Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984. Rodrigo Baño Ahumada

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Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984 - Rodrigo Baño Ahumada

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que entran en la dinámica de la organización política.

      Como ya se ha señalado otras veces, talvez lo más expresivo de esta orientación está en la carrera por el control de medios de comunicación de masas. El alineamiento del diario La Tercera hacia los sectores duros, la reorientación del diario Las Últimas Noticias hacia una posición más popular y con capacidad de una cierta crítica del gobierno. De la misma manera los grupos constituidos alrededor de las revistas Qué Pasa (Cubillos), Realidad (Jaime Guzmán) y Ercilla.

      Naturalmente que estos grupos no se forman este mes, pero sí puede percibirse en este momento una evolución hacia dentro, hasta cierto punto organizacional, realizada teniendo en la perspectiva el proceso de institucionalización ya trazado. Estos movimientos políticos se inscriben dentro de los límites trazados por el Gobierno y su perspectiva apunta a la futura vigencia de una institucionalidad donde pasarían a desempeñar un papel preponderante. Ello en la perspectiva de que el proyecto institucional se siga desarrollando en ese sentido y no se congele en un puro predominio militar que excluya el partidismo político.

       LA OPOSICIÓN A SU RINCÓN

      Definida la institucionalidad futura, la oposición tiene que ser ubicada. De acuerdo a lo que se indicaba antes, el hecho de que los personeros políticos de oposición, fundamentalmente demócrata cristianos, tiendan a optar por la idea de la «manipulación de conciencia» antes que por la de «fraude masivo» respecto a los resultados electorales presentados por el Gobierno, implica opciones también determinadas en cuanto a estrategia política.

      Consciente de esto, el Gobierno trata de forzar la decisión de la DC exigiendo acatamiento. El «caso Zaldívar» se explica en este contexto. Lo que al Gobierno le interesa es ratificar su legitimidad, particularmente la legitimidad futura cuyo fundamento estaría en el plebiscito y los resultados que presenta.

      En tanto la DC retrocede aceptando la realidad de los resultados electorales –por mucha «manipulación de conciencia» que haya habido–, el Gobierno le corta espacio, le exige la aceptación de su legitimidad si es que quiere postular a participar en el nuevo juego político como oposición.

      La prohibición de retorno de Zaldívar al país, si bien puede haber sido impulsada por los sectores más duros para quitarle interlocutores a los blandos con la DC, parece ser más bien una política generalizada de los grupos en el poder tendiente a reafirmar el modelo institucional.

      Frente a este hecho, lo que la DC reclama es justamente que se le fijen los límites dentro de los cuales pueda actuar válidamente como oposición.

      Hasta cierto punto, la argumentación sería aproximadamente la siguiente: si los resultados del plebiscito son reales, y si lo fueron en las circunstancias determinadas en que funciona el autoritarismo, entonces la posibilidad de mejorar posiciones radica justamente en lograr la aceptación de la calidad de oposición en el interior del régimen, para tener acceso a los mecanismos que influyen en la conciencia ciudadana. Dicho en otros términos, llegar a ser una especie de partido similar al MDB (el partido opositor en el régimen brasileño).

      Por cierto que esta es una alternativa que aún no se ha constituido, y es difícil pronosticar su éxito. Sin embargo, la actitud que asume la iglesia en el período analizado es significativa al respecto. La asistencia del cardenal a la firma del decreto que promulga la nueva Constitución, y la posterior invitación que le hace al general Pinochet para que asista a la clausura del Congreso Eucarístico, «como representante de la Nación», indican un cambio de actitud en la misma dirección.

       BUSCANDO EL ESLABÓN PERDIDO

      En cuanto a los otros sectores de oposición, tanto social como política, la situación parece diferente. La unidad de la oposición, formada en torno a los planteamientos de la DC frente al plebiscito, se ha ido diluyendo paulatinamente.

      La tendencia de la DC, reseñada previamente, implica un cierto alejamiento de las posiciones izquierdistas, un nuevo intento de mostrarse «limpia» para el Gobierno, depurada de cualquier relación con el sector político que queda definitivamente fuera del régimen. La diferencia es que ahora no pretende entrar en el gobierno o formar alianza con un sector de éste para plantear un proyecto alternativo, sino que tiende al aislamiento para ganar el papel de oposición permitida en el nuevo esquema. El problema radica en que tal actitud podría, eventualmente, acarrearle ciertas dificultades en cuanto al control de los movimientos sociales.

      Por lo pronto se puede señalar que la unidad opositora, que se ha ido constituyendo hace ya tiempo en el ámbito de los movimientos sociales, se sigue mostrando bastante activa.

      En el ámbito universitario se han producido nuevas acciones opositoras unitarias, particularmente en la Universidad de Concepción y la Federico Santa María.

      En el plano sindical, el pronunciamiento en defensa de la nacionalización de las minas por parte de dirigentes del cobre y del petróleo, el unánime movimiento de protesta en Caletones (Cobre) que culminó exitosamente para los trabajadores, así como la persistencia de la huelga legal en PANAL, muestran la vitalidad unitaria de la oposición.

      En la esfera propiamente política de la izquierda también parecen producirse algunos efectos relacionados con los acontecimientos que se inician el 11 de agosto con los anuncios del general Pinochet respecto a la nueva Constitución, la transición y el plebiscito, y que el Gobierno hace culminar con la presentación de los resultados de este último.

      En alguna medida, aquí también se enfrenta el dilema de si tales resultados corresponden a un «fraude masivo» o a una «manipulación de conciencia», puesto que a corto y mediano plazo la aceptación de una u otra tesis tiene connotaciones de importancia respecto a la estrategia a optar. Pero no parece haberse adoptado una resolución definitiva al respecto por todos los grupos.

      Aquellos más ligados a la DC por centrismo tienden a seguir los planteamientos de ésta en cuanto a reclamar que se fijen los límites (los más anchos posibles) dentro de los cuales pueda actuar legalmente la oposición.

      Las grandes corrientes de la izquierda en Chile, socialistas y comunistas, se saben fuera del esquema institucional. En consecuencia, si no deciden suicidarse políticamente, su interés central sigue siendo el cambio del régimen político. En la medida que la DC tienda a integrarse como oposición al régimen y que la llamada «derecha democrática» se muestre cada vez más débil, se aleja la posibilidad de jugar políticamente como apoyo para que esos sectores logren una apertura en la cual puedan tener cabida. Es lógico esperar que se mantengan en primer plano los problemas de organización política y es difícil que se produzca una línea unitaria en cuanto a la acción. Al menos mientras alguna no se muestra exitosa.

      En este punto resulta importante consignar la denuncia del Gobierno de que los últimos actos de violencia política opositora –la ola de incendios intencionales en locales claves– sería obra de miembros del Partido Comunista. Si esto se confirmara, significaría un cambio de importancia en la orientación de ese partido –hasta ahora bastante pacifista y reiteradamente buscando un acuerdo, aún desmedrado, con la DC–, talvez acorde con la declaración de Luis Corvalán, respecto a la eventualidad de una alternativa violenta para Chile.

      En todo caso, y tal como se ha señalado en informes anteriores, las posiciones más proclives a la «acción directa» pueden adquirir mayor atractivo para ciertos sectores de la oposición en circunstancias que las acciones orientadas en otro sentido se muestren inútiles.

      Por otra parte, la estrategia actual de la DC y

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