¿Podemos adelantar la Segunda Venida?. Marcos Blanco

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¿Podemos adelantar la Segunda Venida? - Marcos Blanco

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que no hay nada que el hombre pueda hacer para adelantar o demorar la Segunda Venida.

      Conclusión

      Al partir del presupuesto de la atemporalidad para explicar el ser de Dios, Wallenkampf se distancia del Dios bíblico. Enraizado en el teísmo clásico, termina presentando la idea de un Dios que determina cada evento de esta Tierra, y cae en el determinismo teológico propio de este movimiento. Su visión de la omnisciencia en términos de visión y atemporalidad que se desprenden de su adopción de la atemporalidad divina lleva a la concepción de un futuro cerrado, fijo, puesto que Dios ya lo previó en su omnisciencia. En consonancia, su visión de la providencia divina también lleva a presentar el papel del hombre como un mero espectador en el plan de salvación y, específicamente, en los eventos relacionados con la Segunda Venida.

      Wade lanza esta pregunta atinada a la posición de Wallenkampf: “El autor ofrece una solución que en cierto modo nos tranquiliza, pero debemos preguntarnos si esta es verdaderamente una solución bíblica”.77 Wade afirma que no, dado que la posición de Wallenkampf está sustentada en la filosofía griega más que en la Biblia.

      Después de haber analizado la posición que enfatiza la soberanía divina, nos enfocaremos en la postura que enfatiza mantener la tensión entre la actividad humana y la soberanía divina con respecto a la demora de la Segunda Venida.

      33 Ver la reseña que se hizo de su libro: Loron Wade, “Recensión de La demora aparente, Arnold Wallenkampf”. Diálogo Universitario 9, N°1 (1997), p. 28. Además: Steger, “La ‘demora’ de la Segunda Venida”, p. 10; Enrique Espinosa, “La demora aparente, ¿cuánto aún faltará?”, Espigas 2 (1998), p. 4.

      34 Arnold Wallenkampf, La demora aparente, p. 140.

      35 Ibíd., p. 110.

      36 En este mismo sentido, Gallagher no considera que los esfuerzos del hombre puedan ayudar a acelerar la parusía ya que hacer depender este evento de los esfuerzos humanos sería de alguna manera “limitar la omnipotencia de Dios”. Él afirma: “No podemos decir que Cristo no ha venido porque no hemos trabajado lo suficiente, para que no nos centremos en nuestras obras y caigamos en un estado de actividad frenética a fin de expiar nuestra culpa para que Jesús pueda venir pronto” (Gallagher, ibíd., p. 6).

      37 Gallagher también plantea esta cuestión. Se observa que deja lugar para el elemento humano, pero solo como una respuesta a la iniciativa de Dios, ya que su énfasis está en que la “Segunda Venida es la obra de Dios y no la obra del hombre”. Afirma que la pobre respuesta ante el llamado de Dios no puede prevenir la Segunda Venida más que la relación del antiguo Israel con Dios pudo prevenir la Primera Venida. Este énfasis en la soberanía divina se desprende de sus presupuestos, que serán analizados en la siguiente sección (Gallagher, ibíd., p. 7).

      38 Wallenkampf, ibíd., p. 136. Sakae Kubo utiliza esta misma expresión. Para Kubo, el sentido de demora no se genera en que Dios haya establecido una fecha y luego se haya arrepentido. Ni ha pospuesto el regreso de Cristo en algún momento. El sentimiento de demora surge de una reacción puramente humana a las expectativas humanas. Afirma enfáticamente que Dios vendrá solamente cuando lo establezca él, y que afirmar que “de alguna manera, por nuestros propios esfuerzos humanos, podemos hacer bajar a Cristo” es algo “blasfemo” (Kubo, God Meets Man [Nashville, Tennessee: Southern Publishing Association, 1978] p. 101).

      39 “No está en nosotros la responsabilidad de producir el ésjaton: el fin de todas las cosas terrenales. Dios lo hará. No nosotros” (Wallenkampf, ibíd., p. 106).

      40 Ibíd., p. 101. Kubo también, al hacer referencia a la cita de Elena de White que menciona que cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo él vendrá, descarga en Dios toda la responsabilidad por esta y cualquier otra tarea que deba ser realizada antes del Segundo Advenimiento: “Sin embargo, no podemos obligarnos febril y francamente a reflejar el carácter de Cristo. Es la obra de Dios. Cuando lo ha hecho con nuestra cooperación y ve que se cumplen todas las demás condiciones (como el evangelio predicado en todo el mundo), Cristo regresará. Es él quien modela el carácter de Cristo en nosotros, y es él quien determina cuándo volverá Cristo” (Kubo, ibíd., p. 102).

      41 Gallagher también parte de una concepción atemporal del ser de Dios. Afirma que, “si realmente es el Eterno, el gran YO SOY, en quien ‘no hay pasado ni futuro; todas las cosas le son eternamente presentes’ (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 634), entonces hablar de una ‘demora’ en conexión con Dios no tiene validez real” (Gallagher, ibíd., p. 5).

      42 Wallenkampf, ibíd., 53.

      43 Ibíd., p. 53.

       44 Ibíd.

      45 Ibíd., p. 58. En este mismo sentido, Gallagher llega a afirmar que la relación de Dios con el tiempo solo es significativa “cuando la consideramos desde el punto de vista del hombre”: somos nosotros los que vemos la “demora”, no Dios (Gallagher, ibíd, p. 5).

      46 “Un argumento clave del libro La demora aparente consiste en defender la omnisciencia y el control soberano de Dios sobre el mundo” (Espinosa, íbid., p. 5).

      47 Wallenkampf, ibíd., p. 140.

      48 Para Gallagher, que Dios tenga un preconocimiento previo de la fecha de la Segunda Venida no indica necesariamente que su conocimiento sea la causa de ese evento. En otras palabras, no hace depender el evento de la Segunda Venida del preconocimiento divino. Sin embargo, a la hora de definir la soberanía divina, declara que hacer a Dios dependiente del hombre es “evidentemente inaceptable”, poniendo un énfasis claro en la soberanía divina y disminuyendo por completo lo que puede hacer el hombre en la Segunda Venida (Gallagher, ibíd., p. 6). En la concepción de Sakae Kubo, la idea de que dado que Dios conoce algo, esto está determinado por él es fuerte: “Cristo podría haber venido en un tiempo anterior, pero Dios conocía que no lo haría. ‘Acelerar la venida’ no puede implicar que Dios cambia la fecha que ha establecido” (Kubo, ibíd., p. 101). Es más, afirma que Dios no es como un astronauta que debe demorar su vuelo varias veces por problemas con el tiempo o desperfectos técnicos. La fecha del regreso de Jesús está establecida porque “Dios conoce cuándo vendrá Cristo” (ibíd., p. 102).

      49 Wallenkampf,

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