El adolescente y sus conductas de riesgo. Ramón Florenzano

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El adolescente y sus conductas de riesgo - Ramón Florenzano

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esta secuencia de cambios es bastante uniforme, entre los individuos hay una considerable variación en la velocidad del cambio. Algunos adolescentes maduran más rápido y otros lo hacen más lentamente. Esta variabilidad en la velocidad del cambio puede afectar el desarrollo psicológico y social de la persona. Los niños que maduran precozmente, en general, tienen un mejor ajuste que aquellos que lo hacen más tardíamente, llegando a tener mejor interacción con sus pares y con los adultos. Estas ventajas de la maduración temprana se mantienen hasta la adultez media en el caso de los varones. En las mujeres, sin embargo, la maduración precoz, comparada a la tardía, se asocia con desventajas psicosociales. La maduración a una edad promedio parece ser lo mejor para la mujer. Se ha visto, por ejemplo, que las niñas que maduran tempranamente tienden a verse como más obesas y a tener peores imágenes corporales que sus pares que maduran a una edad promedio(40). El madurar asincrónicamente de los propios iguales parece ser un factor de riesgo para un desarrollo emocional equilibrado. Esto, sin embargo, depende también de la sitúación socioambiental del adolescente. Estos cambios corporales tienen consecuencias psicosociales de importancia. Por ejemplo, hay diversos estudios que muestran la correlación entre status social y estatura física. Las personas son inicialmente juzgadas por su apariencia física, y quienes son altos tienden a ser mejor evaluados que los bajos. Los gerentes de empresas, como lo han mostrado estudios de selección de personal, tienden a ser más altos que los subgerentes, y éstos a tener más altura que los jefes de área y que los operarios.

      Los cambios corporales entre los adolescentes también varían en relación con influencias socioculturales e históricas. La edad de la menarquía, por ejemplo, varía entre países y, aun, entre diversos grupos culturales en el mismo país. Aún más, existe una tendencia histórica a la disminución en la edad de la menarquía, que ha bajado en varios meses por década desde 1840 a la fecha. La edad de la menarquía se ha estabilizado en Europa y Estados Unidos alrededor de 12,5 años, en tanto que a la vuelta del siglo era de dieciséis años en Alemania, de quince en Inglaterra y de 14,2 en los Estados Unidos. En el caso chileno, desde 1910 hasta 1990 la edad promedio de menarquía disminuyó desde 15,5 a 12,3 años. Este fenómeno, en general, se atribuye a una mejor salud y nutrición de los actuales adolescentes.

       Desarrollo cognitivo

      Los cambios fisiológicos característicos de la adolescencia recién descritos tienen un impacto dramático en el funcionamiento cognitivo y social. Los adolescentes piensan acerca de sus "nuevos" cuerpos y sus "nuevos" sí mismos de un modo cualitativamente diferente. En contraste con los modos de pensar de tipo sensoriomotor, simbólico, intuitivo y operacional concreto, que de acuerdo con Piaget(41) caracterizan la infancia y la niñez, alrededor de la pubertad emerge el pensamiento operativo formal, o hipotético-deductivo, que se caracteriza por las capacidades de abstracción y razonamiento. En la etapa de operaciones formales del pensamiento, los adolescentes comienzan a discriminar entre sus pensamientos acerca de la realidad y la realidad misma, y llegan a reconocer que sus suposiciones tienen un elemento de arbitrariedad que puede no representar realmente la naturaleza de sus experiencias. Así, el pensamiento se hace de alguna manera experimental en el sentido científico, empleando hipótesis para probar nuevas ideas en relación con la realidad externa. Además de la comprensión de la metáfora, el joven es capaz de entender implicaciones lógicas del tipo "si... entonces".

      Al formar sus hipótesis acerca del mundo, la cognición de los adolescentes crece junto con el desarrollo del modo de pensamiento formal, científico y lógico. Un ejemplo típico de pensamiento combinatorial es el siguiente: se le presentan al adolescente cinco jarros, cada uno de los cuales contiene un líquido incoloro. Al combinar los líquidos de tres jarros específicos se producirá un color, mientras que el uso de cualquiera de los otros dos jarros restantes no creará ninguno. Se le dice al adolescente que se puede generar un color, sin mostrarle cuál combinación producirá ese efecto. Los niños en la etapa de operaciones concretas típicamente tratan de resolver el problema combinando líquido de dos jarros a la vez, pero después de combinar todos los pares, o al tratar de juntar los cinco líquidos a la vez, generalmente dejan de buscar una solución al problema. Un adolescente en la etapa de operaciones formales, por otro lado, explorará todas las posibles soluciones, probando todas las combinaciones posibles de dos o tres líquidos hasta que se produce finalmente el buscado color. Otro ejemplo es el del modo como los adolescentes piensan acerca de determinados problemas verbales, como los representados por la pregunta: "Si Paula es más alta que Mónica y más baja que Francisca, ¿cuál es la más baja de las tres?" Los niños en la etapa de operaciones concretas pueden ser capaces de resolver un problema análogo (por ejemplo, usando palitos de diversas alturas y dándoles a éstos un nombre propio). Los problemas verbales abstractos, sin embargo, no son habitualmente resueltos hasta que no ha surgido la capacidad para operaciones formales.

      Además, en esta etapa se desarrolla un segundo sistema simbólico, el lenguaje, que comienza a asumir múltiples significados, abriéndose al uso de dobles sentidos y metáforas. El adolescente por primera vez puede pensar acerca de su pensamiento, tomando una actitud reflexiva frente a su propio ser. Esta misma capacidad cognitiva le permite comenzar a desarrollar la capacidad de construir realidades abstractas posibles, los ideales, que se contrastarán con la realidad. Esta constitución de un Yo Ideal tiene consecuencias prácticas importantes, en el sentido de que surge una maqueta o plano de expectativas futuras de logro, que se traducen en un proyecto de vida, consciente o inconsciente, que se tratará de implementar a lo largo de la vida adulta.

      Las operaciones formales del pensamiento no parecen caracterizar a todos los adolescentes. Estudios de adolescentes mayores y de adultos en diversas culturas occidentales muestran que muchos no alcanzan la etapa de operaciones formales. Algunos investigadores han atribuido estas diferencias a lo diverso de las culturas rurales y urbanas y a las distintas cosmovisiones que cada una de éstas ofrece. Hay poca evidencia, sin embargo, que muestre que las diferencias socioeconómicas o educacionales se asocien con el logro o no de la etapa de operaciones formales. El pensamiento operativo formal tiene, también, sus limitaciones: tal como el niño se preocupa de su "sí mismo" físico en un mundo lleno de nuevos estímulos corporales, asimismo, el adolescente puede preocuparse de su propio pensamiento en un mundo lleno de nuevas ideas. Esta preocupación, a menudo, lleva a una suerte de egocentrismo, que se manifiesta de dos maneras: primero, el individuo puede presumir que sus propias preocupaciones, valores y creencias son igualmente importantes para todos los otros. Además, la urgencia de este nuevo tipo de pensamiento puede paradojalmente dar nacimiento a una sensación de ser absolutamente único, lo que lleva, a veces, a sentirse distinto de los demás y a ser poco comprendido por los otros. Aunque la etapa de operaciones formales es la última en la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget, el egocentrismo de esta etapa disminuye a lo largo de la vida de las personas, en general, como consecuencia de interacciones con sus pares y con personas mayores y, sobre todo, con la adopción de funciones y responsabilidades propias de los adultos.

       El concepto de self en la adolescencia

      El término self, o "sí mismo", es una denominación técnica en psicología, cuya evolución ha estado cercanamente ligada a los estudios sobre la adolescencia. Su importancia ha sido progresiva a lo largo de los años, tal como Cheshire y Thomas(42) lo han descrito. El padre de la psicología, William James, planteó al self como una entidad compleja, que fluctúa, se expande y se contrae. Implica todo aquello que se denomina "uno mismo", incluyendo al propio cuerpo, capacidades psicológicas, posesiones, familia, amigos, reputación, trabajo y emociones(43). James clasificó al self en diversos niveles: el material, el social y el espiritual y señaló que una de las tareas centrales de la adolescencia es alcanzar la integración entre estos diferentes conceptos del sí mismo.

      Posteriormente, Sigmund Freud reconceptualizó el desarrollo adolescente señalando que el tema central de esta etapa era el dominar los impulsos sexuales y agresivos de un modo socialmente aceptable(44). Esto implica manejar sentimientos tanto hacia el padre del mismo sexo como al del otro sexo. Esto produce una etapa de turbulencia

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