¿Podemos adelantar la Segunda Venida?. Marcos Blanco

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¿Podemos adelantar la Segunda Venida? - Marcos Blanco

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apresura, anuncia y proclama la Segunda Venida. Un pueblo que se santifica cada día y que muestra el gran amor de Dios en cada interacción con sus semejantes. Eso es creer y vivir la Segunda Venida.

      Esto nos lleva al relato del Génesis, que narra el comienzo de la humanidad. Allí, se nos dice que Dios creó un mundo perfecto, sin sufrimiento ni dolor, pero sobre todo sin muerte. Sin embargo, “la serpiente antigua” de la que habla el Apocalipsis logró convencer a Eva, y luego a Adán, de que se uniera en su rebelión contra Dios, desconfiando de su carácter y sus intenciones (Gén. 3:1-8). Así, el ser humano pecó, y las consecuencias no tardaron en ser anunciadas. La muerte ahora entraba en el horizonte de la humanidad. Y ese conflicto, que ingresó primeramente en el corazón del hombre y el de la mujer, se extendió a todo el mundo, con graves consecuencias ecológicas.

      Sin embargo, junto con la descripción del campo de batalla, Dios también hizo una promesa. Él le dijo a la serpiente: “Yo pondré enemistad entre la mujer y tú, y entre su descendencia y tu descendencia; ella te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón” (Gén. 3:15). Esa descendencia de la mujer, que finalmente terminaría aplastando la cabeza de la serpiente, era el Mesías prometido, nada más y nada menos que Cristo, el Hijo de Dios. Aquí es donde Dios contraataca el asalto de Satanás, pero no con su poderío bélico, sino con una demostración de su verdadero carácter.

      El 6 de junio de 1944, desembarcaron en la costa de Normandía diez divisiones estadounidenses, británicas y canadienses. Pese a la resistencia del ejército alemán, instalaron sólidas cabezas de playa en las que, a lo largo de los siguientes días, desembarcaron 250.000 hombres y 50.000 vehículos. A pesar del tiempo transcurrido, el desembarco de Normandía continúa siendo la mayor operación de invasión por mar de la historia, ya que casi tres millones de soldados cruzaron el canal de la Mancha desde Gran Bretaña a la región de Normandía, en la Francia ocupada. El 6 de junio llegó a ser conocido como el “Día D” (por “desembarco”), y fue el comienzo del fin del Tercer Reich y de la Segunda Guerra Mundial.

      La primera venida de Cristo aquí a la Tierra podría ser considerada como el “Día D” del Gran Conflicto. En su ministerio, Cristo sanó a los enfermos, expulsó demonios y predicó la llegada de un nuevo reino. Cristo mismo expresó: “Si yo expulso a los demonios por el poder de Dios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a ustedes” (Luc. 11:20). Todos los milagros y las señales que acompañaron el ministerio de Cristo eran una evidencia de que había llegado para liberar el mundo de las manos de su usurpador, Satanás, que es llamado “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31, RVR). Jesús mismo comenzó su ministerio anunciando: “¡Por fin ha llegado el tiempo prometido por Dios! —anunciaba—. ¡El reino de Dios está cerca!” (Mar. 1:15).

      En la Cruz, Cristo derrotó definitivamente a Satanás. Sus últimas palabras en la Cruz fueron: “Consumado es” (Juan 19:30, RVR), indicando que la victoria estaba ganada. Cristo tomó nuestro lugar en la Cruz, y padeció la muerte que nosotros merecíamos, para que nosotros pudiéramos obtener la vida eterna que él merecía.

      La Biblia menciona que este gran conflicto entre Cristo y Satanás no durará por siempre. No estamos condenados a vivir en un eterno campo de batalla. Pronto, el “Día V” de la victoria llegará (Juan 14:1-3). Cuando él venga, pondrá un punto final a este gran conflicto, haciendo desaparecer a Satanás, el dolor, el sufrimiento y la muerte.

      En esa gloriosa Segunda Venida, Cristo se llevará a los que vencieron en este gran conflicto gracias a su muerte en la Cruz. Y entonces la armonía será restaurada en una Tierra nueva. El Apocalipsis describe cómo será la vida después del fin del conflicto: “Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir… Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir” (Apoc. 21:1-4).

      La gran pregunta es: ¿De qué lado deseas estar en esta “guerra universal”? Dios te invita a disfrutar de ese nuevo mundo sin muerte ni dolor. La decisión está en tus manos.

      La necesidad de estar listos

      Luego de dar las señales que indicarían la cercanía de su regreso, Jesús pronunció la parábola de las diez vírgenes con el fin de ilustrar la experiencia de la iglesia de los últimos días. Las dos clases de vírgenes representan las dos clases de creyentes que profesan estar esperando a su Señor. Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Sus lámparas representan la Palabra de Dios, y el aceite simboliza al Espíritu Santo.

      Analizados superficialmente, parece que estos dos grupos fueran semejantes; ambos salen al encuentro del Novio; los dos tienen aceite en sus lámparas y su comportamiento no parece ser distinto uno de otro. Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y lo esperan. Luego viene una aparente demora; su fe debe ser probada.

      De pronto, a la medianoche, en la hora más tenebrosa de la historia del mundo, escuchan un grito: “¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” (Mat. 25:6). Ahora se hace evidente la diferencia entre los dos grupos: los que componen uno de ellos no están listos para encontrarse con el Esposo. Estas vírgenes “necias” no son hipócritas; respetan la verdad, la Palabra de Dios, pero les falta el aceite: no han sido selladas por el Espíritu Santo (ver Apoc. 7:1-3). Se han contentado con una obra superficial, no han cultivado una relación profunda y personal con Cristo.

      En la parábola, cuando viene el esposo, únicamente los que están listos entran con él a la celebración de la fiesta de bodas, y la puerta se cierra. Oportunamente, las vírgenes necias, que habían ido a comprar más aceite, vuelven y llaman: “¡Señor, señor! ¡Ábrenos la puerta!”. Pero el esposo responde: “Créanme, ¡no las conozco!” (Mat. 25:11, 12).

      Cuando se baje el telón de la historia de este mundo, solo habrá dos clases de personas. Lo único que importará, en ese momento, será la clase de relación que hayamos cultivado con Jesús.

      Sí, la Segunda Venida es esa luz en el horizonte que ilumina nuestro presente, marcándonos el camino hacia ese futuro glorioso, ese momento que inaugurará una era donde ya “no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más” (Apoc. 21:4).

      6 https://population.un.org/wup/

      7 Citado en Spiros Zodhiates, The Behavior of Belief (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1959), p. 87.

      Énfasis en la actividad humana

      Una joven se esmeró preparándose para una cita a ciegas. No se trataba solo de una simple comida y una película. Lejos de eso, había planeado cenar en un exclusivo restaurante del centro de la ciudad, con música en vivo y baile. Queriendo causar una buena primera impresión, se había tomado

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