Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada

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Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada

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Guzmán (y que Pinochet asume) de que la nueva democracia deberá otorgar amplia libertad en la base social, pero con un gobierno en la cúpula de sólido carácter autoritario. Vale decir, una concepción piramidal de la libertad.

       LAS FUERZAS ARMADAS

      A diferencia de los grupos civiles, el sector de los institutos armados no registra en los meses recientes una pugna que se exprese públicamente. Talvez por dos razones:

      En primer lugar, está el régimen chileno nacido del golpe, el cual, a diferencia, por ejemplo, de las experiencias de Brasil y Argentina, no ha separado el poder político del poder militar. Aquí el Presidente de la República es a la vez el Comandante en Jefe del Ejército, lo que tiende a cancelar la posibilidad de disidencia interna y hacer muy rígidas las relaciones entre las distintas armas.

      La segunda razón es que existe sin duda un compás de espera en torno a la situación del Canal Beagle, problema frente al cual las FF.AA. reclaman una responsabilidad histórica que no admite errores.

      Aún deseosa de retornar a los cuarteles, como parece estar, la Marina reaccionó con severidad ante los Estados Unidos, preservando la imagen de unidad interna y externa de las FF.AA., cuando Washington la marginó el mes pasado de las operaciones Unitas de ejercicios combinados, en un esfuerzo por agudizar en el interior del régimen algún grado de diferencias.

      Aparentemente fue este factor, y no el eventual cambio en la política norteamericana que se derive de la próxima elección presidencial en ese país, lo que endureció el rechazo naval chileno a la presión de Carter en este nuevo embate antipinochetista (se puede citar, en este punto, que incluso el asesor de política latinoamericana del candidato derechista Ronald Reagan, en cuya elección el gobierno militar hace descansar muchas esperanzas de armonía chileno-norteamericana, declaró recién que una de sus preocupaciones era el deseo de Pinochet de «perpetuarse en el poder»).

      Sin embargo, todo esto no significa que distintos sectores civiles no busquen apoyo en las FF.AA., auque tales vínculos no tengan posibilidad de expresarse.

      Por de pronto, en este terreno también es posible detectar la presencia del grupo político que, desde el interior del régimen, plantea un proyecto de institucionalización.

      El Mercurio y la derecha política, efectivamente, comprenden que una personalización del poder en Pinochet podría ser peligrosa para sus pretensiones, y es por ello que últimamente aparecen reivindicando el poder de la Junta de Gobierno. Se especularía en este aspecto con el hecho de que el control del Presidente sobre el Ejército podría encontrar límites respecto de otras armas, particularmente de la Marina y la Aviación.

      De ahí que la insistencia en el poder de la Junta como tal, para decidir acerca de la futura Constitución, aparezca como un asunto político clave.

       LOS PARTIDOS POLÍTICOS

      El panorama del centro político muestra algunos rasgos que interesa destacar. En primer término, la Democracia Cristiana está fuertemente determinada por el panorama internacional, lo que le crea conflictos internos (El Salvador, Alemania).

      Por otra parte, sectores importantes de ella han sido incorporados al modelo económico actualmente vigente, lo que le plantea un proceso de erosión hacia la derecha. A la vez, aunque posiblemente en menos medida, se le produce, principalmente en la base sindical y estudiantil, una erosión hacia la izquierda, en tanto surgen reivindicaciones comunes que requieren la unión de fuerzas opositoras.

      Esto se traduce, en el plano político, en una creciente tendencia al aislamiento, que hace complicadas las relaciones que hacia ambos polos del espectro mantiene la DC.

      Su relación con la derecha se encuentra con el problema de que ésta no quiere repetir la situación de 1964, en la que tuvo que volcarse al centro en la estrategia del mal menor. Ahora la derecha busca generar las condiciones en que el proceso ocurra a la inversa y para ello desplaza su acción de cooptación hacia sectores proclives de la DC.

      La relación izquierda-DC, a su vez, está signada por la persistente actitud de mantener las relaciones en un carácter de bilateralidad, lo que refuerza la tendencia a la disolución de la Unidad Popular y complica la posibilidad de arribar a acuerdos que comprometan a toda la izquierda en su conjunto.

      Por razones análogas (existencia de conflictos internos), en el seno de la Iglesia se observa un proceso de reafirmación de su identidad y de presencia de sectores ideológicos que antes no estaban representados, lo que pareció quedar patente en el encuentro de intelectuales recientemente celebrado en el marco del Congreso Eucarístico, que se caracterizó por la participación importante de los sectores conservadores del pensamiento cristiano.

      Este proceso que vive la Iglesia tiende a potenciar al que le ocurre a la DC, en la medida en que ésta canaliza su acción política a través de aquella, especialmente en provincias.

       LA IZQUIERDA

      El panorama de la Izquierda muestra como su característica más importante la crisis de la Unidad Popular, cuyos indicadores lo constituyen los problemas del Partido Socialista, las relaciones y alianzas de carácter bilateral y la definición de un espacio de construcción programática conocido como la convergencia.

      De los indicadores señalados, el que aparece como más determinante es la crisis del PS, sin cuya presencia la unidad de la izquierda no es factible.

      La acción que el Partido Comunista desarrolla se puede caracterizar como de «presencia sin proyecto», que privilegia más el aparato partidario de la definición de un proyecto alternativo, rasgo este que, por lo demás, es posible extenderlo, en alguna medida, a la mayor parte de los partidos izquierdistas restantes.

      Este hecho explica, en parte, el divorcio entre la cúpula política y la dinámica del movimiento de base que tiende a constituirse como oposición que se articula unitariamente.

      Ello es claramente perceptible tanto en las universidades, con el movimiento estudiantil, como en la base sindical.

      El clima autoritario que irradia el régimen hacia la sociedad chilena no ha podido ser revertido en el interior de las organizaciones de la izquierda, las que muestran signos palpables de acentuación de métodos políticos y organizativos con fuertes connotaciones no democráticas.

      Allí se ahonda más el divorcio entre cúpula y base, toda vez que esta presiona por la definición de espacios y estructuras que permitan expresar sus demandas y definir sus perfiles organizativos, lo que entra en contradicción con el presente partidario de la izquierda.

      Reforzando esta caracterización global anotada, es importante subrayar que la presencia opositora es claramente detectable como movimiento social que traspasa, muchas veces, su encasillamiento partidario.

      Los conflictos en las universidades, las acciones sindicales y la presencia popular en el campo artístico-cultural son indicadores de una capacidad de movilización y de expresión que significan indudables desafíos al régimen, y frente a los cuales este tiene a la coerción como única capacidad de respuesta.

      Pero para la propia oposición es también un desafío el articular las expresiones conflictivas localizadas en una fuerza social y política capaz de erigirse con un perfil alternativo con condiciones de enfrentar al régimen.

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