Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly

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Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar - Andrés González Duperly

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del Esquema 5, abajo, observamos en el continuum de la cadena que cada estímulo invita al libre albedrío a responder a interrogantes (qué hacer, por qué, para qué, cómo, cuándo, con quién, en dónde…), lo que implica toma de decisiones (en la autonomía de la voluntad) y como consecuencia se procura la acción, la que, a su vez, provoca otros estímulos y así se genera el bucle en el continuo de las cosas. Gracias a las capacidades o atributos personales –que son las habilidades transversales y facultades endógenasel individuo interno responde con habilidad frente a cada uno de los roles en las siete áreas. La capacidad de responder con habilidad en la vida es posible por medio de las dimensiones cuando se tiene consciencia de la intencionalidad, la conectividad, la direccionalidad y la creatividad de lo que hacemos o dejamos de hacer.

      ESQUEMA 5

      ÁREAS DE CONCENTRACIÓN INDIVIDUAL Y DIMENSIONES HUMANAS EN ACCIÓN

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      Fuente: Desarrollo del modelo: González-Duperly. Derechos reservados en dimensiones humanas en acción- SSO-2017.

      En relación con los desempeños de las cuatro dimensiones y la influencia que tienen en las Áreas de Concentración Individual, el modelo se enriquece con las conexiones funcionales entre las estructuras de la psique de Jung (2013): pensamiento, intuición, sentimiento y sensación, factores propios de la consciencia (Dimensión 1) y consecuentes manifestaciones antropológico-culturales, entre otras, de las que tratan las teorías psicológicas junguianas, en particular las relacionadas con las actitudes.

      Las dimensiones actúan como fuerzas motrices al interior de las Áreas de Concentración Individual; la tensión por las presiones internas o externas se reducen mientras se logre mantener o recuperar el equilibrio emocional en la homeostasis (Cannon, 1939). Al controlar y mantener en equilibrio las siete áreas, estas se fortalecen mediante la direccionalidad que se asigna a la vida entendida integralmente. El manejo de una vida ordenada, sostenida –que se mide en la distancia que se recorre frente a cada proyecto de vida–, es el pasaporte para autotranscender, dejando espacios de tiempo para la realidad externa, el derrotero esencial desnudo de la existencia por el hecho intrínseco de ser un individuo interno quien, como sugiere Frankl,

      [...] siempre está relacionado con y señala a algo distinto de sí mismo, más exactamente expresado, hacia a algo o alguien. Es decir, más que aparecer preocupado por alguna circunstancia interna, sea ésta el placer (freudiano) o la homeostasis, el hombre se orienta siempre hacia el mundo externo, y dentro de este mundo, se interesa por colmar el sentido de las cosas y por otros seres humanos (1987, p. 282).

      Y complementariamente, la autocomprensión ontológica prerreflexiva de Frankl considera que “el hombre sabe que se está autorrealizando en la medida en que se olvida de sí mismo, ya sea sirviendo a una causa noble o amando a otra persona distinta de sí mismo” (2011, p. 282). Así, las causas nobles en el amor en su sentido amplio espiritual-humano y la libre elección son los semilleros de las Áreas de Concentración. Estas son paralelas con las necesidades sociales de valoración y de autorrealización por las exigencias interactivas en las reciprocidades que requieren las Dimensiones Humanas en Acción al interior del sistema de Ser para Saber Obrar. De manera que la autorrealización en Maslow y el ser autotrascendentes de Frankl las consideramos acciones dimensionales, conscientes, integradas con las funciones junguianas (pensamiento-intuición, sentimiento y sensación) del Esquema 5, arriba. Y consideramos que esta autorrealización consiste también en mantener el equilibrio al dirigir con madurez las Áreas de Concentración Individual con base en los principios que fundamentan la ética (la honestidad y el respeto) y, de igual manera, establecer una tabla diáfana de valores y actuar conforme a estos, ya que, de esta manera, se abren las oportunidades para salir de sí y ejercer un control sosegado de sí.

      Desde los planteamientos de Maslow, Frankl y Jung, el manejo práctico de las cuatro Dimensiones humanas y de las siete áreas es entonces el recurso para fortalecer los procesos de autoconocimiento en un desarrollo personal progresivo al comprender las realidades internas y externas a partir de percibir, intuir, pensar, y sentir (Jung, 2013), y al considerar la consciencia espiritual, que es la guía de las intenciones y de las acciones voluntarias en los asuntos donde prima la atención concentrada (mindfulness) y la visión interna (insighting) de las que se ejerce control, cuando se quiere, en la Dimensión de la Voluntad.

      De manera que con las manifestaciones inteligentes (al interior de una consciencia espiritual) hacia la autorrealización y autotrascendencia, el marco conceptual del Ser para Saber Obrar se deslinda en el bien obrar a partir de la libre elección en la rectitud moral en cada área: frente a sí (ética) y para con los demás (valores morales), como veremos en el capítulo tercero. Y cuando un directivo integral se autorreconoce en la experiencia de vida en los aprendizajes (por medio de las habilidades y facultades), el individuo interior se reconoce inmanente (Kant); se sabe frente a su propia finalidad, inherente a la permanencia del yo interior, en el ser que reconoce y va despertando frente a sí y que, desde el pensamiento augustiniano, clama: “me he hecho cuestión a mí mismo”.

      Por lo tanto, la construcción personal es posible a partir de la inmanencia y las construcciones personal-transcendentes, a flor de piel en la realidad para quien las quiera buscar en su interior, entendiendo qué es lo que se busca en el telos del gran diseño, la misión en una vida, manteniendo los equilibrios en el principio de homeostasis. El complemento espiritual y la transcendencia –en las “aspiraciones superiores” de la psique humana de Frankl– son elementos para definir el sentido y la posición para la vida y la orientan para insertar la razón del ser individual en concierto con los valores universales en la sociedad. Estas axiologías afloran cuando las dimensiones humanas activan la imaginación hacia el interior, y a la vez, hacia lo social. Esa inspiración es consecuencia de la inventiva-intuida, resultado de las dimensiones del marco conceptual del Ser para Saber Obrar a partir de: la consciencia intencionada, la conexión auténtica con el mundo sensible e insensible y la voluntad que direcciona la acción a partir de la imaginación en las iniciativas de la creatividad, sabiéndonos seres innovativos porque transformamos lo que nos es dado por los sistemas de vida, tanto para el bien como para el mal.

      Decisivamente la persona imaginativa de sí, en procesos de autorrealización desde el autoconocimiento, es dinámica y constituye el gran diseño para vivir por algo, en vez de vivir de algo (Kierkegaard, 2012), al saberse simultáneamente aprendiz y obrante con base en los diferentes motivos para la acción y en búsqueda del sentido (Frankl, 1945), de frente a lo que hace o se deja de hacer en el ser, el deber ser y el tener el deber de… Lo expuesto se encuentra en la dignidad y en las virtudes humanas a partir de una ética íntima y una tabla axiológica pertinente a cada una de las Áreas de Concentración Individual. En la cotidianidad, lo bondadoso es bienaventurado (feliz en los goces alegres), considerando que las cosas del mundo no siempre son buenas por ser deseadas, sino que son deseadas por ser buenas. Y, ¿no es por la libertad, gracias a la amplia capacidad de elegir, que no siempre obramos en función de un bien mayor con integridad?

      El cuadro 1 presenta los cruces preliminares entre las nociones del Ser, Saber y Obrar y las dimensiones de percibir, intuir, pensar-sentir, aprender y actuar, bondades de las esencias de cada dimensión en relación con las Áreas de Concentración Individual. La propuesta de las cuatro dimensiones se vislumbra psíquica-espiritual, visión introspectiva que surge de la dimensión de la Consciencia, cuya esencia es la intencionalidad y que en los flujos de los sentipensamientos hace “presencia” en su mismidad y se exterioriza mediante la dimensión de la Conectividad, cuya sustancia son las interacciones de los “aquí-ya”

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