¡ Queremos lo nuestro!. Bernadette Atuahene
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Las locaciones urbanas establecidas para los sudafricanos negros eran en su mayoría comunas deplorables. En el libro African Population Relocation in South Africa, Maré describe lo que la gente tuvo que soportar cuando se mudó a la comuna de Nondweni: «La gente fue llevada en camiones y las posesiones que no cabían tuvieron que ser dejadas atrás […] Las letrinas se llenaban con agua porque el suelo no era lo suficientemente poroso; frecuentemente ocurrían casos de fiebre tifoidea, enfermedades relacionadas con la nutrición y neumonía»43. En los años 1920 hubo intentos iniciales de limpiar las comunas y construir comunas modelo cerca a las áreas urbanas, sin embargo las nuevas comunas no lograron remediar el hacinamiento porque no eran lo suficientemente grandes para acomodar el flujo de migrantes a las ciudades. En consecuencia, los trabajadores negros y sus familias fueron forzados a vivir en habitaciones hacinadas, sin ventilación y sin provisión de servicios sanitarios44.
La Ley de Administración de Nativos de 1927 fue la siguiente ley importante responsable del desarraigo de los sudafricanos negros en las áreas urbanas45. Antes de 1927, cada jurisdicción tenía sus propias políticas para remover africanos, siendo algunas jurisdicciones más agresivas que otras. Como resultado, la ley centralizó el poder del Estado permitiendo al Gobernador General –a quien el acto consideró como el jefe supremo de todos los nativos– remover cualquier «tribu o nativo» en la medida en que lo considerara necesario para promover el interés público46.
Siete años más tarde, el Estado utilizó argumentos más creativos para desplazar a los africanos urbanos. Bajo el disfraz de una medida de salud pública, la Ley de Comunas de 1934 consolidó más fuertemente la regulación de la presencia de africanos en áreas urbanas47. La ley creó un estándar mínimo para las viviendas y permitió al gobierno evacuar y confiscar cualquier propiedad que cayera por debajo de dicho estándar48.
En vez de resolver el problema de las comunas, la ley simplemente creó nuevas comunas miserables lejos del centro de la ciudad, las cuales eran alojamientos inadecuados; esto forzó a muchos africanos y mestizos a establecerse ilegalmente. Las condiciones de hacinamiento y por debajo de cualquier estándar digno de vida promovieron el surgimiento de actividades ilegales que la gente empezó a desarrollar para ganarse la vida49.
El partido nacionalista llegó al poder en 1948 y escaló el sistema existente de apartheid50. El régimen del apartheid removió forzadamente a millones de personas negras urbanas de sus hogares y los privó de su propiedad para crear una sociedad donde cada raza y grupo étnico viviera separadamente. El gobierno del apartheid creó la Ley de Áreas de Grupo de 1950 y 1957, la cual asignó a cada grupo étnico un área donde solo él podía vivir, tener propiedades y realizar negocios51. Los blancos, asiáticos, mestizos, xhosa, tswana, venda, pedi, swazi, zulu y south sotho se convirtieron, cada uno, en piezas de un rompecabezas racial y étnico, y con gran fuerza destructiva, el gobierno intentó mover cada pieza para que cada grupo estuviera en su lugar «apropiado». Una organización de la sociedad civil, The Surplus People’s Project, reportó que la Ley de Áreas de Grupos fue responsable de la mayoría de las reubicaciones en áreas urbanas, desplazando alrededor de 860.400 personas52. El gobierno del apartheid transfirió la propiedad confiscada a los diferentes grupos raciales para ocupación étnica, la vendió para propósitos comerciales o industriales o se quedó con la tierra para uso gubernamental53.
Para 1950, las leyes anteriores ya relegaban a los africanos a reservas rurales o a locaciones urbanas en la periferia de las ciudades, así que la Ley de Áreas de Grupo afectó principalmente a los indios y a los mestizos que se habían establecido y mezclado en áreas urbanas. Aun así algunos grupos africanos negros fueron afectados por la Ley de Áreas de Grupo. Por ejemplo, de 1900 a 1965 una comunidad en Simonstown, llamada Luyolo, era la única locación permanente de africanos en la península del Cabo. Los casi 1.600 luyolos varones residentes trabajaban principalmente en el puerto cercano y en las canteras, mientras que las mujeres trabajaban como sirvientas domésticas dentro y alrededor de la ciudad54. El señor Rabodila, un antiguo residente de la comuna de Luyolo, lamentó el impacto que la ley de Áreas de Grupo tuvo en su comunidad:
Nací en Luyolo, sí. La localidad de Luyolo en Simonstown, yo crecí ahí y era un lugar muy agradable –vibrante […] Entonces éramos una comunidad muy unida; muy cercana. No éramos una comunidad grande. Era una pequeña locación, sí. Pero, con el pasar de los años, cuando el gobierno del apartheid llegó, empezaron a remover por la fuerza a todas las personas africanas de los barrios y nos tiraron en el Gugulethu […] Y ahí ahora la gente y las familias se resquebrajaron y la gente ahora está intentando hacerse a la idea del nuevo ambiente porque era un desierto, sí. Pero de todas maneras no podíamos hacer nada porque era el sistema que se aplicaba. Y para decirle la honesta verdad, las cosas nunca fueron iguales jamás porque esa fue la ley más cruel del apartheid. La llamaron la Ley de Áreas de Grupo. Fue lo que más [pausa] le dio un gran golpe a la gente africana y por eso es que estamos en esta situación, sí55.
En los años 1960, el Estado del apartheid «des-estableció» (es decir, erradicó) las comunas, particularmente en Transvaal y en el Orange Free State, diezmando más aún la escasa presencia urbana de la población africana56. Empezó en 1955 cuando la Comisión Tomlinson estableció bantustanes o patrias, que eran supuestamente Estados-nación autónomos destinados por el gobierno del apartheid para los diferentes grupos étnicos africanos. Las comunas fueron erradicadas y los africanos fueron forzados a mudarse al bantustán si sus comunas estaban a 75 kilómetros o menos de ellos. Por tanto, «en 1983 se calcula que a lo largo de la república 783.000 personas fueron obligadas a mudarse por medio de la política de erradicación de las comunas, y que otras 184.000 estaban bajo amenaza de desplazamiento»57.
En otro golpe a los derechos sobre la tierra de los africanos residentes en áreas urbanas, en 1968 el gobierno del apartheid abolió el arrendamiento a treinta años –una cuasi-forma de propiedad58. Además, a los africanos que habían llegado a ser propietarios de viviendas, el Estado les negó la posibilidad de legar sus casas a sus herederos59. El régimen del apartheid también eliminó la provisión de casas económicas a los africanos y abolió la provisión de alojamientos familiares, lo que resultó en un déficit de 186.000 alojamientos en las comunas urbanas para 198060. En consecuencia, aun cuando el Estado del apartheid no eliminó formalmente las comunas, muchos africanos negros fueron forzados a abandonarlas y a mudarse a los bantustanes debido a las pocas opciones de vivienda a las que se vieron abocados.
Como se ha demostrado con esta breve historia, desde 1651 hasta la caída del apartheid en 1994, el Estado colonial y el del apartheid usaron una serie de normas meticulosamente diseñadas, combinadas con fuerza bruta, para despojar a los negros. Como resultado, en 1994 los blancos eran dueños de aproximadamente el 87 % de la tierra, a pesar de constituir menos del 10 % de la población61. Había un acorde unificador a través de los siglos: el despojo era parte de una estrategia más amplia para subyugar a los negros, a quienes las autoridades consideraban sub-personas no merecedoras de completa e igual inclusión en la comunidad política.
El señor Carol, un hombre mestizo de la comunidad de Die Eiland, lamentó: «Sufrí por el apartheid, por la segregación […] yo era un ciudadano de segunda clase, peor que eso. No creo que usted pueda saber realmente lo que es no ser tratado como una persona. No ser tratados como seres humanos»62. El historiador Leonard Thompson explicó cómo los blancos justificaban este trato subhumano:
Virtualmente todos los blancos en la región, en común