¿Podemos adelantar la Segunda Venida?. Marcos Blanco
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La visión de monocondicionalidad del concepto de la providencia lleva a Douglass a hacer depender todos los eventos del tiempo del fin únicamente del carácter del pueblo de Dios. Llega a decir que “el fin del mundo, la terminación de la comisión evangélica, el regreso de Jesús, todo depende” de que la última generación demuestre fielmente el carácter de Cristo en su vida.31
De esta manera, podría decirse que, si bien Douglass trabaja con el presupuesto bíblico de la providencia divina como marco de referencia, pareciera no elaborar su posición acerca de la demora a partir de este presupuesto bíblico. En lugar de ello, hace un salto desde el ámbito de la cristología y la soteriología al de la escatología. En lugar de elaborar su posición escatológica acerca de la Segunda Venida a partir del presupuesto bíblico de la providencia –además de otros presupuestos bíblicos necesarios para tal construcción–, pasa de la cristología y la soteriología a la escatología.
En este sentido, Douglass no sigue el carácter sistemático del conocimiento. Este exige coherencia entre los contenidos. Tal como se ha planteado, las construcciones teológicas no funcionan sin presuposiciones. Ahora, a partir de ellas, la razón extrae en forma consecuente nuevos conocimientos. Las presuposiciones guían y fundamentan toda la actividad racional teológica. Y la razón se encarga de que todos los nuevos conocimientos que se van obteniendo sean consecuentes con las presuposiciones y con el conjunto de conocimientos que se posee. En otras palabras, la razón exige que, en todas las áreas, las nuevas posiciones teológicas no estén en contradicción con las premisas fundamentales teológicas que ya se han adoptado. Esto significa que el conocimiento humano es una estructura sistemática formada por presuposiciones y consecuencias derivadas de ellas en forma coherente.32
Como se mencionó, Douglass no sigue el carácter sistemático del conocimiento. En lugar de plantear los presupuestos bíblicos para una correcta comprensión de la escatología, sustenta su posición acerca de la demora en la Segunda Venida únicamente en sus presuposiciones cristológicas, antropológicas y soteriológicas, pero no tiene en cuenta todas las dimensiones de la providencia divina.
Es más, no solo no las tiene en cuenta, sino tampoco se percata de que el tema de la demora pertenece al nivel de la providencia, no al de la cristología, antropología o soteriología; todas se incluyen dentro del marco general de la providencia. Tiene el presupuesto bíblico de la providencia divina como marco de referencia, pero no elabora su posición a partir de ella siguiendo el carácter sistemático del conocimiento, y por lo tanto deja en el camino aspectos importantes de la providencia divina que desempeñan un papel trascendente en el tiempo del fin, en relación con el tema de la Segunda Venida que está abordando.
Conclusión
En su postura acerca de la demora de la Segunda Venida, Douglass parece tener el presupuesto bíblico de la providencia divina como trasfondo, sobre todo a la hora de elaborar el concepto de la condicionalidad de la profecía, aceptando que Dios lleva a cabo sus planes históricamente, dentro de la contingencia y el riesgo que caracterizan la historia humana. No obstante, tener el presupuesto bíblico de la providencia divina como horizonte no supone que haya elaborado su posición acerca de la demora a partir de este presupuesto.
Su visión monocondicional de la providencia divina, en la que el único elemento determinante de la Segunda Venida es el estado de perfección del pueblo de Dios, pareciera haber causado una desatención de otros aspectos, como la actividad providencial directa de Dios, relacionada específicamente con sus juicios. Esto se debe a que parece no haber construido su posición acerca de la demora a partir de los presupuestos bíblicos de la providencia divina –además de otros presupuestos necesarios para esta tarea–, sino que llega a la escatología a partir de sus presupuestos cristológicos, antropológicos y soteriológicos.
Después de haber analizado brevemente la posición que se enfoca en la actividad humana como factor primordial para explicar la demora de la Segunda Venida, al igual que la posibilidad de acelerarla, nos concentraremos en la posición opuesta, que enfatiza la actividad divina como único factor desencadenante y determinante de la parusía.
8 Robert W. Schwarz, Light Bearers to the Remnant (Mountain View, California: Pacific Press, 2000), p. 95.
9 Richard P. Lehmann, “The Second Coming of Jesus”, en Handbook of Seventh-Day Adventist Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown, MD: Review and Herald Pub. Assn, 2000), p. 1.003.
10 Ver Jerry Moon, “‘How Long, O Lord?’ Wrestling with the timing of the Advent”, Adventist Review (29 de marzo de 2001), pp. 29-31; Carlos A. Steger, “La ‘demora’ de la Segunda Venida”, Logos 3, n°4 (1999-2000), pp. 10-15.
11 Herbert E. Douglass, “Men of Faith–The Showcase of God’s Grace”, en Perfection: The Impossible Possibility (Nashville, Tennessee: Southern Publishing Association, 1975), p. 20.
12 “Debido a que un inminente retorno de Jesús es el dinamismo histórico del Adventismo, y ya que la Venida ahora ha sido demorada por más de un siglo, ¡los Adventistas tienen un problema que desafía la misma razón para su existencia! El Dr. Douglass enfrenta este problema y provee soluciones lógicas y bíblicas” (W. B. Quigley, “Recommended Reading”, Ministry [febrero de 1980], p. 32). Es más, si bien con algunos matices, dos de los evangelistas más renombrados de la Iglesia Adventista mantienen la posición de Douglass: ver Mark Finley, “Divine Love, the Delay of the Advent and the Mission of the Church”, Journal of the Adventist Theological of the Society 4, N° 2 (otoño de 1993) y Doug Batchelor, “Dealing with Delay”, Adventist Affirm 9, N° 2 (otoño de 1993).
13 Branson señala que la posición de Douglass podría ser categorizada como una “respuesta moral”, ya que su enfoque, tal como Douglass lo acepta, se basa en la perfección del carácter cristiano como una de las condiciones para que se produzca la parusía (Branson, Pilgrimage of Hope [Takoma Park, Maryland: Assciaation of Adventist Forum,1986], p. 12).
14 Douglass, ibíd, p. 20.
15 Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1971), p. 69.
16 Gallagher también tiene esta postura. Este autor considera que, de alguna manera, el hombre no puede acelerar la Segunda Venida –esto haría que el hombre tenga alguna participación activa en este evento–, pero sí puede demorarla –aunque Gallagher se niegue a utilizar este término–, con su respuesta al llamado de Dios: “La incredulidad es la única respuesta bíblica a la ‘demora’ del regreso de Cristo” (Jonathan Gallagher, “The delay of the Advent”, Ministry [junio de 1981], p.6).