Gobernanza china. Tyra Diez Ruiz
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[«La competencia básica de los cuadros del PCCh: mantener estrechos lazos con la gente» (enero de 1989), del libro Sacudirse la pobreza.] |
En las puertas de la oficina gubernamental del condado de Neixiang, en la provincia de Henan, hay colgado un pareado de grandes caracteres, cuya primera línea dice: «La honestidad no habla de pobreza, la diligencia no menciona la dificultad», y su segunda: «respetar lo escuchado, actuar con conciencia». La primera línea significa que un cargo de verdad incorruptible no se quejaría de su pobreza, ni uno verdaderamente diligente de sus dificultades. La segunda aconseja escuchar las voces del pueblo y esforzarse por actuar según lo aprendido. En este discurso, Xi Jinping recurrió a la primera línea del pareado porque hace tiempo que se convirtió en una máxima popular referida al buen gobernante, y por tanto aún connota un gran valor en la construcción de un gobierno limpio por parte del PCCh.
Zhuge Liang, primer ministro del estado de Shu durante el periodo de los Tres Reinos, se hizo célebre por su férrea autodisciplina y frugalidad. Comenzó su carrera pública a los 27 años, asistiendo concienzuda y diligentemente a los reyes Liu Bei y Liu Shan durante casi tres décadas, hasta que murió por enfermedad a la edad de 53 años en Wuzhangyuan. Su máxima «dedicarse en cuerpo y alma a su deber, aunque la muerte le costase» sentó un modelo de conducta. Según los registros, Zhuge Liang escribió Memorias al rey Liu Shan antes de morir, donde declaraba: «Mi familia tiene 800 moreras y quince acres de tierras de cultivo en Chengdu, suficientes para costear la vida de mis hijos y hermanos. Yo en calidad de ministro poseo ropa y alimento suficiente, de forma que me limito a ejercer mi función sin acometer ninguna otra empresa que aumente mi patrimonio. Cuando yo muera, por tanto, Su Majestad no habrá de cargar por mí ni un rollo de seda de más ni riqueza alguna que exceda sus expectativas».
Sima Guang, por su parte, letrado y oficial de la dinastía Song del Norte, es famoso por su gran audacia y valentía, tal y como ilustra esa bonita anécdota suya de infancia que cuenta cómo salvó a un compañero de morir ahogado en una tina. Muy trabajador y diligente, al que para trabajar «no bastaba el día y robaba horas a la noche», dedicó parte de su vida a los registros históricos y la vida política. A él debemos los primeros anales de nuestra historia escritos en clave analítica, Lecciones de gobierno, que fueron compilados bajo su dirección. Se mantuvo incorruptible durante sus cuarenta años de servicio, desde sus primeros años como oficial del gobierno local hasta que fue ascendido a puestos de más alto rango, «sin atreverse a comer carne apenas, ni vestir seda pura». Hacia el final de su vida, le dedicó a su hijo Sima Kang un escrito que se hizo célebre por sus sabias enseñanzas, Lecciones sobre la sana frugalidad, de donde podemos aún hoy extraer algunas lecciones significativas para la actualidad, tales como «acostumbrarse al lujo desde la mesura es sencillo, pero abandonar los excesos en pos de la frugalidad es arduo», o «mediante la frugalidad se labra una buena reputación, mientras que mediante el exceso llega la ruina».
Nuestros predecesores revolucionarios, la generación encabezada por Mao Zedong, fueron también un modelo de honestidad y sencillez. Cuentan que cuando Edgar Snow, el primer periodista occidental que entrevistó a Mao, llegó en 1936 a la frontera entre Shaanxi y Gansu donde se encontraba el Ejército Rojo, se quedó perplejo ante la frugalidad de su base: Mao Zedong poseía tan solo dos uniformes y un único abrigo acolchado, ninguno de los allí presentes tenía ninguna propiedad, además todos los soldados recibían la misma paga sin importar el rango, y aunque este era escaso, ninguno trataba de enriquecerse mediante corruptelas o favoritismos… Al ver todo esto, Snow concluyó que tanto los miembros del PCCh como el ejército que lideraban «tenían una determinación imbatible, una perseverancia a prueba de cualquier dificultad».
Xi Jingping recurrió a los ejemplos de Zhuge Liang y Sima Guang para ilustrar la cuestión del autocontrol de los miembros del Partido. La honestidad es la base del buen gobierno y la diligencia su clave, de forma que solo los que así procedan lograrán el agradecimiento y admiración de la gente. Así, en un poema exaltó estas dos virtudes políticas cantándole a Jiao Yulu, a quien agradeció su espíritu de entrega al pueblo, y también dedicó un escrito a Gu Wenchang, a quien caracterizó como «un monumento inmortal en el corazón de la gente». En su discurso durante la Inspección e Instrucción del Programa de Educación y Práctica de la línea de Masas del Partido, Xi volvió a incidir en esta cuestión con palabras sencillas pero profundas: «Los cuadros dirigentes del PCCh son servidores públicos, por tanto, deben permanecer fieles a su obligación de gobernar de forma honesta y diligente, ocupándose de sus asuntos con las manos limpias».
Es evidente, por tanto, que la honestidad y la diligencia son las dos virtudes políticas centrales para Xi Jinping. Para él, además, construir un gobierno anclado en la integridad y el trabajo duro no es solo una cuestión de eficiencia, sino una concepción ideológica que hunde sus raíces en la revolución. Afanarse en ello con una conciencia plena es la única forma de ganarse la confianza de la gente.
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