Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly

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Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar - Andrés González Duperly

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diferentes en las combinaciones. Cada noción del SSO y sus conceptos se presentan en los capítulos correspondientes; se integran con otras trilogías complementarias, como identificamos más adelante, y actúan en calidad de hilos conductores –intrínsecos a los desarrollos formativos del fortalecimiento de las virtudes, el desarrollo de las habilidades transversales con las competencias colaterales y organizacionales y facultades endógenas– en pro del desarrollo integral de la vida.

      En esencia: el ser humano es ente consciente; a media ración sabe que se es; como tal, que aprende y se aprehende, construyéndose poco a poco. Al saberse conocimiento, obra fundiendo la consciencia racional, afectiva, volitiva, ética, estética… entre múltiples niveles en el entendimiento (comprensión) del “sí mismo” (self) con los respectivos “yos” según los roles que cada uno ejerce y las “voces” que autoescucha por parte de la consciencia en las experiencias. Se sirve de códigos (lenguajes) para comunicarse con el mundo externo en la transferencia de significados de doble vía desde la inmediatez del sí mismo y en las intencionalidades que formula. Cada una de las nociones de las trilogías asciende, se renueva hacia diferentes cotas; de manera que el sustantivo “ser” junto con los verbos “saber” y “obrar” de cada disciplina de la filosofía se interpretan según las interrelaciones que conforman el tejido de la malla curricular.

      Si bien el lenguaje es el epicentro del entendimiento, el medio que permite expresar y construir cogniciones, la palabra es la fuerza expresiva del tiempo presente en el verbo en la modalidad de infinitivo, y denota la acción por significar la razón del ser humano en el logos. La palabra es el principio racional de las cosas del mundo interno y externo del ser y conlleva a las transformaciones por el autogobierno en relación con los cambios o, en su defecto, en el futuro de estos.

      En el diagrama de Venn se presentan las interrelaciones de doble vía de cada una de las nociones en los cruces de las disciplinas. Este es el marco que fundamenta el enfoque del Ser para Saber Obrar, epicentro de la dirección integral de vida. La trilogía esencial del enfoque es semilla de la coherencia interna, autenticidad que permite atender los gérmenes de todos los defectos virtudes en las dualidades y afrontar complejidades; en la pluridimensionalidad y horizontes de las significaciones intencionales que orientan al Directivo Integral de Vida (individuo interior) hacia la ética del juicio (Kant) y ética de la decisión (Hegel).

      ESQUEMA 2

      INTERRELACIONES DEL SER PARA SABER OBRAR Y LA ÉTICA

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      Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2010-2018

      El verbo define la acción, esto es, el estado o el suceso de algo aplicable en nuestro contexto del saber obrar en las expresiones desde la dirección integral de vida, comenzando con el ser autoconsciente, lo que implica ser esfuerzo para autosuperarse (Nietzsche, 1978), haciendo un camino permanente en su potencia transcendente. Desde estas premisas, cada verbo de la trilogía:

      1) en modo simple infinitivo, va más allá de los límites de lo que comprendemos por el mundo sensible e insensible (ser, saber, obrar), en la perdurabilidad de las cosas;

      2) expresa lo que es posible conjugar en la acción por quien define –llámese Directivo Integral de Vida o individuo interno–, consciente de sí, de los alcances y limitaciones frente a su unicidad y de los congéneres en procesos de innovar cambios en la sostenibilidad;

      3) es susceptible a los cambios a nivel personal y productivo-organizacional, gracias a lo cual permite expresar los accidentes de tiempo, número, persona y modo; aplica a las tecnologías y a la productividad desde la habilidades transversales que comprenden, en ese orden de virtudes, competencias, facultades según el programa de enseñanza-aprendizaje, complemento de estas líneas;

      4) es transcendente desde el principio por su connotación teológica, bíblica en el logos (en el principio del universo, la palabra) en el contexto del hombre frente a sí, en ser/ente desde el “verbo”; además, por iniciativa e inventiva humana en las inspiraciones con capacidad de imaginar naves ideas intencionadas en la asertividad e inherencia frente a cada quien y los congéneres;

      5) “ser” significa ser con uno mismo, auténtico en los cuestionamientos o frente a los demás, por saber obrar con dignidad frente a sí en y para el bien común por medio de la palabra, el logos, en comunicación generativa con base en intercambios dinámicos;

      6) en la forma absoluta, el primer verbo “ser” que significa “haber” o “existir” (en lenguaje filosófico o literario), o en el dilema de Hamlet, “ser o no ser”, este último solo como verbo porque como sustantivo “no ser” es imposibilidad.

      La preposición “para” del sustantivo “ser” y en su forma absoluta sin atributo significa “haber” o “existir” y en el “Dasein” heideggeriano (1927), “ser-ahí” es esencia de vida. El imperativo del verbo “ser” en su modo infinitivo, futuro del indicativo –el potencial– “para”, del presente subjuntivo, sugiere “finalidad, destino o utilidad” (en la direccionalidad de las cosas). Lo anterior implica un “lugar al que se tiende en el movimiento” como de “duración de la situación creada por la acción”; en “la disposición o en el estado de cierta cosa, adecuado para hacer de ella lo que en la preposición cada verbo expresa” (Moliner, 1994, p. 633).

      Al interior de la trilogía SSO, las Dimensiones Humanas en Acción (DHA) definen la estructura del enfoque, fundamentos del marco conceptual para el desarrollo y fortalecimiento de las virtudes, habilidades transversales y facultades endógenas del individuo interior hacia el estándar de la dirección integral de vida. Las DHA son las facultades intrínsecas del alma-consciencia considerando el alma como el principio vital (espíritu) mediante el cual vivimos, sentimos, conocemos y nos movemos. Ese animus (espíritu y ánima) es la fuente de todas las operaciones en la pluridimensionalidad del ser humano, como veremos en el segundo capítulo.

      En el universo, el espíritu y la materia se compenetran; son intrínsecos a la naturaleza en las representaciones, como sugiere Schopenhauer (2010). La primera expresión, el espíritu, es ingrediente esencial, absoluto e inspirador de vida. Rescatamos de Jung (2013) “la creencia sobre la sustancialidad del espíritu […] después que esa afirmación cediera a una cada vez más intransigente sustancialidad del mundo físico” (p. 12), cuando, durante casi cuatro siglos, pensadores y sabios consideraron el espíritu “como totalmente de la materia y de las causas materiales” (Jung, 2013, p. 12). Y desde Kant, Hegel, Dilthey, De Chardin… entre otras mentes, el espíritu se pronuncia en la humanidad como una fuerza plena, profunda y como última expresión de la vida.

      Regresando al alma humana en relación con las DHA, que esta tenga una “calidad de consciencia es un hecho que, en resumidas cuentas, hay que aceptar tal como es, pues, si no fuera así, no se podría hablar de psique; más aún, no se podría hablar de nada, al faltar el propio lenguaje” (Jung, 2013, p. 18). Al aceptar la concepción junguiana, la consciencia es la condición de lo psíquico y en sí, es el alma. Y desde la propuesta de las DHA consideremos al alma interlocutora entre el corazón y espíritu; luego, si la consciencia es alma, se viste de espiritualidad con la función de habilitar las operaciones

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