Ríos que cantan, árboles que lloran. Leonardo Ordóñez Díaz

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Ríos que cantan, árboles que lloran - Leonardo Ordóñez Díaz страница 4

Ríos que cantan, árboles que lloran - Leonardo Ordóñez Díaz Ciencias Humanas

Скачать книгу

agresivas de explotación y extracción de recursos, las cuales no son el resultado de dinámicas puramente endógenas, sino que, por el contrario, responden a factores impulsados por la mundialización y la circulación global de capitales, materias primas, mercancías, saberes. Desde esta óptica, la situación de las selvas tropicales en general, y de la Amazonía en particular, es apenas un capítulo de un problema más vasto: la crisis ecológica global. Mi trabajo parte del supuesto según el cual la comprensión de los nexos entre los imaginarios culturales y la degradación de las zonas selváticas de América Latina tiene un interés cuyo alcance desborda los límites de la historia regional, pues arroja luces valiosas a propósito de la crisis ambiental que atraviesa hoy la civilización. Vistas a la luz de dicha crisis, las narrativas hispanoamericanas de la selva dejan de ser un capítulo secundario o marginal de la historia cultural de América Latina y pasan a un primer plano desde el cual nos invitan a reconsiderar las profundas contradicciones que definen nuestras relaciones con la naturaleza en el seno de la globalización.

      Mi interés por estos temas se nutrió al principio de una constatación paradójica. Si bien las selvas tropicales de América Latina son consideradas sinónimos de riqueza natural y diversidad biológica, pocas regiones del mundo han sufrido un ritmo de deforestación tan elevado durante las últimas décadas. Se perciben en esta paradoja ecos persistentes de la noción de Sarmiento en Facundo, según la cual la naturaleza y sus pobladores, al ser núcleos de barbarie, deben ser desbrozados y remodelados culturalmente para abrir paso al avance de la civilización. Dicha concepción progresista y modernizadora, auténtico eje de la retórica cultural en la América hispana desde los tiempos de la Independencia (Alonso 1998), ha ejercido una fuerte influencia en la historia de la Amazonía durante el último siglo. Las narrativas de la selva no han sido ajenas a tal influjo y, al tiempo que describen la riqueza ambiental de las regiones en las que se sitúan sus historias, es usual encontrar en ellas elementos que reflejan la visión de la selva como frontera opuesta al avance del impulso civilizador. Sin embargo, ese rasgo de las narrativas de la selva corresponde apenas a una de sus facetas, y no precisamente la más rica en consecuencias.

      En efecto, la lectura tradicional según la cual La vorágine de José Eustasio Rivera o Canaima de Rómulo Gallegos serían novelas primitivistas que dramatizan la lucha del ser humano con una naturaleza aplastante y desaforada resulta empobrecedora y adolece de un reduccionismo semejante al que afecta a la propia selva, vista apenas como hábitat exuberante o como trampa mortal. Pero, así como la realidad selvática es compleja y versátil, las narrativas de la selva son mucho más que meros documentos de color local y estampa regional. En ellas se encuentra, de hecho, una reflexión acerca de los vínculos entre los humanos y la naturaleza que, por su continuidad y rigor, no tiene parangón en otras formas de producción simbólica en América Latina. Uno de los propósitos centrales de mi trabajo es mostrar cómo, leídas desde una perspectiva interdisciplinaria y con una actitud más sensible a sus facetas políticas y ecológicas, las narrativas de la selva ganan de pronto una actualidad asombrosa: la selva deja de ser pura naturaleza situada al margen de la civilización y torna a ser escenario de procesos sociohistóricos de largo alcance, los crímenes de la época de las caucherías dejan de ser un capítulo a medias olvidado de la historia de nuestros países y se transforman en una imagen poderosa de los daños ambientales y humanos ocasionados por el colonialismo, la omnipresencia de la vegetación y la fauna selváticas en los relatos deja de ser un mero decorado y pasa a ofrecer un jugoso material para pensar en la problemática de la biodiversidad y en otras cuestiones ambientales, las luchas de los personajes con las potencias de la naturaleza dejan de ser solo un factor determinante de la vida tropical o de la identidad latinoamericana y pasan a ser una meditación cuidadosa en torno a lo que podemos denominar la «dimensión ecológica» de la existencia humana.

      El interés por las cuestiones ecológicas dentro del ámbito de los estudios literarios surge en un momento histórico en el que los humanos ya no podemos seguir dando por sentado que el mundo natural en el cual se apoyan nuestras realizaciones socioculturales y tecnocientíficas garantiza las condiciones de subsistencia y el suministro de los recursos que ellas requieren bajo las actuales formas de producción. Autores contemporáneos de diversas áreas lo han advertido: la relación entre las sociedades humanas y los entornos ambientales es la cuestión más imperiosa de nuestro tiempo. A medida que la crisis ecológica se extiende, la pregunta por el futuro de la civilización industrial se vuelve urgente y los llamados a una revisión radical del estilo de vida vigente se hacen oír con más fuerza. El problema resulta especialmente apremiante en América Latina, donde las riquezas naturales coexisten con una urbanización, una modernización y una desigualdad crecientes, lo que dificulta aún más los esfuerzos por preservar el equilibrio de los ecosistemas de la región y su formidable pero frágil biodiversidad. Sin duda una situación tan compleja solo podrá afrontarse mediante la participación de disciplinas y enfoques diversos.

      En este escenario, una cuestión que surge es la relativa a la índole de la contribución que los estudios literarios harían con respecto a los problemas ambientales. ¿De qué modo el examen de las narrativas de la selva puede ayudar a enfrentar la crisis que atraviesan las selvas tropicales? ¿En qué forma este tipo de indagación podría tener algún impacto en una encrucijada civilizatoria cuyos desafíos perentorios parecen exigir respuestas mucho más directas y pragmáticas?

      Para evitar equívocos, conviene subrayar de entrada que, a la altura de los tiempos que vivimos, fenómenos como el cambio climático o la colonización de la selva son inevitables, y que ninguna investigación, sea de corte humanista o científico, puede pretender detenerlos para acceder de pronto a un nuevo tipo de sociedad o para retornar a algún tiempo pasado más o menos idílico. De lo que se trata es de suscitar un cambio cultural que, de forma paulatina, genere formas de interacción respetuosas con el entorno ambiental, que no sigan sacrificando los ecosistemas en aras del desarrollo, sino que actúen en simbiosis con ellos y reduzcan las huellas de la actividad humana al mínimo posible. Los esfuerzos por proteger la riqueza que aún subsiste, abonando las posibilidades de bienestar para las comunidades futuras, están en marcha hace tiempo en muchos lugares del mundo y prometen intensificarse en las próximas décadas, puesto que el logro de sus metas implica una revisión profunda de las formas de producción, distribución y consumo del capitalismo industrial, así como cambios en las instituciones económicas, políticas y sociales. Mi trabajo, por ende, no surge del vacío, sino que se inscribe en la línea de un activismo ambiental para el cual las cuestiones de «visión, valor, cultura e imaginación» son tan relevantes para enfrentar la crisis ambiental como la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la regulación gubernamental (Buell 2005: 5). A tono con ello, me interesa estudiar las narrativas de la selva, no solo como obras literarias con ambiciones estéticas, sino también como textos que exploran problemas claves de nuestro horizonte actual de preocupaciones.

      Mi tema de investigación se sitúa así en el cruce de caminos de la problemática ambiental, la reflexión ético-política y la crítica literaria. La riqueza de ideas, imágenes, personajes y perspectivas que coexisten en la narrativa hispanoamericana de la selva indica por sí misma la necesidad de dejar atrás la tendencia a leer estas obras en el microcontexto de la historia de la literatura latinoamericana, de situarlas en un marco interdisciplinario renovado y de interpretarlas a la luz de la situación mundial contemporánea. La vitalidad de la narrativa hispanoamericana de la selva está atestiguada por un siglo de producción literaria continua y nutrida desde inicios del siglo xx hasta hoy, en un corpus que incluye varias obras canónicas y otras candidatas a serlo. Su vigencia actual está avalada por novelas de escritores conocidos —Luis Sepúlveda, Mario Vargas Llosa, Anacristina Rossi, William Ospina, Gioconda Belli, Santiago Roncagliolo— y por los textos críticos que estudian el origen, la evolución y el alcance histórico de la narrativa de la selva, sea que se trate de artículos o libros centrados en esa tarea (DeVries 2010, Wylie 2009, Rueda 2003, Renaud 2002, González Echevarría 2002, Marcone 2000) o de libros que le dedican al tema uno o varios capítulos (Rogers 2019 y 2012, Barbas-Rhoden 2011, Pizarro 2011, French 2005, Sá 2004, Rodríguez 2004).

      Este

Скачать книгу