Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada

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Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada

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no existir canales regulares de expresión y negociación de intereses, los sectores que, aún dentro de los grupos de poder, pretenden lograr un giro favorable a sus expectativas, suelen necesitar producir profundas conmociones sociales y políticas para lograrlo. Ejemplos en este sentido son los hechos ocurridos en los últimos años en Grecia y Portugal y, en cierta medida, en España.

      No obstante, lo anterior requiere ser matizado. En el llamado «frente internacional» debe considerarse que la posición de EE.UU. sigue siendo adversa al gobierno chileno, al menos en el Departamento de Estado, que aboga por una pronta institucionalización y una cierta «apertura».

      A la vez, el conflicto del Beagle sigue abierto y, aún más, parecen haberse estancado las negociaciones en la mediación. Esta situación tornaría francamente desfavorable la emergencia del nuevo régimen boliviano que, por más derechista que sea, aparece respaldado por Argentina. A su vez, el carácter autoritario de un régimen no impide que en él puedan producirse acuerdos, al menos provisorios, entre sectores en pugna cuando ninguno de ellos está seguro de imponer sus posiciones o cuando aparecen elementos que hagan considerar que la Oposición pueda obtener dividendos de tales disputas.

      Por último, y lo que puede ser básico, la situación de esta Oposición no es tan clara como algunos pretenden.

       LOS OPOSITORES CON MIEDO Y SIN MIEDO

      Ya se señalaba en el informe anterior el, al menos aparentemente, inmovilismo de los sectores de la oposición, pero también se contrastaba el aislacionismo y autoritarismo de cúpula de estos con la emergencia de movimientos sociales de carácter unitario (expresivos en el ámbito sindical, estudiantil y cultural, principalmente). La situación actual parece mantenerse en esos términos, pero a ellos conviene añadir dos hechos significativos en la materia.

      El primero se refiere a la fuerte reactivación del conflicto Iglesia-Gobierno a raíz de acciones represivas emprendidas por este último en relación a algunos de los hechos de violencia ya señalados. Lo cierto es que, si bien se inician por acciones del Gobierno, la reacción verbal de la Iglesia es suficientemente violenta como para suponer un cambio de giro en su actitud, hasta hace poco bastante más conciliadora.

      La Iglesia –y la DC no puede ser ajena a esto– parece dispuesta a defender a sus «pobres» y a reivindicar sus derechos, articulando, de alguna manera, intereses de sectores opositores que, en su ausencia, sólo podrían recurrir a la izquierda.

      El segundo hecho, quizás anecdótico, pero no menos significativo, es la fuerte silbatina con que el público del Estadio Nacional repudió, durante un partido de fútbol internacional, al general Floody, al hacer este un breve discurso a nombre del gobierno.

      Resulta, además, sintomático, que ese público aprovechara no sólo el anonimato de la multitud, sino la circunstancia de que aún no se encendían las luces del recinto para hacer esa manifestación opositora.

      Esto revela, por una parte, un fuerte sentimiento informe de rechazo al régimen militar, pero, por otra parte, también da cuenta de la persistencia del miedo a expresar tal rechazo.

       LA BÚSQUEDA DE LA «ALTERNATIVA REALISTA»

      En el mismo terreno de la oposición, resulta conveniente distinguir la acción que despliega la Democracia Cristiana en el período. Actuando en forma independiente de cualquier acuerdo con la Izquierda y fomentando buenas relaciones con la Derecha política, utiliza sus medios de comunicación para enfrentar al Gobierno en dos planos principales: el escándalo del fraude del IVA y el proyecto de institucionalización y transición. A estos temas se agrega el del terrorismo y sus intrincadas ramificaciones.

      En términos generales, puede decirse que el tema de fondo sigue siendo la institucionalidad futura y que los otros son utilizados como elementos de presión a su respecto. No obstante, parece claro que el aislamiento de la DC respecto a otros sectores de la oposición busca lograr una aceptabilidad y posible alianza con grupos de la derecha que le permitiría recuperar presencia política y plantear una «alternativa realista» frente al actual régimen.

      En este intento, se inscribiría también la formación de la Asociación Andrés Bello, que reúne a personalidades respetables del quehacer universitario opositor y que resulta convenientemente resaltada por El Mercurio, con dedicación de editorial, aunque lamentando que todavía se encuentren ahí algunos no muy «puros».

       ¿LA IZQUIERDA A LA DEFENSIVA?

      Además de lo anterior, en cuanto a presencia de la oposición, tampoco puede descartarse el hecho de que la ultraizquierda actuara en alguno de los actos de violencia reseñados más arriba. De confirmarse esto último habría que considerar lo que significa este nuevo elemento en la política chilena, particularmente las reacciones que suscitaría en los diversos sectores sociales y políticos.

      Frente a la escalada del enfrentamiento «duros-blandos» y a la subsecuente intensificación de la represión, la izquierda parece optar más bien por una posición expectante y defensiva, tal si fuera preferible que las cosas se resolvieran sin su participación.

      Naturalmente que esta actitud es comprensible en términos de esa intensidad represiva, que busca, justamente, que estos sectores se mantengan al margen del conflicto de cúpula. Sin embargo, también parece incidir la sorpresa del momento y la escasa capacidad real de hacer política en trances no tranquilos.

      Los movimientos sociales más fuertes (sindical, estudiantil y cultural) aparecen sobrepasados por los acontecimientos e incluso por la información. Se pierde la perspectiva de la política nacional y las alternativas al régimen político, precisamente en estos momentos en que este pretende institucionalizarse, que muestra sus contradicciones y está logrando, hasta el momento, restringir el debate institucional dentro de los límites que él mismo ha previamente definido.

      Más aún, parece posible en las actuales circunstancias que el aumento del terrorismo –probablemente manipulado– sirva para suscitar prolongadas discusiones en el seno de las agrupaciones de izquierda, permitiendo que cada uno use la presente situación como argumento para sus respectivas posiciones.

      En suma, habría que considerar que la materialización del intento de institucionalizar el régimen, hecho marcado por la existencia de un proyecto constitucional y de una etapa de «transición», parece haber agudizado las diferencias entre «duros» y «blandos» al interior del régimen.

      Esta agudización de diferencias, al movilizar medios cada vez más virulentos, podría llevar eventualmente a soluciones polares, pero siempre dentro de los términos en que las definen esos sectores en el poder.

      Sin embargo, esa posibilidad no es ajena a la presencia y acción de la oposición. Si esta última es débil, la resolución del conflicto se dará según la correlación de las fuerzas nacionales e internacionales que logre cada uno de los principales grupos dominantes.

      Por el contrario, si esta oposición se activa, podrá llegarse a una transacción en la cúpula o, incluso, a proponer una mayor apertura controlada que evite peligros mayores a la subsistencia del régimen. Por de pronto, el clima de violencia parece tender a persistir.

       INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 3

      Santiago, septiembre de 1980

      

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