¡ Queremos lo nuestro!. Bernadette Atuahene

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¡ Queremos lo nuestro! - Bernadette Atuahene

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ocurridos en el pasado.

      Hay varias razones por las cuales los Estados han decidido remediar violaciones a la propiedad que ocurrieron en el pasado. La primera es proteger los derechos humanos y promover la justicia. De acuerdo con la Declaración Universal de Derechos Humanos y la jurisprudencia internacional, una persona arbitrariamente privada de su propiedad, sin el pago de una compensación justa, tiene derecho a un remedio efectivo18. Otra razón es que remediar las violaciones a la propiedad ocurridas en el pasado puede conferir legitimidad al Estado y a sus estructuras de gobierno19, y cultivar legitimidad es especialmente crucial después de una transición de régimen o liderazgo. También, los Estados han decidido abordar las violaciones a la propiedad, ocurridas en el pasado, porque en ocasiones ello es necesario para legitimar los regímenes de propiedad actuales. Cuando los derechos de propiedad son sistemáticamente adquiridos por medio del robo, es difícil justificar la protección de estos derechos ilegítimamente obtenidos por parte del Estado. Remediar las violaciones a la propiedad acaecidas en el pasado limpia los derechos de propiedad existentes y elimina el hedor del robo pasado. Adicionalmente, cuando los dueños actuales y pasados tienen derechos sobre la misma propiedad, la propiedad está en disputa, los derechos de propiedad no son claros y el desarrollo económico se ve obstaculizado20. Al remediar violaciones de la propiedad ocurridas en el pasado, los Estados pueden clarificar los derechos de propiedad existentes y promover el desarrollo económico.

      Finalmente, los Estados han decidido remediar las violaciones a la propiedad ocurridas en el pasado porque no hacerlo puede poner en peligro potencial la estabilidad actual21. Sudáfrica es un caso perfectamente ilustrativo porque un fracaso al rectificar sus inequidades en la distribución de la tierra es como un mar de petróleo esperando un fósforo. En uno de los estudios más impresionantes hasta la fecha sobre la opinión pública, en materia de reforma de tierras en Sudáfrica, James Gibson encuestó a 3.700 sudafricanos y encontró que el 85 % de los negros en Sudáfrica creían que «[l]a mayoría de la tierra en Sudáfrica fue arrebatada injustamente por los colonos, y que por tanto ellos no tenían derecho a la tierra hoy»22.

      El resultado más inquietante del estudio de Gibson fue que dos de cada tres personas negras estaban de acuerdo en que «la tierra debe ser devuelta a los negros en Sudáfrica, sin importar cuáles sean las consecuencias para los dueños actuales ni para la estabilidad política del país»23. De acuerdo con los datos de Gibson, la mayoría de los negros, tanto en áreas rurales como urbanas, ven la tierra como robada y la quieren de vuelta aun si la redistribución provoca inestabilidad política. Si el Estado post-apartheid no aborda adecuadamente las injusticias pasadas sobre la tierra, la estabilidad actual puede estar en peligro24. Por todas estas razones, el Estado sudafricano post-apartheid ha decidido dar una mirada al pasado y abordar la expropiación de la dignidad ocurrida bajo el colonialismo y el apartheid.

      Los primeros despojos de tierra en la historia sudafricana comenzaron con la fundación de la Estación del Cabo por parte de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) en marzo de 165125. La VOC dio a la población nativa la opción de irse o quedarse en sus tierras como sirvientes de los holandeses26. En 1679 la VOC comenzó a implementar una política más activa de adquisición de tierras, lo que les garantizó a los colonos blancos tierra siempre que fuera cultivada dentro de los tres primeros años27. La VOC adquirió esta tierra de los nativos usando la fuerza bruta o algunas veces comprándola de los líderes comunitarios. No obstante, debido a que estos líderes no conocían la ley holandesa o el concepto de venta permanente de la tierra, algunos académicos han concluido que las compras iniciales de tierra se basaron en el engaño28. La conquista británica de la colonia holandesa en 1806 no significó ningún cambio en las políticas racialmente opresoras que existían en la época29. De hecho, el despojo se aceleró al mismo tiempo que los británicos conquistaron nuevas comunidades y tomaban la mejor tierra para sí30.

      Las poblaciones nativas no entregaron fácilmente sus tierras y pelearon varias guerras para resistir la invasión británica. Por ejemplo, en 1834, bajo el liderazgo de Gcaleka, los xhosa llevaron a cabo una guerra de guerrillas contra los británicos. A pesar de haber sido exitosos inicialmente en hacer retroceder a los británicos, la llegada de refuerzos de éstos llevó a la derrota de los xhosa y a la ejecución de Gcaleka31. No obstante sus valientes esfuerzos, las poblaciones nativas fueron finalmente diezmadas por la viruela, se retiraron hacia el interior o se mantuvieron bajo autoridad colonial. Estos nativos bajo el dominio colonial fueron forzados a la servidumbre como pastores, sirvientes domésticos o trabajadores agrícolas, y muchos tenían que pagar a los colonos renta, impuestos (en la forma de una porción de sus productos) o prestación de servicios32.

      Desde principios del siglo XIX, los oficiales británicos usaron desalojos forzados y reubicaciones como forma de ejercer la autoridad colonial y controlar la población indígena. Sin embargo, inmediatamente después de que se diera la unión de Sudáfrica en 1910, la apropiación de tierras y la reubicación tomaron un decidido giro legal. La Ley de Tierra para Nativos de 1913 llevó a que solo el 7 % de la tierra del país fuera reservada para «nativos»33. La Ley de Fiducia Nativa y Tierra de 1936 finalmente expandió este número al 13 %34. Estas leyes prohibieron a los sudafricanos negros comprar o rentar tierra fuera de las reservas, lo que los relegó a ser arrendatarios laborales o empleados de tiempo completo en el 87 % de su tierra nativa. Los lotes de tierra situados fuera de las reservas designadas y comprados antes de 1913 fueron llamados zonas negras (black spots) y se mantuvieron bajo constante amenaza de desalojo35. Como consecuencia de lo anterior, un académico resaltó que «[l]a Ley de Tierras para Nativos convirtió en ley el proceso de desposesión de los sudafricanos negros de sus tierras que ya llevaba 200 años. El derecho y no la guerra fue el medio final de conquista»36.

      El siglo XX trajo consigo la industrialización y la urbanización, y cambió el centro de la actividad económica del área rural a las áreas urbanas37. A pesar de que el recientemente formado Estado sudafricano animó a los africanos negros a trabajar en las áreas urbanas, ellos no estaban llamados a echar raíces allí. La ideología que motivó esto era que los africanos, como los animales de finca, no pertenecían a la ciudad, sino a las áreas rurales. Esta ideología fue articulada de forma más influyente en 1922 por la Comisión de Gobierno local del Transvaal liderada por el coronel C. F. Stallard, popularmente conocida como la Comisión Stallard. Esta comisión concluyó que el sudafricano negro solo debería entrar a la ciudad «cuando estuviera dispuesto a atender las necesidades del hombre blanco», y «que debería ser forzado a salir cuando cesara de atenderlas»38. Los académicos han identificado diferentes razones que explican el ímpetu que tuvieron las leyes y políticas públicas, que asumieron que los blancos eran naturalmente urbanos y los africanos eran habitantes congénitos del campo; las más prominentes están relacionadas con consideraciones militares, dominación política y acumulación de capital39. A medida que la agricultura empezó a perder su dominio y las economías urbanas se volvieron más lucrativas, el Estado usó una complicada red de leyes mutuamente reforzadas para minimizar y controlar la presencia de las personas negras en las áreas urbanas.

      La primera ley importante que buscó regular la presencia de africanos negros en áreas urbanas fue la Ley de Nativos (Áreas Urbanas) de 1923, la cual expandió el número de locaciones urbanas donde el Estado podía forzar a los nativos a mudarse. Los nativos podían ocupar pero no comprar una residencia en estas áreas urbanas, las cuales pasaron a llamarse «townships (comunas)» o «locaciones»40. Esta ley permitió a aquellos africanos que cumplieran con los requisitos establecidos en la sección 10 de la ley modificada residir temporalmente en las townships siempre que tuvieran un pase a la mano en todo momento. Esto llevó a que solamente los sirvientes pudieran vivir en la ciudad41. La Ley de Áreas

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