva; inteligencia que, como se demuestra

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