Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada страница 10

Автор:
Серия:
Издательство:
Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada

Скачать книгу

revela incluso en la orientación de la campaña publicitaria del Gobierno, que pone énfasis en que lo apoyará «el hombre solo, enfrentado a su conciencia en el secreto acto de marcar el voto».

      Talvez el peso de la argumentación de los que piensan que fue primordial la «manipulación de las conciencias», radica en la «fuerza de los hechos». Vale decir, el Gobierno desafió e incitó a la oposición a ir a ver el recuento de votos, y los que fueron contaron sólo un poco menos que los que publicó el Gobierno; sólo parecería alegable el fraude no decisivo.

      Lo que es de una importancia crucial es que la aceptación de estos hechos implica considerar que el Gobierno del general Pinochet asumió realmente el riesgo de perder la elección, estuvo dispuesto a irse si perdía el juego, un juego en que, por muchas encuestas que haya hecho, no podía predecir el resultado.

      En todo caso, mientras se mantenga la creencia de que el Gobierno tiene capacidad de «manipular» un apoyo mayoritario, aumentarán las dificultades para impulsar una movilización opositora unida, puesto que no se vislumbrarían posibilidades de éxito en el corto plazo.

       DEFINICIONES EN COMPÁS DE ESPERA

      El plebiscito, no obstante las grandes decisiones que se supone significa, no logra aún cristalizar en opciones políticas claras tanto en el Gobierno como en la oposición. Por el contrario, en el período que nos ocupa parecen subsistir variadas expectativas.

      En cuanto al esquema de Gobierno, lo que se plantea es fundamentalmente su prolongación sin mayores alteraciones, salvo el señalar plazos que por su extensión no tienen una incidencia inmediata.

      La proposición de un vago programa de Gobierno, que sólo proyecta el actual modelo económico y no define aún el esquema político social que se pretende institucionalizar, parece dejar las cosas en el lugar que estaban.

      Por su parte, la oposición, a pesar de haber intentado trazar una línea alternativa al proyecto que el Gobierno ratifica en el plebiscito, encuentra crecientes dificultades en mantener no sólo la unidad política difícilmente alcanzada, sino que no logra implementar una línea alternativa en la medida que encuentra problemas para articularse con los sectores sociales que supuestamente representa.

      En términos gruesos, se podría afirmar que durante el período se produce un triple triunfo del Gobierno en relación a la oposición: logra hacer participar a la oposición en la votación del plebiscito; logra que la oposición entre en la campaña electoral; logra introducir dudas en la veracidad del fraude electoral masivo, relegándola a la discusión del pequeño fraude.

      Este triple triunfo tiene importancia en la medida que sirve de base para plantear la legitimidad del período gubernamental que se inicia.

      El costo es la unidad de la oposición que, aún vacilante, pudiera comenzar a impulsar con más fuerza un proyecto alternativo al vigente. Además, corre el riesgo, talvez calculado, de empujar a sectores sociales y políticos hacia la desesperación.

       INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 5

      Santiago, noviembre de 1980

       SABOREANDO EL TRIUNFO Y LA DERROTA

      Como suele suceder, después de un período de fuerte activación política, se entibia la leche y se acomodan las sillas. En el caso, el Gobierno definió los plazos y los procedimientos del llamado período de transición y pretende que se acepte que ello ha quedado definitivamente ratificado con el plebiscito. Para la oposición pública, esto es un dato que no se puede eludir. Y la calma se extiende como la mantequilla en el pan. Para los grupos en el poder es la solidez y confianza; para los opositores, un desencanto y golpearse el pecho con duras realidades.

      Es el momento, después de la arremetida opositora contra el régimen, el plebiscito, el general Pinochet y todo; antes que se produzcan definiciones maduras respecto al futuro de la acción política. Podría decirse que subsiste y se ensancha aquella sensación de derrota que provocó en la oposición la publicación de los resultados electorales por el Gobierno. En efecto, a medida que han transcurrido los días, los personeros políticos e intelectuales de la oposición han llegado a aceptar, casi unánimemente, que el resultado electoral oficial corresponde al que la ciudadanía emitió el 11 de septiembre. En esta visión, las inconexiones o fraudes que pudieran haberse cometido no alterarían sustancialmente el resultado.

      En el informe anterior se hizo un análisis más extenso de este problema. Si se vuelve a él, es por la fundamental incidencia que está mostrando en términos de proyecciones de acción política.

      Para la oposición, aparece como distinto el tipo de acción política a adoptar según piense que hubo un fraude electoral masivo que alteró sustancialmente las cifras, o que las cifras oficiales son aproximadamente reales, no obstante ellas se hayan logrado a costa de una «manipulación de las conciencias» debido a las circunstancias bajo las cuales se realizó el plebiscito (estado de emergencia, proscripción de partidos, mínimo acceso a los medios de comunicación para la oposición y casi monopolio de ellos para el Gobierno, «campaña del terror», etc.).

      Es sabido que los sujetos orientan su acción según lo que creen que es, independientemente de lo que objetivamente sea. Y lo que importa señalar aquí es que la oposición (al menos los personeros e intelectuales de quienes se tiene noticias) tiende a aceptar el hecho de que, en las circunstancias que se produjo, la ciudadanía apoyó mayoritariamente al Gobierno y su proyecto.

      Lógicamente, los representantes políticos de los grupos en el poder creen aún con mayor firmeza en este apoyo ciudadano. De aquí que el Gobierno exija acatamiento a los opositores si es que pretenden entrar al juego político.

       Y TALVEZ VAYAN A FORMAR PARTIDOS

      Uno de los elementos que mayor fuerza tienen para definir el reciente mes como de reflujo de la lucha política, parece ser la notoria desaparición de la disidencia interna. Que haya «duros» y «blandos» dentro de los grupos en el poder llega a encontrarse, a lo menos, dudoso. Los grupos en el poder parecen haber encontrado la unidad en torno a la figura del general Pinochet y al proyecto de transición y Constitución plebiscitado. El Gobierno se muestra ahora monolítico y se cierran las aparentes fisuras que pudieron llevar la esperanza, a ciertos sectores de la oposición, de que existían aliados potenciales, al interior del régimen, que eventualmente podrían ser favorables a un cambio político. Incluso el planteamiento de Frei, de crear un gobierno de transición cívico-militar, hizo creer a más de alguno que había contactos con grupos en el poder que hacían viable tal planteamiento. La muy publicitada pugna duros-blandos en los meses inmediatamente anteriores presentaba esto como verosímil.

      Después de la definición institucional del 11 de agosto cesó esa pugna o, al menos, sus expresiones visibles. Después del plebiscito del 11 de septiembre duros y blandos aceptaron todas y cada una de las características de la nueva institucionalidad.

      No obstante, las diferencias entre los grupos en el poder no han desaparecido, sino que han cambiado de objetivos. Ya no se trata de las diferencias respecto a la nueva institucionalidad. Ahora de lo que se trata es de prepararse para jugar, dentro de esa institucionalidad, un papel protagónico.

      En tal sentido, los distintos sectores en el poder tienden a la constitución de agrupaciones políticas y, eventualmente, partidos políticos. El tránsito entre duros y blandos se hace

Скачать книгу