Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada

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Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada

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un cierto giro en su orientación. Tal cual decíamos anteriormente, la DC estuvo repetidamente dirigiéndose hacia los sectores de la derecha política a fin de implementar mecanismos de apertura.

      En tales condiciones, se rehuían las aproximaciones hacia la izquierda, aún cuando su posibilidad se manipulara como elemento de presión frente a la derecha.

      La definición que da Pinochet del contenido e itinerario institucional, junto con el repliegue de los sectores blandos en el poder, dejan a la DC sin esa alternativa, razón por la cual la alianza con sectores de izquierda aparece más auspiciosa.

      No obstante lo anterior, es posible afirmar que el factor fundamental que concurre a la formación de una posición de unidad de la oposición está dado por el carácter mismo del movimiento social. Como se señaló en informes anteriores, en la esfera política se habría producido una situación de crisis de la UP y una atomización de los grupos de izquierda. La crisis del PS se presenta en este caso como el elemento de mayor importancia en cuanto a las dificultades de generar un pensamiento de acción y carácter unitario.

      Por el contrario, la acción de las organizaciones sociales adquiere un carácter marcadamente unitario, según se aprecia en los ámbitos sindical, estudiantil y poblacional (incluso cultural).

      En estos, la unión de acción se realiza no sólo entre la gente de izquierda, sino que también en acuerdo con personas vinculadas al pensamiento DC. Por esta razón es que se puede afirmar que la actual unidad opositora tienen su origen en las organizaciones sociales que presionan fuertemente sobre las estructuras partidarias.

      En términos generales, la unidad de la oposición parte por el consenso que se produce en torno a la deslegitimación del plebiscito. En primer término, el cuestionamiento por los obispos, tanto del plebiscito como del texto constitucional, en su forma y en su fondo, es un primer pronunciamiento de un consenso de rechazo.

      Posteriormente se produce el acuerdo de proponer que la expresión de este consenso sea votar «No» en la consulta plebiscitaria. Independientemente de la alternativa propuesta para el 11 de septiembre por los sectores de oposición, la significación del voto «No» está en el carácter unitario que asume, no obstante que ciertos grupos de oposición propusieron previamente otras alternativas para el día del plebiscito.

      Naturalmente que la unidad de la oposición no puede plantearse meramente el rechazo del proyecto oficial de Plebiscito-Transición-Constitución. Más aún cuando desconfía totalmente de la veracidad de los resultados de la votación.

      La unidad de la oposición se realiza alrededor de un programa básico que Frei se encarga de proponer públicamente al país. El programa aparece suficientemente moderado y amplio como para interesar a todos. Aceptación del plan económico actual aunque con ciertas reformas; integración social de obreros y empresarios, reconocimiento a las FF.AA., recuperación de los derechos personales y ciudadanos y participación política amplia, son los puntos de mayor relevancia.

      En lo inmediato, se propone una transición a la democracia con gobierno cívico-militar de corta duración, asamblea constituyente y restitución de los derechos esenciales.

      Las fórmulas planteadas son simples y reveladoras de un cierto consenso social previo en cuanto a la alternativa política viable en los actuales momentos.

      En todo caso, debe recordarse que el giro de la DC, de apertura no restrictiva a la izquierda, se produce justamente como contrapartida del fracaso de ciertos sectores de la DC de lograr un acuerdo con la derecha, pues esta aparece plegándose momentáneamente a Pinochet.

      La reacción de la izquierda se muestra diametralmente opuesta. Si bien algunos pudieron temer que el rechazo a Frei y la DC por parte de la izquierda fuera suficientemente fuerte como para poner en duda las posibilidades de unificar a la oposición, lo cierto es que el apoyo a la alternativa unitaria encabezada por aquellas ha resultado masivo y entusiasta.

      Esto último constituye un elemento que necesariamente estará presente en el futuro próximo. En cierta medida, la izquierda ha aprovechado el clima electoral para mostrar dos aspectos claves: su vitalidad actual y su disposición al diálogo en pro de la apertura política.

       DESPUÉS DEL 11, ¿QUÉ?

      El mes de agosto aparece centrado en la convocatoria a plebiscito sobre Transición y Constitución, y el alineamiento que se produce en las fuerzas sociales y políticas del país frente a este evento.

      No obstante, a medida que se acerca la realización del plebiscito y frente a los futuros resultados ratificadores del proyecto gobiernista, el interés político se orienta por un dilema más sustantivo: después del 11, ¿qué?

      A despecho de las declaraciones oficiales, en el último tiempo se ha ido constituyendo una alternativa al continuismo autoritario de Pinochet.

      Esta alternativa fue anunciada públicamente en el Caupolicán y, de acuerdo a la tradición política chilena, tiene su personaje: Frei. De esta manera, Pinochet y Frei aparecen como los líderes indiscutidos de cada una de las corrientes propuestas.

      Más aún, sería difícil pensar en posibles reemplazantes de uno y otro. Pero esta personalización de las alternativas debe entenderse dentro de la coyuntura política específica que no necesariamente se proyecta al largo futuro.

      En efecto, el momento actual parece otorgar validez a la alternativa planteada por la oposición ahora, pero, como se ha indicado reiteradamente, el afianzamiento del autoritarismo político puede conducir a otras alternativas.

      Particularmente, en la situación actual hay que tener presente que, en gran medida, la DC fuerza la unidad de la oposición en torno a sus posiciones y a sus representantes. De esta manera, la izquierda adhiere a la solución propuesta por la DC, pero adhiere justamente por considerar que esa es una alternativa no sólo válida, sino que «realista», viable, detrás de la cual podrían agruparse fuerzas suficientes como para imponerla.

      Sin embargo, es poco probable que esta unidad de la oposición resista a un desencanto de proporciones. No se trata en este caso del calculado desencanto de los resultados electorales, sino del que produciría la conciencia de la inviabilidad del proyecto alternativo planteado por Frei.

      Respecto de lo anterior, se presenta un problema difícil de solucionar para la factibilidad del proyecto de oposición. Este proyecto implica un llamado a la Unidad Nacional, donde todos tendrán cabida. Sin embargo, el alineamiento de fuerzas sociales y políticas de derecha alrededor de Pinochet, abandonando previas posiciones aperturistas, deja al programa de unidad nacional cojeando de la «pata derecha». Esta situación dificulta enormemente las posibilidades reales del proyecto alternativo ofrecido, lo que puede conducir a la ruptura de la unidad de la oposición en busca de soluciones más viables o radicales.

      Las posibilidades de impulsar, después del 11, el proyecto que hoy unifica a la oposición, encuentra dificultades que pueden resolverse según el juego de dos factores.

      Por una parte, la fuerza propia que adquiere el movimiento de oposición en los distintos frentes sociales. Por la otra, la capacidad de integrar al movimiento opositor sectores significativos de la derecha política y económica.

      En cuanto a esto último, es lícito considerar que el alineamiento de todos los grupos en el poder en torno al proyecto de Pinochet es sólo momentáneo y que permanecen abiertas futuras negociaciones con sectores DC.

      Por último, la reticencia de los sectores blandos de

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