Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar. Andrés González Duperly

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Dimensiones humanas en acción : Ser para saber obrar - Andrés González Duperly

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de consciencia espiritual, intelectual, social… cuando los breves espacios de la cotidianidad en las fragmentaciones alimentan cada vez más la complejidad.

      En lenguaje agudo junguiano, la idea de un espíritu autónomo, su existencia, se postula de forma natural. Inferimos que se rescata con fuerza en países emergentes en este joven siglo XXI sin referirnos necesariamente a la religiosidad e iglesias que pululan por doquier. Una cosa es el espíritu de una época o que mueve a una persona (individuo interior) manteniendo en mente que el espíritu es Amor (universal), Inteligencia y Libertad. La “psicología con alma” (Jung, 2013, p. 20) se recobraría con fuerza y de su propuesta hace 75 años. Sugerimos, por tanto, sembrar la semilla de una psicología metafísica sobre una consciencia espiritual-humanista: el común denominador del SSO desde la ética, como sugerimos llamarlo el endocentro espiritual, haciendo referencia a Hegel (1966). De forma que el enfoque de las cuatro DHA en la autoconsciencia lo enmarcamos en una consciencia espiritual-psicológica, consciencia que es conocimiento inmediato que tenemos de nuestros fenómenos psíquicos y de nuestros varios “yos” (Horney, 1959; Pörksen, 2016), que animan (en la psiquis), como reflexionamos más adelante.

      En la aspiración y la fuerza para comprender la vida en sí misma, la poesía es reflejo del inmenso concepto del espíritu y la misteriosa consciencia humana (álmica), seguimos existiendo con sentido mientras creamos, y así:

¡Cuán asombrosa es la consciencia…! Inmanente. Raíz de la actitud. Puente de trascendencia… Presencia... Centro de plenitud. ¡Cuán prodigiosa la consciencia…! … endocentro espiritual… Fuente… reservorio racional. Pensamientos en estados… Mar de vida intencional; ¡Cuán fenomenal la consciencia...! … Luz radiante en el valorar… Al instante un iluminar Discernimiento… Florescencia. Aliento al reexaminar… ¡Cuán Fascinante la consciencia…! … Imágenes de una realidad… Compañera incondicional, ¡besas el alma!… Angelical… ¡Cuán alumbrada la consciencia…! … Efecto de vida espiritual… / ¡Viajera con norte misional! Guía: microcosmos… iluminada. Centello del buen sentir-pensar… Fuente de fraternidad… ¡Decibel! Unicidad… ¡Vida vertida! ¡Cascabel!

      Conciencia, alma y espíritu son nociones que no se prueban o desaprueban y que nos remontan a la “psyqué” del griego, paralelo con el verbo “soplar”, y del latín “el significado del alma evocando la representación de un ‘viento agitado’, de soplo helado de los espíritus” (Jung, 2013, p. 22). Así, se hace referencia a una psicología sin alma que mantiene que el alma no es entidad que existe por sí misma, “sino una simple emanación de los procesos físicos del sustrato”, en contravía de las teorías junguianas y de las otras que adoptamos en el enfoque SSO-DHA. Por tanto, las psicologías “sin alma”, hoy, en el posmodernismo, le apuntan al transhumanismo, son de una conciencia (sin ese), que excluyen todo psiquismo del inconsciente y temas candentes de la bioética. Para estos, lo psíquico y lo anímico son tan solo efectos bioquímicos, neuronales-cerebrales, y ahora, en las bioideologías van en contravía del humanismo clásico. Proseguimos con Jung. La idea de un espíritu en sí, de un cosmos espiritual que forma parte de un sistema cerrado es postulado para la existencia de almas individuales y separadas, abriendo la posibilidad de una psicología con alma, que se basa en el postulado de un espíritu autónomo, considerando que “la hipótesis del espíritu no es más fantástica que la de la materia” (Jung, 2013, p. 20). En conclusión, lo psíquico es lo que denominaremos “álmico-conciencial”, que son las experiencias innegables del ser.

      Complementariamente, Jung mantiene que “tenemos derecho a invertir, por una vez, las hipótesis y suponer que el alma proviene de un principio espiritual tan inasequible como lo es el origen de la materia en la hipótesis contraria” (2013, p. 21). Suponer entonces que el alma proviene de un principio espiritual como ya lo habían planteado Hegel, Dilthey, Hipona... y desde remotos filósofos griegos y más atrás, de las “poderosas culturas como la india y la china que elaboraron filosófica y prácticamente hasta en sus menores detalles, la vía del conocimiento interior” (Jung, 2013, p. 27). En esta propuesta, el autoentendimiento lo situamos en el SSO, en el despertar frente a cuatro dimensiones a las que tenemos acceso, si miramos con cuidado, en el desarrollo del criterio. En efecto, es el despertar frente a estas dimensiones el que nos permite saber cómo salir de zonas de confort y darnos cuenta con plena consciencia activa cómo desfragmentarnos. DHA del saber obrar tomando decisiones oportunas, enriqueciendo las virtudes y, así, fortaleciendo las habilidades aunadas a la eticidad por medio de la consciencia espiritual y los componentes dimensionales que sugerimos y en los que en estas líneas fundamentamos las reflexiones del sistema del SSO-DHA, sistema que, si bien es abstracto por las nociones que lo componen, se mantiene como un todo gracias a las reciprocidades de estas nociones (Bertalenffy, 1968), con salida práctica en las herramientas que sugerimos y explicamos.

      El sentido de ser es saber que tenemos dos tipos de consciencia: la espontánea y la reflexiva. La espontánea abriga “las primeras impresiones de nuestros estados y actos” (Faría, 1955, p. 36) en el fluir continuado de la consciencia en James (1950). La consciencia reflexiva, en cambio, “es un retorno deliberado del espíritu sobre sí mismo y sus actos” (James, 1950, p. 36) frente al sí mismo en una identidad individualizada de los “yo” de Pörksen (2016), fortalecidos al sabernos conscientes de: los tiempos psíquicos –los de la memoria–, repositorio principal de nuestro inconsciente (como suele ocurrir con los estados del presente inadvertido); los tiempos reales o históricos de la consciencia; los “aquí y ya” en el presente infinitivo y la experiencia; y los tiempos de expectativas, esto es, los de los futuros que corresponden a las anticipaciones.

      Afirmamos que el Directivo Integral de Vida (individuo interior) piensa con sabiduría en los cómos, con propiedad expresa en los momentos oportunos. De esta manera, genera confianza y con criterio actúa, con decisiones honestas y equitativas, gracias a lo cual genera beneficio (Comenio, 2006). Así, sobre el planteamiento de las cuatro Dimensiones Humanas en Acción (DHA), estas quedan preliminarmente identificadas, a saber:

      I. Intencionalidad de la consciencia

      II. Interactividad, mediante la conectividad

      III. Direccionalidad por la voluntad

      IV. Imaginación inspirada por la creatividad

      Por tanto, consideramos que las DHA son estados interrelacionados en el fuero interno del ser que se sabe por y para algo, en función de uno o más sentidos, y además considera que la consciencia es una actividad, un fluir continuado en el interior; “facultad de considerar lo que pasa en nosotros”, o como efecto, los “hechos que, por ser conocidos por ella, existen en ella” (Faría, 1955, p. 17). Y el Espíritu, es ánimo que guía. Cada quien, como energía, soplo del presente-presencial de la consciencia espiritual, en su libre albedrío puede optar por las buenas, en vez de las malas intenciones por medio de reflexiones a la luz que la racionalidad pueda irradiar, pero en la frecuente oscura y fría especulación de los pensamientos, los cuales, no obstante, se sienten buenos en las sombras del corazón (Rilke, 2001, p. 81). El sistema dimensional se pone en marcha considerando que los componentes son expresiones de cambios cognitivos, emocionales, espirituales, sociales, entre otros estados anímicos y actitudinales en las circunstancias de la cotidianidad. Es a partir de la consciencia cuando interpretamos cada noción al interior del corazón-alma y con mente abierta (en ese orden en la autognosis), inspirada por el ánimo (alma), la voluntad de Schopenhauer (2006) y la aperceptividad de Leibnitz (1983). Es a partir de la primera dimensión que las demás dimensiones se integran en las simultaneidades como un programa de computador “con varias ventanas abiertas” y cada dimensión con su rol y responsabilidad conscientes de la responsabilidad de cada una en el sistema. Son cada vez más las personas huérfanas de atención concentrada en el

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