El adolescente y sus conductas de riesgo. Ramón Florenzano

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El adolescente y sus conductas de riesgo - Ramón Florenzano

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la medida que transcurre la adolescencia, se llega a una relación nueva y más madura con ambos padres, y con otras figuras de autoridad que los representan. El desarrollo adolescente normal lleva, entonces, a un concepto estable y estructurado del self, con sentimientos positivos acerca del propio cuerpo, las relaciones sociales y capacidades de logro. Desde ese ángulo, la adolescencia normal implica un buen ajuste interpersonal con relación a la familia, al grupo de pares y al ambiente social. En el mismo sentido, Erikson(45) habló de la centralidad para el desarrollo adolescente de una identidad personal viable y coherente. La identidad para este autor implica la integración de "las variadas imágenes de uno mismo que se han experimentado desde la infancia". En ese sentido, la identidad es el puente entre el individuo y la sociedad. El riesgo, por otro lado, es la confusión de identidad, que corresponde al fracaso en alcanzar una identidad consistente, coherente e integrada. Esta confusión de identidad se manifiesta por una incapacidad de comprometerse, aun, al final de la adolescencia con una ocupación, toma de posición valórica o ideológica, y de integrarse establemente en la vida.

      Posteriormente, Heinz Kohut ha incorporado al concepto de self la idea de esta estructura como el centro de iniciativa personal, caracterizado por la afirmación de uno mismo y por la capacidad de proponerse metas(46). Kohut vuelve a la idea original de James de múltiples selves, o sí mismos, algunos conscientes, otros inconscientes. El "sí mismo" subjetivamente experimentado como tal es llamado self nuclear. Éste tiene capacidad de introspección y empatía. El adolescente enfrenta, así, la vida con un programa básico, con un plan de futuro y una anticipación de logros particulares. Esta programación básica es centralmente una función del self nuclear. Los logros de esta programación llevarán al adolescente a un autoconcepto realista, no demasiado exigente ni excesivamente grandioso. Con este narcisismo moderado, el self será capaz de enfrentar realistamente sin colocarse exigencias excesivas ni de no enfrentar ninguna tarea para proteger una autoimagen frágil. En resumen, la misión psicodinámica de la adolescencia comienza con temas infantiles como el control de una sexualidad y una agresividad crecientes, y con competencias y anhelos por el cariño de los padres, y termina con un foco en temas más maduros, como el de insertarse en forma adecuada en el mundo social y sentirse razonablemente bien con uno mismo, haciendo elecciones realistas y satisfactorias con respecto a la pareja, los hijos y la realización laboral

      Posteriormente, han adquirido importancia teorías que toman en cuenta las influencias sociales en el desarrollo adolescente. La teoría del aprendizaje social de Bandura(47), por ejemplo, señala que la conducta adolescente es influenciada por los premios y castigos sociales en relación con sus comportamientos así como por los modelos sociales que rodean al joven. En la medida que pasa el tiempo, el adolescente forma una imagen de sí mismo que incorpora estos mensajes externos acerca de su conducta. Se llega, de esta manera, a una autoimagen consistente y adaptativa, que se caracteriza por capacidad de autocontrol, por la capacidad de resolver problemas, de participar activamente en la toma de decisiones y por un sentido de autoeficiencia, o sea, de poder influir personalmente en el mundo que les rodea. Esta teoría es particularmente importante para entender el papel crítico de los pares en el desarrollo adolescente. Los jóvenes se alejan progresivamente de sus familias y modelan su self social más alrededor de pares de su misma edad: imitan y aprenden los unos de los otros.

      Un paso más en el campo de la influencia social en el self adolescente fue dado por Goffman(48) y Kelly(49) al desarrollar la aproximación socialconstructivista, que subraya cómo los constructos personales, la realidad social y las representaciones de uno mismo son producto de la cultura y de interacciones con los demás. El mayor nivel de interrelación de los adolescentes con el medio social hace que la matriz cultural de una sociedad dada sea activamente incorporada por ellos, que así aprenden cómo anticipar el propio futuro, a asumir nuevos papeles sociales y a formar parte de la cultura dominante. Para los constructivistas como Berger y Luckman el self se forma a partir de las reacciones a las acciones sociales que la persona realiza. Los adolescentes se percibirán a sí mismos dependiendo de los grupos sociales con los que interactúen. Las respuestas de sus pares modificarán el modo como se ven a sí mismos, y estas respuestas llevarán a cambios cualitativos en los adolescentes. Este nivel de explicación es especialmente adecuado para entender las diferencias culturales entre diversos adolescentes.

      EL DESARROLLO MORAL

      El trabajo de Lawrence Kohlberg(50), en el plano del desarrollo moral, complementa los estudios cognitivos de Piaget. Este autor ordena un conjunto sucesivo de etapas que las personas atraviesan en la medida que enfrentan decisiones valóricas cada vez más complejas. Kohlberg ha descrito seis de dichas etapas en la progresión desde la niñez temprana hasta la vida adulta. Las dos primeras son denominadas "preconvencionales", con la primera centrándose alrededor del dilema "castigo/obediencia". En ésta el niño es motivado a comportarse de cierta manera, dada la creencia de que el no hacerlo conlleva un castigo. "Si no recoges tas cosas, te vas castigado a tu pieza" es el prototipo de esta actitud inicial por parte de muchos padres. La segunda etapa del pensamiento preconvencional ha sido denominada "hedonismo instrumental" o "reciprocidad concreta". Por ejemplo, dos preescolares deciden intercambiar juguetes, no con la intención de hacerse un regalo sino en la esperanza de que el cambio les beneficiará con un mejor juego. Las dos etapas siguientes fueron denominadas por Kohlberg "convencionales". La primera de éstas fue descrita como "una orientación hacia la mutualidad en las relaciones interpersonales". En ésta, los niños, habitualmente entre siete y once años, se comportan de un modo dado, con la expectativa de obtener la amistad de los otros. El deseo de ser querido y respetado es una motivación importante en esa etapa. Esta orientación a las relaciones interpersonales afectuosas pasa a ser un factor mayor en lo que se ha descrito como "presión del grupo de pares". La segunda etapa del desarrollo moral convencional ha sido denominada como de "ley y orden", ya que en ella la mantención de un orden social, de reglas fijas y de la autoridad pasan a ser las principales motivaciones de la conducta. En esta etapa el razonamiento es la base de muchas acciones: es que se hace así porque así lo dice la ley, las reglas o las tradiciones. Esta orientación se mantiene, posteriormente, central para muchos adultos.

      La forma final del razonamiento moral ha sido denominada por Kohlberg como "posconvencional". En la primera de estas etapas el razonamiento moral se basa en la noción del contrato social: "el mayor bien para el mayor número posible de personas". Esta noción del bien común plantea que, aunque algunos sufran, si este dolor es necesario para que una mayoría se beneficie, lo hará sostenible, en la medida que permita el beneficio de la mayoría. El nivel más evolucionado del razonamiento moral en el esquema de Kohlberg es el basar las decisiones en un "principio ético universal". El último principio en este esquema evolutivo es el de justicia. Más que basar las decisiones en las que beneficiaría a la mayoría, en esta etapa las decisiones se centran en cuál sería la situación más justa para los miembros menos favorecidos de la sociedad. En este esquema la pregunta que se plantea es: "Si Ud. no supiera cuál es su situación en la sociedad, y siendo tan probable que fuera pobre y excluido como rico y lleno de privilegios, ¿qué decidiría?". Además, para quienes toman sus decisiones basados en estos principios éticos-universales, las consecuencias de sus acciones no son relevantes, a no ser que violen normas sociales o legales. Bajo estas circunstancias, si uno está tranquilo frente a la propia conciencia, es capaz de enfrentar consecuencias negativas, sean legales o sociales.

      El adolescente en su desarrollo atraviesa estas diversas etapas. Dependiendo de capacidades individuales o de su contexto cultural, puede llegar o no a alguna de las etapas más evolucionadas de la moral posconvencional. Transita frecuentemente de un período de decisiones en blanco o negro a otro de relativismo moral, en el cual su respuesta habitual a los dilemas es "Depende...". Luego, comienza a centrarse en los ambientes sociales que lo ayudan a definir lo correcto de lo erróneo, abandonando los sistemas más simples utilizados en la niñez. Uno de los puntos polémicos acerca de la secuencia propuesta por Kohlberg es acerca de su vigencia transcultural. Se ha visto que muchas elecciones están culturalmente determinadas. Algunas culturas sobrevaloran la evitación

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