Hijas e hijos de la Rebelión. Una historia política y social del Partido Comunista de Chile en postdictadura (1990-2000). Rolando Álvarez Vallejos

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Hijas e hijos de la Rebelión. Una historia política y social del Partido Comunista de Chile en postdictadura (1990-2000) - Rolando Álvarez Vallejos

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desafió la adversidad. En medio de un clima político profundamente crítico hacia el comunismo, que establecía que lo políticamente correcto era arreciar contra un partido «ortodoxo», «antidemocrático», «violentista», «anticuado» y otros epítetos, se organizó la campaña por la legalización del partido. El PC había recuperado su vida legal de hecho a fines de 1989 y principios de 1990, durante las últimas semanas de existencia de la dictadura. Sin embargo, la inscripción legal era un trámite muy importante, porque constituía un requisito obligatorio para presentar candidatos bajo el nombre del partido en las elecciones que se realizarían en los próximos años.

      La ley exigía reunir cerca de 30 mil firmas certificadas, tarea que no se avizoraba fácil en el mencionado contexto de la época. Para hacer frente a este desafío, el PC realizó una ofensiva comunicacional en terreno. En 1989, se pegaron en las calles de Santiago y el resto del país afiches que decían: «Mi papá juega conmigo todos los días, mi papá me enseña a no odiar y a creer en la justicia, mi papá es el más bueno, el más lindo, el mejor…¡¡¡Mi papá es comunista!!!, Estas palabras iban acompañadas por la imagen de una tierna menor de edad. Otro afiche decía «Ellos son comunistas», con imágenes de Pablo Neruda, Violeta Parra, Víctor Jara, Charles Chaplin, Nelson Mandela, Ernesto «Che» Guevara, entre otros. Ante la criminalización de los comunistas, la organización buscaba la humanización de sus integrantes.

      Así, la campaña para recolectar firmas se denominó «A Chile le hace falta un PC legal», con los colores de la bandera de Chile (rojo, azul y blanco) y sin alusiones a la hoz y el martillo. Se publicaban opiniones a favor de la legalización del PC de personajes de la vida nacional e internacional que no pertenecían al partido, como una forma de legitimar la existencia presente y futura de la colectividad79. De esta forma, demostrando que, a pesar de la crisis, la mística y la capacidad activista de la militancia no se habían quebrantado, la organización logró su legalización con 61.483 firmas, duplicando la cifra mínima que exigía la regla. Este logro fue una señal de la capacidad de resiliencia del PC cuando muchos pronosticaban su extinción80.

      De esta manera, mientras públicamente las expresiones de sectores de la derecha y del gobierno pronosticaban el inevitable fin del Partido Comunista81, un amplio segmento de la militancia comunista continuó reproduciendo prácticas, rituales y tradiciones partidarias. Por una parte, pasó casi inadvertido el triunfo de los candidatos comunistas en las elecciones de la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud (Fenats), que tendría relevantes repercusiones sociales y políticas en los años siguientes. Igualmente, las Juventudes Comunistas lograban la primera mayoría en las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago (FEUSACH), una de las más importantes del país82. Es decir, en un año muy crítico de su historia, el PC continuaba siendo un actor competitivo en algunas de las organizaciones sociales de mayor peso en la realidad nacional.

      Por otra parte, el PC, aprovechando la reapertura de los espacios legales de expresión, comenzó a recuperar tradiciones y rituales partidarios. Por ejemplo, en 1990 se celebró el 50º aniversario de la fundación del semanario El Siglo. En función de esta fecha, se creó el concurso literario «50 aniversario» en los géneros de cuento y poesía83. Si por un lado los comunistas buscaban retomar su histórico papel en el mundo de la cultura, también lo hacía en otras facetas de la vida cotidiana, como el deporte. El Siglo semanalmente informaba sobre el torneo de fútbol «50 aniversario». Este campeonato, que congregaba a clubes de barrio y confederaciones sindicales, se realizaba anualmente hasta antes del golpe de Estado de 197384.

      De esta manera, a partir de la presencia partidaria en organizaciones sociales, deportivas, las artes y la música, la cultura comunista tuvo continuidad, pues dichas actividades implicaban la mantención de sus prácticas militantes y el rescate de sus tradiciones. La defensa del orgullo partidario se basó en la reivindicación de estas y su proyección en las batallas por venir.

      29 Una síntesis sobre los primeros años de la década de 1990, en Paul Drake e Iván Jaksic (comp.), El modelo chileno. Democracia y desarrollo en los noventa, LOM ediciones, 1999. Una mirada crítica sobre las llamadas «leyes de amarres» elaboradas por la dictadura para el nuevo período democrático, en Tomás Moulian, Chile actual. Anatomía de un mito, LOM ediciones, 1997.

      30 Carlos Huneeus, La democracia semisoberana. Chile después de Pinochet, Taurus, 2014. p.76 y ss.

      31 Huneeus, Idem. Otros importantes investigadores han planteado conclusiones parecidas, como el caso de Manuel Antonio Garretón, que ha señalado que el marco de la Constitución de 1980, elaborada bajo la dictadura y que, con algunos cambios, rige en Chile hasta la actualidad, impide estructuralmente la generación de un régimen democrático. Ver Neoliberalismo corregido y progresismo limitado. Los gobiernos de la Concertación en Chile, 1990-2010, ARCIS-CLACSO, 2012.

      32 Álvarez, op. cit. p.256 y ss.

      33 Entrevistas en anexo I y II del trabajo de Verónica Huerta, «Los veteranos de los 80. Desde afuera, en contra y a pesar de la institucionalidad», tesis para optar al grado de Licenciado en Sociología, Universidad ARCIS, 1993. Los testimonios fueron recogidos a principios de la década de 1990, p.144, 99 y 58, respectivamente.

      34 Un excelente testimonio de un militante forjado al fragor de la Política de Rebelión Popular, en José Miguel Carrera Carmona, Misión Internacionalista. De una población chilena a la Revolución Sandinista, Editorial Latinoamericana, 2010. También Mauricio Hernández Norambuena, Un paso al frente. Habla el comandante Ramiro del FPMR, Ceibo Ediciones, 2016.

      35 A modo de ejemplo, se mencionaba que, en el mes de junio, el presidente Aylwin había conminado a Pinochet a tres cosas: que terminara con sus declaraciones políticas; que le entregara un informe sobre los objetivos y funciones del «Comité Asesor» del comandante en jefe del Ejército y la manera cómo se había aplicado la resolución de disolución de la antigua policía política de la dictadura. Al respecto, decía el Informe al XIII Pleno del Comité Central: «La opinión pública no ha obtenido respuesta positiva en ninguna de las tres cuestiones, y, por el contrario, hemos asistido a nuevos desafíos». Informe al XIII Pleno del Comité Central (mecanografiado), p.5.

      36 Ibid.p.8.

      37 Ibid. p.10.

      38 Ibid. p.17-18.

      39 Al respecto, Edgardo Boeninger, Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad, Editorial Andrés Bello, 1997.

      40 Riquelme, op. cit., p. 209.

      41 Panebianco, op. cit.

      42 Manuel Antonio Garretón ha realizado una crítica a esta mirada. Ver Del postpinochetismo a la sociedad democrática. Globalización y política en el Bicentenario, Debate, 2007.

      43 François Furet, El pasado de una ilusión. Historia de la idea comunista, F.C.E., 1997.

      44 Eric Hobsbawm, «Historia e ilusión», New Left Review Nº 4, 2000.

      45 Bruno Groppo y Bernard Pudal, «Introduction: Une réalité multiple et controversée», en Dreyfus et al., op. cit.

      46 Bernard Pudal, Un monde défait… Op. cit. p. 16.

      47 «El anacronismo del PC», La Época del 12 de abril de 1990.

      48 En una nota de prensa se hacía hincapié en el

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