¡ Queremos lo nuestro!. Bernadette Atuahene

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¡ Queremos lo nuestro! - Bernadette Atuahene

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      En consecuencia, cuando las autoridades demolieron el Barrio Japonés, la comunidad en general, así como los propietarios residenciales y los propietarios de negocios, sufrieron una pérdida involuntaria de propiedad.

      Después de un examen exhaustivo de los registros de archivos clave, Joo no encuentra evidencia de que los funcionarios de la ciudad pretendían deshumanizar o infantilizar a los ocupantes del Barrio Japonés129. Dado que muchos de los desplazados acababan de regresar de los campos de concentración, no sorprende que los ocupantes japoneses-americanos, sin embargo, sintieran que la demolición de su comunidad fue un nuevo ataque a su dignidad. En 1988, el gobierno de los Estados Unidos emitió indemnizaciones monetarias y una disculpa por internar a los japoneses130. Si bien estas acciones son una parte importante del camino hacia la restauración de la dignidad, la ciudad de Sacramento nunca se ha disculpado por destruir el Barrio Japonés y la comunidad que lo sostuvo.

      Engel y Lyle así como Ossei-Owusu aplican el marco de expropiación de la dignidad/restauración de dignidad al campo de la salud pública131. Hay una tendencia de cierre de hospitales urbanos en comunidades de bajos ingresos. Ossei-Owusu es un historiador jurídico que explora si uno de esos cierres, el del hospital King-Drew de Los Ángeles, fue una expropiación de la dignidad132. King-Drew fue el único hospital de red de seguridad (instalaciones que tratan a todos, independientemente de la cobertura del seguro) en la ciudad de Compton y sus alrededores, por lo que argumenta que era propiedad colectiva de la comunidad en el área de influencia del mismo133. El abandono y la negligencia burocrática provocaron varias muertes, la forma más severa de deshumanización134. Después de que Los Angeles Times publicara una denuncia, por demás premiada, sobre las muchas deficiencias del hospital, el gobierno federal lo sometió a revisión y luego cerró el hospital en 2007135. Como el gobierno no reemplazó ni mejoró King-Drew, sino que dejó a la comunidad sin el tan necesitado hospital de la red de seguridad, Ossei-Owusu argumenta que esta pérdida involuntaria de propiedad constituyó una expropiación de la dignidad136. En 2015 el hospital reabrió sus puertas, pero a menor escala y sin su reconocido centro de trauma, dejando a la comunidad sin este servicio crítico137. Ossei-Owusu concluye que la reapertura fue un paso hacia la restauración de la dignidad, pero todavía hay mucho camino por recorrer138.

      Engel y Lyle, profesores de ciencia política e inglés, respectivamente, describen el cierre de las casas de baños gay en Nueva York en el apogeo de la epidemia de VIH/SIDA como una expropiación de la dignidad139. Las casas baños eran establecimientos comerciales públicos que servían como espacio seguro para los hombres homosexuales, población que la sociedad habitualmente marginaba y rechazaba140. Aunque el discurso público caracterizó las casas de baños gay como amenazas para la salud pública y las cerró bajo ese pretexto, Engel y Lyle argumentan que las casas de baños eran instituciones comunitarias que, en realidad, fortalecían la salud pública a través de campañas de educación y sensibilización141. Argumentan que los cierres «tuvieron el efecto involuntario o deliberado de destruir la comunidad, privando a los hombres homosexuales de una importante fuente de soporte emocional y conexión, e ignorando el trabajo comunitario realizado, mostrando así cómo las autoridades estatales infantilizaron a los hombres homosexuales»142.

      El marco conceptual de la expropiación de la dignidad/restauración de la dignidad ha sido utilizado de manera exitosa por una serie de académicos notables pertenecientes a una variedad de campos disciplinarios. Emplean diversos métodos empíricos para investigar el fenómeno de la pérdida involuntaria de propiedad y las soluciones necesarias para repararla. Más específicamente, el marco conceptual cumple cinco objetivos principales: 1) proporciona un léxico para describir y analizar las apropiaciones de bienes a las que, actores estatales y no estatales, han sometido rutinariamente a poblaciones pobres y vulnerables en todo el mundo y en diferentes períodos históricos; 2) se enfoca en la reparación mediante la vinculación de eventos de despojo de propiedad que anteriormente se consideraban ajenos para resaltar las oportunidades de aprendizaje, resistencia y solidaridad; 3) permite a las personas que no se consideran académicos de la propiedad participar en una conversación más fructífera sobre la pérdida involuntaria de la propiedad y sus soluciones necesarios; 4) captura las consecuencias materiales de la confiscación de la propiedad, así como las inmateriales que, en el discurso, se han vuelto invisibles; y finalmente, 5) inserta con autoridad la dignidad en el discurso académico sobre la propiedad, contrarrestando el enfoque singular en la eficiencia que ha dominado en el análisis legal desde el ascenso de la ley y la economía. El marco es flexible e ilumina bien los desafíos asociados con la pérdida involuntaria de la propiedad en el contexto de la justicia transicional e incluso más allá.

      A mis inspiradores padres,

      Beatriz Achampong y Kofi Atuahene,

      quienes me enseñaron a perseverar con un espíritu de intrepidez.

       Introducción

      Adanna llegó a este mundo envuelta en las indignidades del apartheid. El padre de Adanna era un granjero blanco y su madre biológica era una de sus trabajadoras africanas. Cuando la madre biológica de Adanna murió, su padre la dejó abruptamente en Kliptown, un pueblo ubicado, aproximadamente, a 35 km de Johannesburgo, para que viviera con una mujer llamada Ma Zwane y su hijo. Esa fue la última vez que Adanna o Ma Zwane lo vieron. Ma Zwane adoptó a Adanna y esta se convirtió en un miembro más de la familia Zwane.

      Ma Zwane era una enfermera. Al observar una de sus fotos se ve a una mujer de mediana edad, labios llenos de orgullo, piel oscura, suave, impasible a las arrugas que dejan los años. A pesar de que el Estado sudafricano del apartheid hizo particularmente difícil que los africanos tuvieran propiedad raíz en las ciudades, Ma Zwane se mantuvo indoblegable. Ahorró sus modestos ingresos y con el tiempo compró dos propiedades en Kliptown. Sus propiedades le aseguraron un ingreso de renta estable y también le granjearon respeto y prestigio social entre sus vecinos en Kliptown –una comunidad unida y cosmopolita donde africanos, chinos, indios, blancos y mestizos locales conviven–, lugar donde las personas dependían unas de otras a pesar de sus diferencias.

      Ma Zwane anhelaba que Adanna algún día contara con una educación que la protegiera de las vulneraciones a la dignidad que el apartheid infligía a las personas negras. Así que cuando Adanna terminó décimo grado, Ma Zwane la inscribió en un curso de comercio donde aprendió tipografía y mecanografía. Infortunadamente, a pesar de su educación y entrenamiento especializado, el color de la piel de Adanna no le permitía avanzar. «No podía conseguir un trabajo porque en ese momento estaban contratando solo blancos en las oficinas para realizar esos trabajos, por lo tanto, no había nada más que pudiera hacer, salvo volver a la fábrica»1. A medida que el tejido de sueños que Ma Zwane tenía para Adanna se empezaba a descoser, ella oraba para que las propiedades le dieran a Adanna la capa extra de protección que ella necesitaba tan desesperadamente en cuanto sudafricana negra que vivía bajo el régimen del apartheid. Pero después de la muerte de Ma Zwane en 1955, la vida de Adanna se empezó a deshilachar.

      Para ejecutar su agenda de supremacía blanca de subordinación y separación, en 1963 el gobierno del apartheid proclamó que solo los europeos podrían habitar en Kliptown. Acto seguido, el gobierno desarraigó a Adanna y a sus vecinos, y los reubicó en las comunas (Townships) designadas para sus grupos étnicos y raciales específicos. Después de forzar a Adanna y a su hermano a mudarse a Soweto (la comuna designada para negros), el gobierno demolió las dos propiedades que ellos heredaron de Ma Zwane

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