Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947. María Angélica Illanes Oliva

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paternalistas de autoridad» hacia su progresiva transformación en «relaciones contractuales de autoridad» en el agro chileno13, fenómeno que tendía a favorecer una mayor autonomía de conciencia entre el campesinado de distintos rostros, lo que dará sus frutos en los años sesenta y setenta del siglo XX. Pensamos que la sindicalización campesina y la Reforma Agraria de esos años 60-70 no se hizo sobre conciencias ingenuas, sino sobre cuerpos-conciencias que ya habían tenido –de modo manifiesto u oculto– la experiencia crítica de las relaciones de dominación/subordinación que se vivía en el campo chileno.

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      El tema del campesinado en el seno de la hacienda chilena ha sido un problema histórico sobre el cual se han construido algunos de los «mitos de Chile»: uno de ellos muestra a los trabajadores-campesinos chilenos durmiendo una suerte de «siesta colonial» hasta el advenimiento de la reforma agraria en 1960. El principal exponente de este planteamiento ha sido el historiador agrario norteamericano Arnold Bauer, cuyas conclusiones fueron aceptadas por la mayoría y los más influyentes historiadores y sociólogos del país14. Dicho planteamiento queda bien resumido en los siguientes términos: «Existe un consenso entre los especialistas del tema que, hasta mediados de la década del 60, la estructura de la propiedad, la organización del trabajo y el sistema de relaciones sociales y culturales institucionalizadas en el sector rural, se mantuvieron casi inalterables y marginados de los cambios producidos en los demás sectores de la economía nacional»15. Sin embargo, este planteamiento fue rechazado ya en los años 1970 por otro investigador agrario norteamericano, Brian Loveman, cuyos estudios sobre el movimiento campesino chileno son ampliamente conocidos en Chile16.

      Un segundo mito planteado por la historiografía politológica y social reconoce que durante el advenimiento del Frente Popular se habría producido en Chile una amplia agitación pro-sindicalización campesina, la que se habría tenido que «sacrificar» por parte del Frente Popular en aras de inducir y promover un proyecto industrializador consensuado por las distintas fuerzas políticas de izquierda, de centro y de derecha. Mito del «pactismo político» referido a la cuestión campesina, fundado en el «proyecto desarrollista industrializador» como supuesto interés superior de la nación17. Aún más, dicho pacto industrializador habría necesitado de «un orden social y económico agrario tradicional», tendiendo a mantenerlo18; planteamiento que, según nuestras investigaciones, carece de fundamento histórico.

      Este texto valora muy especialmente los aportes y el legado del investigador Brian Loveman al develar y destacar en los años de 1970 el rol del movimiento político y social campesino en tiempos del Frente Popular chileno, y lamentamos que sus pioneros planteamientos no hayan sido ampliamente considerados al momento de historizar el problema campesino en el siglo XX. En este estudio queremos rendir un homenaje a los aportes de Loveman, los que constituyen un sólido fundamento del mismo.

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      No toda la lucha agraria de la época estudiada se desarrollaba al interior de los fundos y de las relaciones sociales de producción trabajadores agrícolas-patrones. Aledaña a esta lucha que despierta, desde principios de siglo xx y con mayor agudeza en la post-crisis de 1930, se ha desencadenado, en el afuera de las haciendas y, específicamente en la Araucanía y sur/austral, una fuerte presión de los latifundistas sobre sus vecinos campesinos pequeños propietarios, colonos chilenos, campesinos ocupantes de tierras fiscales y mapuche: presión reconquistadora, de expoliación económica y de expulsión violenta que alcanzó niveles dramáticos, corriendo el dolor y la sangre de estos campesinos y mapuche por la tierra de Chile. Si el poder del latifundista se ejerce primero sobre los trabajadores de la hacienda, también ejerce su poder «sobre los propietarios minifundistas y otros campesinos independientes que les arriendan tierras, así como también sobre todos los demás campesinos que si bien no mantiene ninguna relación de trabajo o contractual con ellos, son impotentes para oponerse a su voluntad»19. Sin embargo, este es otro significativo escenario donde se desarrolló, en el período en estudio, una desigual lucha de clases / lucha por el reconocimiento en el campo chileno, en la que la conciencia patronal, en pos de su dominación y conquista, niega el derecho del pequeño campesino, del campesinado-ocupante y del mapuche libre a la tierra, levantándose en resistencia estos cuerpos-conciencia campesina-mapuche, arriesgando su propia vida, pero apoyados y defendidos, en esa hora histórica, por los intelectuales orgánicos que sacan a luz su opresión.

      En este afuera podremos también presenciar la intensa energía social histórica que se densifica y conforma cuerpos-unos, articulados, hablantes de norte a sur: asociaciones del campesinado mediano y pequeño y del pueblo mapuche (propietarios o arrendatarios de tierras, colonos, ocupantes, mapuche de reducciones, mapuche s/reducción, mapuche urbanos etc.), quienes, desde los años post-crisis y avanzando la década de 1940, supieron conformar organizaciones tanto a nivel central como local (Liga Nacional de Defensa de los Campesinos Pobres, Frente Araucano, Asociaciones de Agricultores existentes de norte a sur, en todas las provincias del país, etc.), configurando un auténtico «movimiento campesino y mapuche», asumiendo un liderazgo propio, con capacidad de levantar textos, demandas y organización en pos tanto de la defensa de sus intereses como de la formulación de un proyecto de desarrollo agrícola que los considera protagonistas, constituyéndose, así, claramente en una «clase y movimiento campesino» y en un «movimiento mapuche» propiamente tal. Es decir, estamos en presencia de un momento de constitución de sujeto-campesino y mapuche que nos habla de un fenómeno de liberación política desconquistadora/descolonizadora por el lado de afuera de los latifundios, generando presión y proyectos en vista de un nuevo orden y modelo de desarrollo en el agro chileno.

      Si bien esta última temática amerita, por su relevancia, un estudio especial, en esta historia este tema tendrá su espacio, por ser una lucha inseparable de la anterior. ¿Cuál es la relación que podríamos establecer entre ambos planos: el adentro y el afuera de las haciendas? Podremos visualizar que, tanto la expansión, en el afuera, de la gran propiedad privada sobre el territorio de la Araucanía y sur/austral, como la expansión capitalista al interior de las haciendas, obedece al mismo proceso y fuerza de mayor despliegue del capitalismo agrario de ese momento histórico, cuando la tierra, como fuerza productiva y medio de producción, alcanza una especial revaloración. Se trata, en el adentro y el afuera, de una nueva fase de construcción del capitalismo agrario en Chile como «acumulación primitiva de capital» por la vía del desalojo, adentro, y por la vía del despojo, afuera20.

      Por su parte, desde la perspectiva de la dialéctica social, se trata de la misma lucha desatada adentro y afuera del agro chileno, caracterizada, por una parte, como una «lucha de clase patronal» en pos del afianzamiento de su conquistador-dominio a través de la negación de su otro-trabajador agrícola-y-pequeño-campesino: ambos han comenzado, simultáneamente, a desarrollar una «lucha por el reconocimiento» de su derecho a configurar su cuerpo-conciencia libre en pos de su libertad y emancipación económica y política. La «lucha por el reconocimiento» de estos trabajadores agrícolas y pequeños campesinos y mapuche alcanza significativos niveles, buscando la configuración de sus cuerpos como autoconciencias libres en pos de la defensa de su libertad y de su derecho a habitar-trabajar la tierra, con el apoyo de los «intelectuales orgánicos» (partidos políticos) y de sus aparatos culturales puestos a su servicio en ese momento histórico.

      Esta lucha dada como una lucha-de-clase-patronal y como una lucha-por-el reconocimiento-de-clase-campesina, constituye igualmente, a nuestro juicio, una lucha desigual que, desarrollada con mucha fuerza y dramatismo, estremecerá la historia y la conciencia de la sociedad de su tiempo y se cubrirá con tupidos velos de silencio...

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      La cuestión campesina chilena que aquí estudiamos se pudo suscitar en un momento histórico de fuertes temblores transformadores en la historia mundial y nacional. En Occidente, el período en estudio

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