Los poderes de la vida. Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Los poderes de la vida - Omraam Mikhaël Aïvanhov

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extraordinarios que extraerá de los archivos del universo.

      Y ahora, en vez de hacer magia, como algunos, para que os amen, para que os veneren, ¡ocupaos de la vida! Cuando la vida que emanéis sea luminosa, y llena de amor, impulsará a miles de personas a amaros. Es pues la vida que emanáis la que se encarga de que os amen. Sí, no sabemos lo que desencadena en los seres, cómo les habla, pero de repente, todo el mundo os ama. Es la vida la que se encarga de traeros unas veces el amor, otras los conocimientos, otras la alegría.

      La mayor magia, la mayor magia blanca, es pues la vida luminosa. Y si enviáis esta vida en todas direcciones, un día, ya no podréis salvaros, aunque huyáis a otros planetas, porque hasta allí también os perseguirá con amor. Aunque digáis: “¡Dejadme tranquilo!”, nada que hacer… Y si vuestra vida es apagada, caótica, tortuosa, tampoco ahí podréis salvaros: irá a desencadenar en algunos reacciones hostiles y de todos lados os lloverán las catástrofes sobre la cabeza. La verdadera magia, la más poderosa, la más verídica, es la vida, la vida que lleváis. No os ocupéis después de ninguna otra cosa, ni de magia, ni de ciencia, ni de amor, todo eso lo tendréis. Algunos dicen: “Yo vivo… Vivo… como, bebo, hago negocios…” No, no vivís, os contentáis con vegetar, todavía no sabéis lo que es vivir. Porque la vida tiene grados, miles de millones de grados.

      El día en que hayáis comprendido que la verdadera magia está en la manera de vivir, recibiréis todo lo que deseéis sin ni siquiera tener que pedirlo. Por eso tengo ganas de deciros exactamente lo contrario de las palabras de Jesús: “¡No pidáis y recibiréis!… ¡No busquéis y encontraréis!… ¡No llaméis y se os abrirá!…” Sí, pero ¿cuándo? Cuando viváis una vida divina. ¡Sí! Y un día se escribirá un nuevo Evangelio, porque Jesús también lo pensaba pero no pudo decirlo. En la época en la que hablaba, la gente no hubiera podido comprenderle. Si volviese ahora, diría: “Vivid una vida divina y no pidáis nada… ¡Lo tendréis todo!” ¿Por qué? Porque, viviendo esta vida divina, dais. Y, entonces, recibís. Y aunque no hayáis expresado ningún deseo, eso no tiene ninguna importancia, os dan. Evidentemente, si la inquisición estuviese ahí me exterminarían: “¡Qué orgulloso!… ¡éste presuntuoso quiere poner patas arriba la Enseñanza de Jesús!”, y me quemarían. Hasta ahora siempre he explicado y subrayado lo que Jesús había dicho y hoy, por primera vez, me permito decir lo contrario (pero, en qué condiciones… eso es lo que hay que comprender).

      Es el corazón el que pide, y no pide ni la ciencia ni la fuerza, sino el amor y el calor. Y el intelecto, en cambio, no pide, sino que busca, y lo que busca son los conocimientos, los secretos, las verdades. Y la voluntad no tiene necesidad ni de conocer ni de ser calentada sino de actuar, quiere ser fuerte, poderosa, creativa, libre. ¿Veis qué precisión? Cada facultad del ser humano está particularmente preparada para una función determinada. Ésta es la verdadera psicología. No hay que mezclarlo todo. Pero cuando fui todavía más lejos en el pensamiento de Jesús, encontré que había que invertir estas fórmulas – ¡tanto peor para los cristianos si se escandalizan! – y decir: “¡No pidáis y se os dará! ¡No busquéis y encontraréis! ¡No llaméis y se os abrirá!” Sí, pero sólo si en su irradiación, en sus ondas, en sus emanaciones, vuestra vida es una vida divinizada.

      Sevres, 4 de abril de 1970

      II

      Así que, mis queridos hermanos y hermanas, ya veis… Al principio, os imaginabais saber lo que era la vida, pero al final os quedasteis asombrados al constatar que en realidad, no sabíais gran cosa al respecto. Sí, mientras no hayáis aprendido cómo emanar la vida para que ésta os lo aporte todo, os lo revele todo, os abra todas las puertas, no sabréis lo que es.

      De ahora en adelante debéis pues trabajar para intensificar y hacer fructificar esta vida que puede producir unos fenómenos de la más alta magia en los corazones, en las almas, en las inteligencias, en las entidades y las fuerzas de la naturaleza, e incluso en los objetos físicos. Sí, llega el momento en el que el mundo entero debe comprender que despilfarrar toda una eternidad de esplendor por una existencia de nada que habremos pasado comiendo, bebiendo, durmiendo y desenvolviéndonos un poco, pues bien, ¡es algo idiota! Corremos, corremos, trabajamos para poseer, para acumular y, al final, nos damos cuenta de que, en realidad, lo hemos perdido todo. Verdaderamente, decidme, ¿acaso es inteligente llegar hasta aquí? Si los Iniciados tienen el equilibrio, la paz, el gozo, la salud, y todas las bendiciones, es porque se han ocupado de la vida, porque han comprendido que la magia más poderosa que existe se encuentra solamente en la vida y en ninguna otra parte. Sí, la vida, poder insuflar la vida, no existe magia más grande: animar a los seres, estimularles, exaltarles, resucitarles, esto es la vida, pero la vida en sus grados superiores, porque la vida tiene grados y grados…

      Los humanos no tienen ni idea todavía de lo que son los grados de la vida, se han parado en los grados más bajos, y van tirando… Pero cuando se instruyan y se dejen aconsejar de otra manera, y en vez de malgastar su vida empiecen a amplificarla, a santificarla, estarán maravillados al descubrir que esta vida es la verdadera magia, que actúa ya en todas direcciones provocando fenómenos extraordinarios, y sobre todo, ¡porque empiezan a ser amados! Dais la vida, una vida pura, intensa, luminosa, y os aman. Mientras que si dais suciedades, es decir si sale de vosotros algo que desmagnetiza, que destruye, que disgrega, lo que introducís en los demás es la muerte, y la gente empieza a detestaros, os cierran las puertas. Evidentemente, eso también es magia, pero magia negra. Y, justamente, eso es lo que aprende la gente: cómo cerrarse las puertas de arriba. Sí, si sólo producís desorden y cacofonía, el Cielo ya no os da nada, no hace circular hasta vosotros energías para vivificaros, para inspiraros. Cada vez más os abandona y os sentís privados, limitados, vacíos. Y después son los humanos, ellos también, los que empiezan a cerraros las puertas. ¿Por qué los hombres son tan ignorantes? Y sin embargo, ¡han pasado años en la Universidad! Sí, pero en la Universidad no se explican estas cosas.

      Los humanos todavía no han empezado a estudiar la verdadera ciencia; porque la verdadera ciencia no es la química, la física, la biología, la astronomía, las matemáticas… La verdadera ciencia es la ciencia de la vida: cómo vivir, y justamente es la única que no se aborda jamás; no hay lugar en la Universidad para esta ciencia. Pero yo, mientras esté vivo, no cesaré de repetir: “No habéis aceptado esta luz transmitida desde hace milenios por los Iniciados, todavía seguís una filosofía perniciosa y estáis saqueándolo todo, estáis destruyendo las raíces, la fuente de vuestra existencia. ¡No sabéis lo que es la verdadera vida!”

      ¿Por qué coméis tres veces al día… o incluso cuatro? Coméis, bebéis, y después trabajáis, leéis, etc. Pero ¿por qué coméis primero? Y al comer, ¿acaso os instruís, acaso trabajáis? No, introducís la vida en vosotros y, cuando ésta empieza a infiltrarse, se va por todas partes a rociar las células de los brazos, de las

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