La pareja imperfecta. Mariolina Ceriotti Migliarese

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу La pareja imperfecta - Mariolina Ceriotti Migliarese страница 4

La pareja imperfecta - Mariolina Ceriotti Migliarese Claves

Скачать книгу

      JOSEPH DE MAISTRE

      1.

      UNA MIRADA AL CONTEXTO: IMÁGENES Y PALABRAS

      Dos historias breves

      Madurar las propias convicciones sobre los temas importantes nunca ha sido fácil: cada uno va construyendo sus sistemas de referencia a partir de lo aprendido en la infancia y en su ambiente familiar, contrastándolo luego con su experiencia precedente.

      Tradicionalmente, el psicoanálisis define al Yo como «aquella parte del aparato psíquico que se puede denominar razón y sentido común, en contraste con el Ello, que incluye las pasiones… En su relación con el Ello, el Yo es como un hombre sobre un caballo, que debe mantener bajo control la fuerza superior del caballo» (Freud, 1923). Me parece que esta comparación ilustra muy bien la dificultad del ser humano para desarrollar su razón, manteniendo bajo control, en la medida de lo posible, los numerosos impulsos que proceden de su componente emotivo: no se trata de una habilidad innata, sino de una capacidad que solo se puede adquirir con el tiempo y gracias al proceso educativo. Así, poco a poco vamos aprendiendo a esperar, a distanciarnos de lo instintivo e inmediato, y a pensar.

      Pero nuestra emotividad siempre está activa, lista para trastocar el pensamiento, sobre todo cuando este no recibe un entrenamiento regular para mantenerse activo y por medio de un ejercicio que requiere constancia, y cansa: seguir los instintos y los impulsos siempre es lo fácil, sobre todo si el contexto social alimenta nuestra emotividad y no nuestra razón. A causa de nuestra condición de “criaturas racionales”, el pensamiento individual siente la necesidad de apoyarse en el pensamiento del grupo al que pertenecemos, y sacar de él fuerza y aliento. A falta de compartir, nuestro pensamiento se debilita, se confunde, y las convicciones corren el riesgo de verse arrolladas, sin que lleguemos a entender bien qué ha pasado.

      Sucede entonces como en el caso de las “monedas falsas” de De Maistre: las ideas que poco a poco surgen en nuestro contexto cultural se hacen poco a poco predominantes, y acaban pareciéndonos obvias y condicionando nuestro comportamiento.

      Veamos dos ejemplos.

      Anna y Luigi tienen una hija de 16 años, Laura, una chica estudiosa y tranquila que nunca les ha dado especiales preocupaciones. Con frecuencia, por la tarde, Laura estudia con un compañero de clase, Giovanni, que también es un buen chico y con el que poco a poco se ha creado un vínculo especial, que no disgusta a los padres.

      Un sábado por la tarde Anna se da cuenta de que los dos chicos se han ido a estudiar a la habitación de Laura, y poco después se cierra la puerta. Siente entonces un sutil malestar, y no sabe cómo actuar: permanece junto a la puerta preguntándose si debe abrirla, si será mejor llamar, o si tiene que pedir a Luigi, su marido, que intervenga. Después de media hora se vuelve a abrir la puerta y los chicos están ahí, tranquilos, como si nada hubiera pasado. Anna se dice que sin duda su aprensión es exagerada. Los chicos solo han buscado un poco de intimidad, sin hacer nada malo.

      Pero desde aquel día los dos jóvenes vuelven a quedar todas las tardes en la habitación de Laura, con la puerta rigurosamente cerrada. Anna y Luigi discuten, les molesta la puerta cerrada y tienen la sensación de ser padres demasiado a la antigua: en el fondo, Giovanni es realmente un buen chico, y su niña tal vez sea ya mayor como para empezar a conocer el amor…

      Lucia y Franco tienen un hijo de 26 años, Andrea. Hace poco que ha terminado los estudios universitarios y ha encontrado un trabajillo, todavía poco remunerado, pero que le da cierta autonomía. Desde hace unos dos años Andrea sale con Marina, una chica simpática que va mucho a su casa: trabaja como empleada en una empresa de transportes y vive sola, de modo que no es un peso para sus padres.

      Un domingo, durante la comida con toda la familia, Andrea anuncia: «Marina y yo hemos decidido irnos a vivir juntos. A partir de la próxima semana voy a empezar a llevar mis cosas a su casa. ¿Quién me echa una mano?».

      Lucia y Franco se sienten desplazados: naturalmente, se imaginaban que la relación entre los dos jóvenes ya era bastante íntima. Pero de alguna forma habían evitado pensar en ello y la noticia les ha pillado desprevenidos. No saben cómo reaccionar: ambos son creyentes y se sienten traicionados por la decisión de su hijo, a quien creían haber inculcado la idea de la familia basada en el matrimonio. Por otro lado, Andrea ya tiene edad para decidir por sí mismo, ¡y parece tan seguro y feliz! Saben que muchos hijos de sus amigos han tomado ya la misma decisión: a lo mejor solo hay que aceptar que el mundo ha cambiado, y que lo más importante es que los jóvenes se quieran realmente: lo demás llegará a su tiempo…

      Estos dos fragmentos breves nos hablan de historias muy comunes hoy en día: padres desplazados por las decisiones afectivas de sus hijos, y confusos sobre la oportunidad de tomar una posición ante ellas. Se sienten divididos: el instinto les sugiere que eduquen como ellos han sido educados, algo que todavía posee un enorme valor para ellos; y por otro lado, no están tan seguros de qué conviene decir y hacer. Les gustaría decirle a Anna que, en su casa, la puerta de la habitación hay que dejarla abierta, por respeto hacia ellos; y a Andrea que, aunque respetan su decisión, no están de acuerdo y preferirían que tuviese el valor de casarse.

      Querrían hablar pero no saben cómo hacerlo, porque su pensamiento se ha vuelto incierto. Tienen miedo de ser padres poco preparados, incapaces de entender las exigencias de los jóvenes. Por eso prefieren el silencio, que las cosas se aclaren por sí mismas. Así respetarán la libertad de sus hijos y evitarán condicionarles.

      Pero hoy, igual que en el pasado, los hijos siguen necesitando que los adultos muestren su posición ante las cuestiones importantes, no para acomodarse a ella, sino para tener un punto de referencia que les ayude a madurar de forma adulta su propio pensamiento. Los hijos tienen que conocer cuáles son nuestros valores y por qué los consideramos importantes: no se quedarán callados, pero les obligará a pensar antes de dejarse arrastrar por la moda.

      Pero ¿por qué pasa esto? ¿Por qué hombres y mujeres que se consideraban muy seguros de sus convicciones abdican hoy de esta forma, cuando se trata de tomar una posición ante los hijos?

      ¿Qué ha cambiado en nuestra forma de sentir, que nos ha vuelto tímidos para defender las cosas en las que creemos?

      Habrá que preguntarse cómo se construyen las opiniones, cómo se difunden y cómo influyen sobre nosotros, para ejercitar de nuevo nuestro espíritu crítico sin sentimientos de inferioridad.

      Desde siempre, el ser humano se caracteriza por su capacidad de construir pensamientos y razonar sobre las cosas a partir del lenguaje. Es el instrumento, refinado y exclusivo, específico de la raza humana.

      Hasta hace unos decenios, la vía maestra para dar valor al propio pensamiento y difundir las propias opiniones era construir sistemas coherentes de pensamiento a través del lenguaje: era necesario hacer propias las palabras y su significado, encontrar las más adecuadas, aportar argumentos lógicos y convincentes que se pudieran contrastar con los del otro, hasta que el argumento se hiciera evidente por la verdad que contenía.

      Pero la palabra, que es capaz de acompañarnos a grandes profundidades de razonamiento, solo se puede desarrollar de forma lineal. La palabra necesita tiempo para transmitir el pensamiento y exige más esfuerzo cuando trata las emociones. Por eso la acompañamos con la expresión y el gesto.

      Solo se pueden decir las cosas manteniendo un orden y una secuencia. Es más fácil transmitir contenidos complejos o contradictorios dentro de un discurso, porque siempre nos vemos obligados a elegir qué decir primero, qué queremos destacar, qué es central y qué no lo

Скачать книгу