Desafíos en la vejez: salud, empleo y población. Verónica Montes de Oca Zavala

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Desafíos en la vejez: salud, empleo y población - Verónica Montes de Oca Zavala

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Latina y el Caribe, extraídos de las encuestas nacionales de hogares. Aunque se reconoce el esfuerzo hecho para asegurar la calidad y comparabilidad de los datos entre países, no siempre se pueden conseguir datos equiparables. Está estructurado en cinco áreas, demografía, educación, mercado laboral, vivienda e ingresos, con los datos desagregados por género, área de residencia geográfica, educación y quintil de ingresos. La población adulta mayor no está representada en el Socio-metro suficientemente como para analizar su situación al proceder los datos de encuestas de hogares: de los 113 indicadores, sólo ocho se refieren a personas mayores, de ellos el porcentaje de población mayor de 64 años o los ingresos, más altos y más bajos, de hombres y mujeres. Algunos ejemplos permiten apreciar la utilidad de este repositorio, en su función de comparación entre países (Figura 1).

      Por su parte, IPUMS-International (https://international.ipums.org/international/) es un repositorio creado por la Universidad de Minnesota, con micro-datos de personas y hogares de muchos países del mundo, dieciocho son latinoamericanos. Los datos proceden de fuentes oficiales (censos), actualizadas en la medida de lo posible, y permiten obtener análisis demográficos comparables entre países. Las bases se actualizan anualmente, por ejemplo, habiéndose añadido muestras en 2014 (República Dominicana y Uruguay) y se prevén otras para 2015 (Paraguay).

      La información demográfica recoge aspectos como la educación, la actividad económica, la migración, la etnicidad o la composición del hogar. Sólo se han extractado las variables de IPUMS que más relación puedan tener con el proceso de envejecimiento de la población latinoamericana, reconociendo una realidad evidente, el que no todas las dimensiones ofrecen datos consistentes para establecer relaciones analíticas entre dimensiones (Ruggles, 2013). Sin embargo, algunas de ellas ofrecen una carga de datos suficiente para extraer imágenes ajustadas sobre el envejecimiento presente y futuro. Al ser datos censales, variables, como la edad y el sexo, el hogar, el curso de vida (hijos), el estado civil o de facto, el nivel educativo o la relación con la vida laboral de los individuos, o los datos sobre el estatus de nacimiento tienden a estar bien representadas.

      En contraste, otros datos no facilitan la comparación como la fecha de nacimiento, la pertenencia a grupos culturales, religiosos o raciales, o la discapacidad como variable asimilada al estado de salud (Cuadro 3).

      Figura 1. Indicadores relacionados con la población adulta mayor en el Socio-metro, del Banco Interamericano de Desarrollo.

      Población con empleo

      (% de mayores de 64 años en el quintil mas alto, media 2000-2103)

      Población desempleada

      (% de mayores de 64 años en el quintil mas bajo, media 2000-2103)

      Fuente: Elaboración de los autores con Banco Interamericano de Desarrollo. Sociómetro.

      Cuadro 3. Indicadores sociodemográficos en los países latinoamericanos.

      Fuente: Elaboración de los autores con IPUMS International

      Las potencialidades de uso de IPUMS ha sido suficientemente declaradas en artículos diversos (McCaa et al., 2005), siendo mayores los beneficios conseguidos de la armonización, homogenización y cobertura de los datos censales (McCaa, 2013) que los inconvenientes derivados de las limitaciones conceptuales y operativas (López Ruiz, 2010). Los países latinoamericanos se encuentran entre los principales demandantes deI IPUMS.

      Finalmente, el Sistema Regional de Indicadores sobre Envejecimiento (SISE), de CELADE (http://celade.cepal.org/redatam/pryesp/madrid/). Se fundamenta en la estrategia regional de implementación, para América Latina y el Caribe, del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, para conocer y analizar el envejecimiento de la población latinoamericana, en dimensiones como la salud, el bienestar y el entorno, a través de “indicadores específicos que sirvan de referencia en el seguimiento y evaluación de la situación de las personas mayores a nivel nacional y regional”.

      SISE ofrece información desagregada por sexo, grupos de edad (60+, 60-74, 75+) y zona de residencia (urbana, rural), referida a 18 países. A partir de la información censal (1990, 2000) se han definido 30 indicadores demográficos, sociales, económicos, del hogar y de la vivienda y servicios básicos. La importancia creciente del envejecimiento en América Latina y la implicación de los estados en la provisión de datos de acuerdo con la Estrategia Regional y el Manual de CELADE hacen de SISE un instrumento esencial para dotar a la región de un sistema de monitoreo adecuado para detectar oportunidades y retos (Brenes, 2009). A ello contribuye el desglose de datos desde un punto de vista demográfico (edad y sexo) y geográfico (rural-urbano) para facilitar la comparabilidad. No obstante, se reconocen las limitaciones de las fuentes de datos y de los conceptos utilizados, y las dificultades para cubrir determinadas dimensiones (salud, bienestar, entornos, participación) (Paredes, et al., 2010; Ribotta, et al., 2014). Asimismo, se constata que bastantes países han desarrollado operaciones censales posteriores a 2000, lo que no permite obtener perspectivas actualizadas.

       Conclusión: ¿Indicadores para intervenir en políticas públicas?

      En esencia, estudiar el envejecimiento de la población a través de estos indicadores generales es como rascar la piel de un elefante, que puede llevar a no entender qué es envejecer, especialmente si se espera una mirada esencialmente demográfica. Algunos hechos se manifiestan claros en el análisis anterior.

      En primer lugar, los organismos e instituciones que crean índices compuestos utilizan una base ideológico-estratégica que fundamenta los datos y herramientas utilizadas para conseguir unos resultados determinados. En unos casos, éstos están orientados con fines (pseudo) comerciales (CSIS, Natixis), en otros dan sentido a la función de la organización (políticas públicas, desarrollo), y en otros a estrategias científico-políticas (IPUMS, SISE). Su utilidad no parece inmediata, pero su uso sí lo es desde el momento en que se emplean recursos para la provisión de datos y resultados a distintos actores.

      En este sentido y, en segundo lugar, la proliferación de instrumentos de medida y de análisis está positivamente condicionada por la disponibilidad de datos y de medios para su uso. Los Estados ven reconocida su función como productores de información necesaria para la implementación de políticas públicas, mientras se benefician de los análisis de datos de los investigadores, de las reflexiones de los agentes sociales para mejorar los datos necesarios para el monitoreo de políticas y de los técnicos y políticos que ponen en marcha iniciativas para mejorar los sistemas de información estadística. Las grandes bases de datos internacionales y de los estados productores son a su vez el resultado y la herramienta para el estudio del envejecimiento.

      Pero también, en tercer lugar, es necesario destacar el papel de la metodología de generación de medidas. Al amparo de técnicas estadísticas razonablemente complejas y de instrumentos de cálculo, muy extendidos y versátiles, se producen indicadores compuestos, de síntesis de grandes masas de datos, que deben ser leídos e interpretados adecuadamente para que no se produzca el efecto contrario al que se desea, buscar la más clara y adecuada interpretación de los datos. No es una tarea fácil porque las técnicas estadísticas tienden a medir no tanto valores numéricos, sino valores relativos (normalizados, estandarizados,

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