Economía del espíritu. Dorothea Ortmann
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En Economía y sociedad, Weber revela cuáles son las fuentes de su trabajo intelectual: menciona la filosofía de Karl Jaspers, la teoría de la ciencia de Heinrich Rickert y la fenomenología de Georg Simmel, quien, al mismo tiempo que Weber, trata de tomar distancia de aquella corriente del pensamiento, como lo expresa en sus ensayos y discursos publicados bajo el título Doctrina de la ciencia (Wissenschaftslehre). En realidad, Weber fue un extraño dentro del conjunto de los pensadores de entreguerras del siglo XX y su obra no fue asimilada en Alemania hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Anteriormente hemos mencionado que la recepción de la obra de Weber se dio en Alemania a través de su impacto sobre la sociología anglosajona, con la ayuda de Talcott Parsons. Pero el hecho decisivo para que Weber adquiera celebridad como uno de los grandes sociólogos fue, quizás, la celebración del centenario de su nacimiento durante el «Coloquio de Sociólogos en Heidelberg», en 1964, en cuya organización participaron principalmente Talcott Parsons, Raymond Aron, Reinhard Bendix y Herbert Marcuse. En cierto modo, podemos hablar de un redescubrimiento de Weber y recién ahora nos podemos preguntar acerca de la función y la utilidad de sus propuestas.
Weber entiende la sociología como una ciencia que debe explicar la realidad tal cual es, sin someterla a evaluación, separando claramente el deseo —como uno desea verla— e insistiendo en percibirla tal como realmente es. Al mismo tiempo, niega que se pueda percibir la realidad como un todo, de manera general y objetiva, fuera de nuestra conciencia. La interpretación de la realidad está obviamente vinculada a la perspectiva teórica del científico, pero su explicación debe acertar de tal manera que pueda ser entendida intersubjetivamente por cualquier otro científico, inclusive por un representante de otra cultura. Es decir, por aquel que no esté familiarizado con los conceptos culturales de Europa, como por ejemplo un ciudadano chino. Tomando esta posición como punto de referencia, propone conceptos que ayudan a acercarse a la realidad para explicar su funcionamiento (1977:5):
La sociología interpretativa o comprensiva considera al individuo y su acción como su unidad básica. Como su átomo, si puedo permitirme emplear excepcionalmente esta discutible comparación. Desde esta perspectiva, el individuo constituye también el límite superior y es el único depositario de una conducta significativa. En general, en la sociología, conceptos tales como «estado», «asociación», «feudalismo», etcétera, designan categorías determinadas de interacción humana. En consecuencia la teoría de la sociología consiste en reducir estos conceptos a «acciones comprensibles», es decir, sin excepción, aplicables a las acciones de hombres individuales participantes.
La sociología presenta, según Weber, una doble perspectiva complementaria al analizar la realidad social: subjetiva o interna y objetiva o externa. La sociología como «ciencia de la acción social» debe entender que «la acción humana es social siempre que los sujetos de la acción incorporen en ella un sentido subjetivo», esto es, los caracteres de una acción social se encuentran en la percepción y en la comprensión del sujeto de la conducta de los demás (Weber, 1977:5). Resumimos: el ente central en la sociología, como Weber la entiende, es el individuo; en tanto parte del conjunto de seres humanos que actúan y deciden situaciones, su actuar tiene que ser explicado y analizado de tal modo que resalte lo general en su comportamiento.
¿Cómo se logra que la sociología como ciencia social sea convincente? En primer lugar, la sociología debe articularse como ciencia de la realidad. Su única preocupación debe ser explicar la realidad, objetivo que se logra aplicando conceptos aceptados por el conjunto de los investigadores sociales, que constituyen, de cierta manera, acuerdos de la comunidad científica misma. La influencia de la filosofía de Heinrich Rickert hace que Weber piense que uno se acerca a la realidad definiéndola, por eso enfatiza en la definición de conceptos, considerando a la acción social como concepto principal para analizar la realidad. Entiende la sociología como la ciencia cuya función es explicar la acción social causalmente, es decir, en su desarrollo y sus efectos. «Por acción social debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitido), siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La acción social, por tanto, es una acción en la cual el sentido mentado por un sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por esta en su desarrollo» (Weber, 1977:5). Hay acciones que, según Weber, son fáciles de entender porque son evidentes, nos parecen claras como fórmulas matemáticas. Otras, en cambio, no lo son y por ello requieren que el investigador trate de reconstruir la situación bajo la cual ocurrieron los acontecimientos para llegar a entender por qué se dieron así.
De esta manera tenemos otra característica de la sociología de la realidad: a Weber le es importante llegar a revivir algo ajeno como evidencia de la comprensión. Según nuestro autor, se puede captar los acontecimientos intelectualmente y luego tratar de revivirlos como una fantasía endopática, necesaria en el caso de que lo ocurrido sea ajeno a nuestra experiencia. Por ejemplo, en situaciones irracionales se vuelve difícil comprender las causas de los acontecimientos. Weber llama la atención hacia este método, mediante el cual penetra por completo en un fenómeno social, no solamente como acto intelectual sino asumiendo todos los niveles de la experiencia humana, comprensión o aprehensión. Para dichas situaciones, el método construye tipos ideales. Tenemos ante nosotros otro concepto que refleja un pilar muy particular de la sociología de Weber.
En conclusión, podemos decir que la sociología de Weber está constituida por tres principios: el primero consiste en aceptar a la sociología como ciencia de la realidad, lo que significa renunciar a interpretaciones abstractas y generales de la sociedad. El segundo principio consiste en comprender los acontecimientos como si uno mismo los hubiera vivido; el trabajo del investigador, en este caso, es darles vida para entenderlos en su impacto. Según Weber, los seres humanos son quienes actúan, eso significa que es el individuo quien toma una decisión en un momento dado, por lo que se debe penetrar a los acontecimientos mediante el lente del individuo; en ello Weber es muy estricto y persistente. De allí se comprende su afán por el tercer principio: la construcción de tipos ideales. Entiende como «prototipos de acción social» aquellos que el investigador lanza como sondas en una variedad de posibles reacciones. Los tipos ideales sirven al investigador como un elemento de ayuda en el momento de elegir entre un sinnúmero de posibles acciones. Tienen la función de servir como ente orientador, uno cuya finalidad es revivir situaciones fuera de nuestra experiencia, lo que significa llegar a aprehender una situación dada mediante una experiencia vivida por el «tipo ideal».
Indaguemos ahora en qué consiste, en concreto, el procedimiento propuesto por Weber para llegar a captar la realidad. Primero, alude a la observación acompañada por la interpretación. Con este método, Weber es, en cierta medida, un representante del positivismo, aunque él mismo se distanciara de él. ¿Pero cuál es el problema que obliga a Weber a recurrir al positivismo? De un lado, rechaza el acercamiento totalizante a la realidad que le parecía demasiado grueso o general. Según él, uno no llega a acercarse a la vivencia de los seres humanos tal cual son, sino más bien de una manera abstracta. Como se encontraba bajo la influencia del neokantianismo, el acercamiento a la realidad solamente es posible a partir del sujeto que es introducido como ente articulador para hacernos comprensible la realidad por las experiencias que nos proporciona. Por ello pone énfasis en el actor social como categoría.
De otro lado, Weber tiene problemas en la relación teoría-praxis. Si bien no niega, como Kant, que exista un mundo objetivo, afirma que para llegar a pronunciar enunciados sobre este mundo no podemos partir de una perspectiva del mundo fuera de nuestra experiencia, como algo abstracto y netamente pensado, porque según Kant no llegamos a entenderlo tal cual es con nuestra mente. Por eso, al investigador no le queda más remedio que reducir sus enunciados sobre el mundo por medio de la experiencia y la observación. Obviamente, un ser