Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly

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Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar - Andrés González Duperly

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De tal forma que el objetivo (por cierto temerario) de este intento consiste en proponer una teoría de un esquema dimensional desde la cofa del navío, cuando el vigía está siempre presto a anunciar contingencias, asegurando las bases de los valores intelectuales y morales que heredamos de la filosofía grecolatina, tan abandonada por dos siglos y en una posmodernidad que la pide a gritos. Desde tenues estrellas estelares en torno a un centro de gravedad común, sugerimos complementar los procesos de enseñanza-aprendizaje del presente-futuro mediante una propuesta que comprende virtudes cardinales, seleccionadas habilidades transversales con las respectivas competencias y tres facultades éndogenas para los directivos integrales de vida, o bien, individuos interiores.

      La propuesta sugiere considerar una teoría basada en cuatro Dimensiones Humanas en Acción para, por medio de formaciones didácticas de corta duración y con salida práctica a nivel personal y laboral (hacia el muelle del autoentendimiento), fortalecer transcendentes competencias (herramentales) y minimizar las fragmentaciones frente a las disrupciones tecnológicas y las transformaciones digitales en crecimiento exponencial, frente al mundo de hiperconsumo y fondo, de tantos vanos, fugaces y ligeros placeres de los hijos de esta vida, mundo colmado de injusticias, miserias, males y peligros, incluyendo los del alma en las mixturas de sollozos, suspiros, sonrisas y todas las sorpresas.

      ESQUEMA 1

      EL SER, SABER Y OBRAR (SSO) LAS DIMENSIONES HUMANAS EN ACCIÓN (DHA) Y LAS DIVISIONES DE LA FILOSOFÍA

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      En nuestra alegoría, el navío circunda las geografía de la consciencia espiritual en la desembocadura del río y la gran bahía que inspira las Dimensiones Humanas en Acción: Ser para Saber Obrar; prosigue haciendo escalas en los causes de las Dimensiones Humanas en Acción, asomándose a la ontología, que se ocupa del sentido del ser (para nosotros integral) en general y la relación natural con la epistemología del conocimiento aproximándonos a las curiosidades innatas del ser humano, a ese querer saber más de todo en las floraciones de los pensamientos, sentimientos, sensaciones, intuiciones y transformaciones en el interior del ser. Pasamos de esta forma al saber y obrar y a otras trilogías en las interrelaciones de la psicología práctica y sus maravillosas teorías, evidencias de la teoría de la acción desde nuestro referente gnoseológico, el obrar.

      Al estudiar sobre los sistemas de la vida sostenible al interior del ser humano y sobre las luces que alumbran la travesía de cada quien, y con base en la búsqueda de verdades en los diferentes estados de consciencia, miraremos las realidades que a nuestro parecer fundamentan las habilidades transversales, para que el lector reflexione sobre ellas y determine en dónde se encuentra frente a sí con respecto a cada una. Con base en esto, en la segunda fase, el lector, que en su interés y deseos podrá aprender y quedar aprehendido como Directivo Integral de Vida, con las estrategias didáctico-pedagógicas de primer orden y en la intimidad y la profundidad de su interior, podrá navegar en buenas aguas en las cortas introspecciones de la filosofía, ciencia de ciencias, como veremos más adelante, y podrá poner en contexto el enfoque filosófico-práctico sobre el cual queremos reflexionar.

      Los cinco capítulos convidan al Individuo Interior –el lector– a comprender los fundamentos y la vigencia que tienen las dimensiones que rigen al Ser para Saber Obrar en el arte y la ciencia de gobernar, gerenciar, liderar o manejar negocios o empresas y dirigir procesos organizacionales y educativos en cualquier nivel o latitud (independiente de la profesión y la experiencia laboral).

      Estas reflexiones también se dirigen al estudioso o curioso del desarrollo personal, el autoconocimiento y la gobernabilidad, es decir, aquel que tenga interés en aproximarse a la luz y a las sombras de los conceptos obsoletos de ‘liderazgo’, ‘gerencia’… etc., y sus respectivas teorías y estilos. Por ejemplo, Jung lo expresa contundentemente: “no hay en efecto, una, sino numerosas psicologías modernas” y hoy sabemos que son diversas las “escuelas”. De igual manera, son diversas las filosofías, como “…la metafísica del espíritu a lo largo del siglo XIX que cediera el puesto a la metafísica de la materia…”, ah, sí en un “…trastocamiento irracional…” que lleva, por ejemplo, a “…deducir la fenomenología intelectual o espiritual de la actividad glandular” (Jung, 2013, p. 13) o, más paradójico aún, a la cerebral-neuronal. Y consideremos que la humanidad es sabia en los continuados períodos de reciclaje. Por lo general suele reaparecer el sentido poco común y se retoman las esencias. Así, hoy constatamos la artificialidad de las inteligencias en las tecnologías desalmadas por las disrupciones y huérfanas de consciencia. Y bueno, se van abriendo espacios en las investigaciones serias sobre la psiquis y, en ella, la consciencia, el inconsciente. Y, en el alma, estas se entrelazan e integran en las sensaciones, en la espiritualidad, en la ética, y en temas que no se pueden investigar teniendo en cuenta un solo aspecto. Se trata de temas cuyo estudio requiere tener en cuenta también los necesarios contrarios en las dualidades en la dialógica, o bien, en las unidualidades, lo cual constata que resulta proverbial en Aristóteles tener claro que “los extremos se tocan”.

      En breve, en estas líneas pretendemos generar valor para construir el conocimiento y maximizar eficacias en el autogobierno, identificando estándares para comenzar a comprender, retener y, a futuro, aplicar las competencias herramentales blandas que se ofrecen en un manual-guía en la segunda fase de esta propuesta, producción que se fundamenta en las reflexiones sobre las habilidades transversales y las competencias colaterales y organizacionales, complementadas con las facultades endógenas y las trilogías que explicitamos en el capítulo primero.

      La intención es la esencia de toda comunicación y la actitud es la esencia de la intención. Por tanto, con apertura de mente, corazón y voluntad, guiaremos el navío mirando la Estrella Polar; en el transcurso, también serviremos de vigía, vislumbrando futuros deseados a partir de la inmanencia que caracteriza al individuo interior, al directivo, a quien invitamos a adoptar, en sí mismo y para sí mismo, una visión integrada de la vida. Mediante sus facultades intelectivas, mantendrá prendida la lámpara de la mente-consciencia (y entiéndase, preliminarmente, que la consciencia será para nosotros el endocentro consciencial del sí mismo en las constelaciones de las ideas, sentimientos y sensaciones que cobran sentido en lo cotidiano). De manera que el endocentro consciencial del sí mismo, más profundo que los “yo” (ego en los roles de cada uno), es el fuero de los sentidos de la energía que alumbra aquello en que se está con ojos internos de inmanencia de la que cada uno es dueño. De esta manera, el endocentro consciencial es vitalmente interioridad en y para el sí-mismo (Quilmes, 2013). Posteriormente, desde una propuesta de una ontología de ser integral –que desarrollaremos en el capítulo segundo– reflexionaremos sobre el ser pluripersonal. Esta reflexión partirá del hecho de que sabemos que poseemos el germen de todos los defectos y de todas las virtudes y, por ello, nos sabemos duales, a veces contradictorios, en esta la lucha de toda la noche de la vida para ir mirando nuestra íntima Estrella Polar que nos guía en la bóveda celeste y orienta el sentido de nuestra corta existencia.

      Y reiteramos, antes de cerrar este prólogo, que cada quien llega a diversos muelles en la cotidianidad por medio de la consciencia. Ese es el pequeño y, a la vez, el gran repositorio de la espiritualidad, endocentro e interlocutor inmanente del ser que se sabe pensamiento, la primera y fundamental cualidad espiritual, como veremos en el capítulo tercero. En ella, en la consciencia, cada quien autorreconociéndose vida significativa. Y siempre, siempre vamos navegando solitarios en aguas profundas del inconsciente, en una “existencia cuyo verdadero valor siempre se ha de estimar únicamente por la ausencia de dolores, y no por la presencia de placeres, y aún menos de esplendor” (Horacio, Epi. 1. 12, v. 1-4).

      Como veremos, el Ser

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