Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada

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Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada

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Es posible aventurar que para lograr una mejor ubicación dentro de la oposición, los comunistas no sólo se interesen en problemas de su propia organización, sino que, de alguna manera, pretendan mostrar eficacia en la acción política. Tradicionalmente sería de esperar en la movilización sindical, pero nada descarta técnicas novedosas.

       ¿EL MUNDO VA PARA ALLÁ?

      El panorama internacional parece tornarse ampliamente favorable para el régimen chileno.

      La visita a Chile del presidente del Brasil parece haber terminado definitivamente con el aislamiento que sufrió el país a raíz de la intervención militar del año 73. Constituye un triunfo para el general Pinochet, que resalta más aún en cuanto se produce justo inmediatamente después del plebiscito que, según los resultados publicados, aprobó la nueva institucionalidad. Esta visita es relativamente pobre en resultados efectivos tanto a nivel económico (Brasil sigue cerrando sus fronteras a la importación chilena) como estratégico. En esto último, porque el presidente Figueiredo parece embarcado en una campaña de unificación latinoamericana para lograr mejorar posiciones con respecto a Estados Unidos, de manera que no querrá dar motivo a ningún país de la región para que le retire a su amistad.

      Por otra parte, las relaciones con los países limítrofes, salvo Argentina, parecen también mejorar. El presidente Belaúnde del Perú da muestras de querer normalizar las relaciones con el gobierno chileno. Mientras que el general García Meza, luego de un preámbulo beligerante hacia Chile, parece haberse olvidado del asunto, más preocupado de reafirmar su autoridad en Bolivia, a la vez que muestra fuertes afinidades ideológicas con el gobierno chileno.

      El problema grave sigue siendo el conflicto austral con Argentina. La mediación papal parece haberse entrampado frente a la intransigencia de las partes. Dado el caso de que en ambos países rigen gobiernos autoritarios de las FF.AA., resulta delicado para los jefes de gobierno aparecer ante su principal base de sustentación como cediendo en algo en que los militares son particularmente sensibles.

      Por otra parte, para los regímenes imperantes, el conflicto externo, o su amenaza, continúa siendo el mejor argumento para reclamar la unidad nacional y mantener el monolitismo de las FF.AA. Parece, pues, difícil la resolución de tal conflicto.

      La elección de Ronald Reagan para la presidencia de EE.UU., y el vuelco que se produce en ese país hacia posiciones más duras en la derecha, constituyen un acontecimiento que es visto como particularmente positivo por el gobierno chileno. Si bien no se sabe aún cuál va a ser la repercusión concreta que esto tendrá en nuestro país, y aunque algunos vaticinen cambios poco importantes, lo cierto es que el régimen podría ver considerablemente mejorada su posición en el ámbito internacional. Al menos si se cumplen las expectativas que sobre la nueva situación política norteamericana se tienen. Hay que tener presente, sí, que sobre la política de Carter se tuvo también grandes expectativas –aunque de signo contrario– que en la práctica no parecen haber tenido mayor efecto en la situación chilena.

      Lo que parece de mayor importancia en este momento es el impacto interno que tienen los resultados de las elecciones norteamericanas. En efecto, después de mucho tiempo de repetir que la orientación política adoptada por el régimen era el anticipo del futuro político mundial, el giro norteamericano pareciera corresponder a tal designio. En este sentido, el fortalecimiento ideológico de los grupos en el poder puede resultar considerable, particularmente de aquellos más duros y más reacios a la contaminación democratizante.

      Para todos los grupos en el poder, el triunfo de los republicanos en EE.UU. es bueno. Talvez pueda reforzar, momentáneamente, la posición de los más duros. Aunque lo más probable es que los distintos grupos en el poder entren a disputarse una relación privilegiada con el nuevo gobierno.

      En cambio, el sector político más desfavorecido con las elecciones norteamericanas parece ser la Democracia Cristiana. Si de Carter no obtuvo nunca un apoyo decisivo, de Reagan ni siquiera puede esperarlo.

       INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 6

      Santiago, diciembre de 1980

       EL PESO DE LOS PLAZOS

      Si bien nadie espera cambios conmovedores cuando el 11 de marzo se inicie el período de transición, lo cierto es que esa fecha aparece como revestida de un cierto tono mágico, tal si efectivamente muchas cosas fueran a cambiar.

      La verdad es que, aunque permanezcan las mismas autoridades, los mismos poderes del general Pinochet y de la Junta, lo cierto es que, en todo caso, se constituye una situación diferente. Se inicia un gobierno que tiene plazo y se pone en movimiento un procedimiento político encaminado a lograr el funcionamiento político de un sistema de representación.

      Dada la largueza de los plazos propuestos y la lentitud de los procedimientos que se inician, resulta aventurado esperar el cumplimiento estricto de uno y otro. No obstante, la inminencia de que se iniciará el período señalado es un hecho que incide muy directamente en el momento político.

      Ahora bien, es principalmente en ciertos sectores de poder donde se expresa más claramente esta situación. Existe prácticamente una carrera para lograr las mejores posiciones en el programa de gobierno que se iniciará el 11 de marzo y, en tal sentido, se trata de consolidar ciertos hechos que, de alguna manera, predeterminen el proceso futuro.

      En cuanto a los sectores de oposición, su dinámica, si bien más lenta, también parece influida por el reconocimiento de que el gobierno se muestra con el poder suficiente para imponer el itinerario que se ha trazado. Podrá siempre elegir entre actuar dentro de los límites establecidos o buscar la forma de rebasarlos, pero no puede desconocer el hecho de su establecimiento.

       SE HACE PROGRAMA AL ANDAR

      En términos muy generales, se puede decir que el período presidencial cuenta con un programa. Pero este es un programa de continuidad. Y esta continuidad puede entenderse con matices distintos. Esto permite que los sectores duros y blandos intenten orientar el programa en función de sus propias perspectivas.

      Se supone que el 11 de marzo tiene que haberse decidido ciertas opciones. De manera que de lo que se trata es de mejorar las posiciones relativas en el intertanto.

      Inmediatamente después del plebiscito, los sectores blandos se apresuraron en reiterar su apoyo al Gobierno y al régimen, pero, a la vez, comenzaron a trabajar activamente en la formulación de una especie de programa de gobierno para el próximo período. Básicamente expresado a través de las páginas de El Mercurio, dicho programa abarca a las denominadas «modernizaciones».

      Desde la perspectiva de estos sectores, se considera que la realización de estas modernizaciones significarían una transformación profunda de la sociedad chilena. Tan profunda, que una modificación del régimen político no implicaría peligro alguno, pues se habrían establecido las bases de la continuidad del modelo.

      En esta línea, el Plan Laboral aparece ahora completado con la Reforma Previsional, de manera de producir alteraciones profundas en los intereses y comportamiento de los trabajadores.

      Resulta paradojal que, habiendo sido los sectores duros los que impusieron sus puntos de vista en el proyecto de Constitución, transición y plebiscito, sean ahora los sectores blandos los que obtienen ventajas en la formulación del programa de Gobierno. Esto quizás se comprende mejor si se considera

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