Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly
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Dentro del marco conceptual del SSO, las necesidades de Maslow se circunscriben a necesidades físicas, sociales y psíquicas, las cuales en el modelo se complementan con intereses o expectativas, deseos y pasiones por parte del Directivo Integral de Vida, sugiriendo estímulos diferenciados al interior de las siete Áreas de Concentración Individual. Las pasiones, los deseos y los intereses no son requerimientos, pero sí son estímulos que requieren tomas de decisión y acciones para llevar a cabo con determinación y entusiasmo; y todas estas querencias son mutables al interior de cada una de las siete Áreas de Concentración Individual con salida en las habilidades transversales (con las virtudes y las competencias en las tipologías), que comprometen al individuo interior directa o indirectamente con la misión de vida, o bien, el “gran diseño” que establece con sensatez desde las experiencias frente a una teoría sobre la madurez (en esencia, prudencia en el ejercicio del criterio) y se manifiesta con los respectivos antónimos en breve, así:
HACIA UNA TEORÍA DE LA MADUREZ
Inmadurez Temor / desconfianza Mentira / incumplimiento Pesimismo / envidia Pereza / narcisismo Avaricia Cólera / terquedad Agresividad / cobardía Ignorancia / atrevimiento Inseguridad / timidez Pasivo Dependencia Comportamiento de pocas maneras Intereses superficiales y erráticos Perspectiva a corto plazo Posición subordinada Ausencia de conciencia de sí y de sus actos | Madurez Audacia / seguridad de sí Veracidad / rectitud Optimismo / servicio Acción / entrega Generosidad / comprensión Jovialidad / flexibilidad Tolerancia / colaboración Preparación / estudio Estabilidad / seguridad Activo Independiente Se comporta de muchas maneras Intereses profundos y perseverantes Perspectiva a largo plazo Posición igualitaria o súper-ordinaria Conciencia y control de sí |
La teoría de la madurez (González, 2005), presentada como esta “lista de chequeo”, permite vislumbrar cómo obrar frente a la realidad con audacia, rectitud, entrega y perspectiva, entre otros rasgos reflexionados en las construcciones del autoentendimiento por quien se sabe consciente, en equilibrio frente a sí al actuar con ecuanimidad con el entorno. Lo anterior le permite autodefinirse de acuerdo con lo que cree, piensa, siente y hace con su vida, guiado por el criterio, el medio para conocer la verdad al interior de las dimensiones humanas en las decisiones. Sabe que la tranquilidad de consciencia (felicidad) es claramente proporcional a la superación (dominio) de los pocos defectos con relación a los más numerosos atributos o cualidades que el ser consciente de sí conserva, nutre y yuxtapone.
El individuo interior se autodefine por lo que piensa, siente y hace en cada Área de Concentración Individual de la Vida. La felicidad (o en Horacio, la ausencia de dolor) la hace más alcanzable. Este valor es directamente proporcional a la superación de los defectos en la etapa de madurez consciente. De manera que el Directivo Integral de Vida canaliza las actividades en cada área en conformidad con la madurez que define para su vida y “sus circunstancias” (en términos de Ortega y Gasset) y maneja cada área como proyecto de vida integrado con los demás, estableciendo la misión desde el “gran diseño”. Y cada área tiene igual jerarquía, cobra igual valoración, puesto que unas áreas refuerzan las otras y orientan cualquier iniciativa (intencionada), concatenada con las otras en los espacios de tiempo. Lo anterior se basa, por una parte, en los bienes de la vida humana, que se dividen en tres clases, según plantea Aristóteles en la Ética Nicomáquea: los exteriores, los del alma y los del cuerpo, y por otra parte, en la búsqueda de los cambios de Schopenhauer (2006). De esta manera, el individuo interior se confronta con:
1. Lo que cada quien es: el temperamento, carácter y la personalidad en los sentidos más amplios que incluyen la inteligencia, los valores, el sentido ético-moral, las actitudes, las conductas, etc.
2. Lo que se posee: en conocimientos con base en los valores, los títulos, propiedad y el haber de todas las clases.
3. Lo que se representa: la manera como los demás se caracterizan frente al individuo interior; por tanto, lo que está en su representación frente a sí y a los demás.
Las tres suertes sobre aquello que cada uno piensa que es, posee y representa están en moción y pasan por transformaciones que se registran en las distancias recorridas por el individuo interior en los tiempos lineales y psíquicos en su continuo de los presentes-pasados (memoria), presentes-presentes (experiencias) y presentes-futuros (expectativas), según los telos (objetivos que persigue en los fines de la vida). Estas conjugaciones son en pro de las anticipaciones, apropiaciones y las acciones dentro del esquema prospectivo de los futuros deseados en los cambios. Lo anterior implica una dirección en la madurez de las actividades al interior de las cuatro DHA con salida en las siete áreas, definiendo lo que es correcto hacer y lo que no, con ilusión de alcanzar la autorrealización de Maslow en la cúspide de la pirámide de las necesidades, las que, al interior del Ser para Saber Obrar, complementamos con la estructura de las áreas, puesto que la autorrealización requiere autoentendimiento, no solo en beneficio propio, sino en el canalizar el saber ser integral en beneficio de los congéneres en el bien común. Al área espiritual le corresponden los procesos de las “necesidades” (deseos o pasiones) a la propuesta de Maslow en la cúspide (Esquema 4, arriba) y autotranscendente en Kant y Frankl en los pilares del autoconocimiento que conllevan a los referentes éticos-morales del Directivo Integral de Vida, como veremos más adelante.
ESQUEMA 4
LAS SIETE ACI Y LA JERARQUÍA DE NECESIDADES MASLOW
Fuente: Elaboración propia, Gerintegral para FAE/FCSH en SSO-2010-2018.
Con base en la anterior visual en las interdependencias, el reto del directivo integral está en vislumbrar la vida integradamente en los equilibrios. Apreciar la realidad como una totalidad integrada, evitando fragmentaciones, aumentando la intensidad y la calidad de la “atención concentrada” (atención desnuda o mindfulness), la visión interna (insighting), la precisabilidad1 o bien responsabilidad demostrada (accountability), facultades endógenas que complementan las habilidades transversales que le competen al Directivo Integral de Vida frente al omnitudo realitatis –el conjunto, la totalidad de la realidad, desde lo íntimo-personal y profesional–. Y la vida consciente reclama definición en los actos a partir de las intenciones que los guía en las reciprocidades.
Las Dimensiones Humanas en Acción son las guías para afrontar las vicisitudes que el ser atiende a oscuras “luchando toda noche de la vida”, gestionando el riesgo en las contingencias que se presentan de una manera u otra al interior de las siete Áreas de Concentración Individual. Es en tales retos cuando una Dirección Integral de Vida satisface todas las necesidades, la mayoría de sus intereses y expectativas y algunos de los deseos y pasiones en las querencias con base en las cuatro virtudes cardinales que son necesarias para atender las siete áreas en el recorrido diario mediante las habilidades transversales y las facultades endógenas que facilitan y propulsan al individuo interior hacia la excelencia mediante la voluntad. Los motivos para la acción (motivaciones) y los estímulos precedentes a las realidades internas y externas de cada uno frente a cada una