Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles
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Hemos expuesto lo bastante para probar que el más seguro de todos los principios es que las afirmaciones opuestas no pueden ser verdaderas a la vez, y lo suficiente para demostrar las consecuencias y las causas de la opinión contraria.
Y puesto que es imposible que dos afirmaciones contrarias sobre el mismo objeto sean verdaderas a la vez, es obvio que tampoco es posible que los contrarios se encuentren a la vez en el mismo objeto, porque uno de los contrarios no es otra cosa que la privación, la privación de la esencia. Pero la privación es la negación de un género determinado; luego, si es imposible que la afirmación y la negación sean verdaderas al mismo tiempo, es imposible asimismo que los contrarios se encuentren al mismo tiempo, a menos que no esté cada uno de ellos en alguna parte especial del ser, o que se encuentre el uno únicamente en una parte, pudiéndose afirmar el otro absolutamente.
Parte VII
Tampoco es posible que exista un término medio entre dos proposiciones contrarias; es necesario afirmar o negar una cosa de otra. Esto se hará evidente si definimos lo verdadero y lo falso. Afirmar que el ser no existe, o que el no-ser existe, he aquí lo falso; y afirmar que el ser existe, que el no-ser no existe, he aquí lo verdadero. En la suposición de que se trata, el que afirmase que este intermedio existe o no existe, estaría en lo verdadero o en lo falso; y por lo mismo, hablar de esta manera no es afirmar si el ser y el no-ser existen o no existen.
Además, o el intermedio entre los dos contrarios es como el gris entre el negro y lo blanco, o como entre el hombre y el caballo, lo que no es ni el uno ni el otro. En este último caso no podría tener lugar el paso de uno de estos términos al otro; porque cuando hay cambio es, por ejemplo, del bien al no-bien; esto es lo que observamos siempre. En una palabra, el cambio no tiene lugar sino de lo contrario a lo contrario o al intermedio. Ahora bien, afirmar que hay un intermedio, y que este intermedio nada tiene de común con los términos opuestos equivale a afirmar que puede tener lugar el paso a lo blanco de lo que no era no blanco, cosa que no se observa jamás.
Por otra parte, todo lo que es inteligible o pensado, el pensamiento lo afirma o lo niega; y esto resulta evidentemente conforme a la definición del caso en que se está en lo verdadero y de aquel en que se está en lo falso. Cuando el pensamiento declara tal juicio afirmativo o negativo, está en lo verdadero. Cuando declara tal otro juicio está en lo falso.
Además, deberá afirmarse que este intermedio existe igualmente entre todas las proposiciones contrarias, a menos que se hable solo por hablar. En este caso, no se pronunciaría como verdadero o no verdadero, existiría un intermedio entre el ser y el no-ser. Por consiguiente, entonces habría un cambio, término medio entre la producción y la destrucción. Existiría también un intermedio hasta en los casos en que la negación lleva consigo un contrario. Y así habría un número que no sería ni impar ni no-impar, cosa imposible, como lo demuestra la definición del número.
Todavía hay más. Con los intermedios se llegará al infinito. Se tendrá no solo tres seres en lugar de dos, sino muchos más. En efecto, además de la afirmación y negación primitivas, podrá haber una negación relativa al intermedio; este intermedio será alguna cosa, poseerá una sustancia propia. Y, por otra parte, cuando alguno, interrogado si un objeto es blanco, responde: No, no hace más que decir que no es blanco; y bien, no ser es la negación.
La hipótesis que combatimos ha sido recogida por algunos como tantas otras paradojas. Cuando no se sabe cómo desenredarse de un argumento artificioso, se somete uno a este argumento, se admite la conclusión. Por este motivo algunos han aceptado la existencia de un intermedio; otros, porque buscan la razón de todo. El camino para convencer a los unos y a los otros es partir de una definición, y necesariamente existirá definición si dan un sentido a sus palabras: la noción de que son las palabras la expresión, es la definición de la cosa de que se habla. Por lo demás, el pensamiento de Heráclito, cuando dice que todo cambia, nada es, al parecer que todo es verdadero; el de Anaxágoras, cuando afirma que entre los contrarios hay un intermedio, es que todo es falso. Puesto que hay mezcla de los contrarios, la mezcla no es ni bien ni no-bien; nada se puede afirmar, por tanto, como verdadero.
Parte VIII
Conforme con lo que dejamos sentado, está claro que estas afirmaciones de algunos filósofos no están basadas ni en particular ni en general. Los unos pretenden que nada es verdadero, porque nada impide, dicen, a que con toda proposición ocurra lo que con esta: la relación de la diagonal con el lado del cuadrado es inconmensurable. Según otros, todo es verdadero; esta afirmación no se aparta de la de Heráclito, porque el que dice que todo es verdadero o que todo es falso, expresa a la vez estas dos proposiciones en cada una de ellas. Si la una es imposible, la otra lo será también.
Además existe proposiciones contradictorias que evidentemente no pueden ser verdaderas al unísono, tampoco al mismo tiempo pueden ser falsas y, sin embargo, esto parecería más bien la posible, conforme a lo que hemos expuesto.
A los que defienden semejantes doctrinas no debe preguntárseles, lo hemos dicho anteriormente, si hay o no algo, sino que debe pedírseles que designen algo. Para polemizar es necesario empezar por una definición y puntualizar lo que significa lo verdadero y lo falso. Si afirmar tal cosa es lo verdadero y si negarlo es falso, resultará imposible que todo sea falso. Porque es necesariamente indispensable que una de las dos proposiciones contradictorias sea verdadera, y a continuación, si es de toda necesidad afirmar o negar toda cosa, será imposible que las dos proposiciones sean falsas; solo una de las dos es falsa. Añadamos a esto la observación tan debatida de que todas estas afirmaciones se destruyen mutuamente. El que dice que todo es verdadero, afirma igualmente la verdad de la afirmación contraria a la suya, de suerte que la suya no es verdadera porque el que sienta la proposición contraria pretende que no está en lo verdadero. El que dice que todo es falso, afirma también la falsedad de lo que él mismo dice. Si pretenden, el uno que solamente la afirmación contraria no es verdadera, y el otro que la suya no es falsa, sientan por lo mismo una infinidad de proposiciones verdaderas y de proposiciones falsas. Porque el que pretende que una proposición verdadera es verdadera, dice verdad; pero esto nos lleva a un procedimiento infinito.
También es evidente que ni los que afirman que todo está en reposo ni los que afirman que todo está en movimiento, están en lo cierto. Porque si todo está en reposo, todo será eternamente verdadero y falso. Ahora bien, en este caso hay cambio; el que afirma que todo está en reposo, no ha existido siempre; llegará un momento en que no existirá. Si, por el contrario, todo está en movimiento, nada será verdadero; todo será, por tanto, falso. Pero ya hemos demostrado que esto era imposible. Además, el ser en que se realiza el cambio persiste, él es el que de tal cosa se convierte en tal otra por medio del cambio.
Sin embargo, tampoco puede afirmarse que todo está tan pronto en movimiento como en reposo, y que nada está en un reposo eterno. Porque hay un motor eterno de todo lo que está en movimiento, y el primer motor es inmóvil.
Libro V
Parte I
Principio se define, en primer lugar, como el punto de partida de la cosa, como el principio de la línea, del viaje. En uno de los extremos se halla este principio, correspondiendo con él otro principio al extremo opuesto. Principio se dice también de aquello por medio de lo que puede hacerse mejor una cosa; por ejemplo, el principio de una ciencia. En efecto, no siempre existe una exactitud por empezar con la noción primera y el comienzo de la ciencia, sino por lo que puede facilitar el estudio. El principio es también la parte principal y primera de donde se genera una cosa; y así la carena es el principio