Viaja conmigo a Ítaca. Julio Marco Barroso

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Viaja conmigo a Ítaca - Julio Marco Barroso

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la confianza que necesita. Le pone metas retadoras, pero asequibles, que le van «empoderando» en la medida en que las va consiguiendo y le van haciendo cada vez más fuerte.

      Lo comprende, pero nunca lo juzga. Lo sostiene. Solo lo acompaña, no le da las soluciones. Es empático. Le hace de espejo. Fomenta sus sueños y le ayuda a transformarlos en visiones y a conseguirlas.

      La persona toma conciencia de los hechos, no a través del coach, sino de sí misma, estimulada por él.

      Hay un verso de Jorge Bucay que podríamos aplicar a las características que debe tener un coach:

      Quiero que me mires sin juzgarme

      Quiero que opines sin aconsejarme

      Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí

      Quiero que me cuides sin anularme

      Quiero que me abraces sin asfixiarme

      Quiero que me animes sin empujarme

      Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí

      Quiero que me protejas sin mentiras

      Quiero que te acerques sin invadirme

      Quiero que conozcas las cosas que más te disgusten de mí, que las aceptes y que no quieras cambiarlas

      Quiero saber… que puedo contar contigo sin condiciones

      ¿Qué beneficios personales obtiene un coach (o por qué deberías hacerte coach)?

      Decía el filósofo Ralph W. Emerson: «Una de las más bellas compensaciones es que nadie puede ayudar a otros sin que se ayude a sí mismo».

      «Yo ya sé cuál es mi objetivo en la vida: ¡Ayudar a la gente! Cuando mejoro algo en la vida de alguien, siento que en mí no hay nada más grande».

      Sir John Whitmore

      Fíjate de qué manera puede mejorar el hacerte coach, no solo la vida de los demás, sino tu propia vida.

      Una de las cosas que más me ha llamado la atención en los más de dos años que llevamos con el programa de radio, ha sido la gran cantidad de directivos que han comentado que, tras su proceso de coaching, decidieron convertirse en coaches. Por algo será…

      9 En Estados Unidos todo el mundo tiene un coach: deportistas, políticos, directivos, amas de casa, etc.

      IV. Las distinciones

      Cada vez que observamos algo nuevo, adquirimos un aprendizaje que amplia nuestro poder de observación y nuestra capacidad de acción.

      Y la capacidad para distinguir y nombrar las cosas nos da poder. Saber poner nombre a las cosas nos permite otros modos de intervención.

      Solo puedo controlar aquello de lo que soy consciente y que conozco, pero aquello de lo que no soy consciente me controla a mí.

      Saber poner nombre a lo que me pasa me capacita.

      Un médico, un astrónomo, un arquitecto, tienen sus propias distinciones que les permiten intervenir en su profesión y que los demás no entendemos. Un médico te puede hacer un diagnóstico y tú no enterarte de nada de lo que te ha dicho si no se pone a tu nivel. ¿No te ha pasado nunca? Necesitarías conocer sus distinciones o que él se adaptara a tu lenguaje –cosa que no siempre pasa–, para entenderle.

      Y, si no, que me lo digan a mí. La última vez que fui al médico, tras la radiografía que me habían hecho, me leyó el diagnóstico; no conseguí enterarme de nada. Entonces le pedí amablemente que me lo volviese a explicar, lo que él hizo con cierta suficiencia, y esa vez conseguí entenderle algo mejor pero sin saber exactamente qué tenía yo y las distintas formas en que podíamos tratarlo. Entonces, a la tercera, ya me salió el «mono» (hablaremos de esta figura en la tercera etapa) y siento reconocer que, a pesar de ser coach, le solté mi currículo profesional y académico y le dije: «Mire doctor, como verá, tonto no soy. A lo mejor, si no me entero, es que usted no se está explicando bien». Y ahí ya, si quedaba algo de feeling entre los dos, se rompió por completo. Por eso, como veremos en la etapa de la comunicación, el emisor del mensaje, el que habla (que tiene sus propias distinciones), siempre se tiene que adaptar al que escucha. Si los demás no te entienden, la culpa siempre es tuya por no hacerte entender. ¿Te ha pasado alguna vez? Por eso las distinciones son tan importantes.

      ¿Qué podrías ver tú en el cuadro de La Gioconda de Leonardo da Vinci o en el de Las Meninas de Velázquez? ¿Qué podría observar un experto en arte? El experto maneja sus propias distinciones que le permiten ver la obra de una forma distinta a ti.

      En el coaching tenemos más de 150 distinciones o palabras clave que nos permiten intervenir con el coachee. Estas distinciones, no solo tenemos que conocerlas, sino que tenemos que interiorizarlas, experimentar con ellas e integrarlas en nuestras vidas (vivirlas) para luego poder «bajárselas» al cliente en función de lo que nos esté contando... Son la principal herramienta para lograr el cambio de observador, para que el cliente vea las cosas de otra manera y pueda actuar de forma distinta, pues, según como vivas tus distinciones, así te irá en tu vida personal y profesional.

      A través de las distinciones el coaching ayuda a las personas a buscar una nueva forma de observar, a ampliar su mirada para encontrar nuevas opciones y alternativas que antes no veían.

       Cómo pasar de la obligación al compromiso

       Cómo pasar de preocuparme a ocuparme

       La vulnerabilidad, ¿es buena o mala?

       La generosidad

       Diferenciar hechos de opiniones (juicios)

       Cómo pasar de la exigencia a la excelencia

       Cómo pasar de tolerar a aceptar

       Cómo pasar del control a la confianza

       Cómo pasar de la queja improductiva al reclamo productivo

       Cómo pasar de víctima a responsable

       Cómo pasar del resentimiento al perdón

       Cómo funcionan las expectativas

       El fracaso no existe

       Dolor y sufrimiento

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