Nueva pangea. Jesús M. Cervera
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—Acompañadme y no hagáis preguntas por ahora.
Se dirigieron hacia un vehículo azul que tenía aparcado cerca, los tres subieron al coche y se dirigieron hacia las afueras de la ciudad, a las montañas, pero a los minutos de dejar la ciudad atrás giraron por un camino en medio de un bosque, hasta una pequeña casa, aparcaron justo enfrente y bajaron del coche. Entraron y cerraron la puerta.
—Antes de nada, me presentaré, me llamo Likaon Maulh soy un Niju como vosotros y creo que tenemos mucho de lo que hablar amigos míos.
Alexander y Marian tomaron asiento en unas sillas viejas de madera mientras Likaon encendía el fuego de la chimenea. Likaon les dio un vaso con té verde y les comentó que podían beber tranquilos porque no tenía ni veneno ni nada raro. Él mismo fue el primero en beber, después se sentó sobre un viejo sillón anaranjado.
—Primero, decidme cuál es vuestro poder por favor.
—Yo soy Alexander Evans y ella es mi mejor amiga Marian Casiah, pero no entendemos bien qué quieres decirnos con eso de los poderes.
Likaon suspiró.
—Antes de nada, quiero pediros perdón por lo que pasó en la área de servicio, solo quería que entendierais que esto no es un juego, pues tenéis que aceptar que no sois humanos normales y corrientes, aunque seguro que ya os habéis dado cuenta de sobra, vosotros sois lo que los humanos han denominado como Nijus, nacidos por la unión de un humano con un Dhaibuky y, además, nuestra existencia no es invisible para la humanidad, muchos saben que existimos y la cúpula central del gobierno hace lo imposible para tenernos bajo control y dominados, están tan dispuestos a someternos que han contratado a cazadores profesionales para matar a los que no estemos de acuerdo en pasar por sus normas; es decir, quieren que inyectarnos un chip con veneno en el corazón, y si se nos ocurre desobedecer ese mismo chip nos mataría, y lo peor… Es que esos cazadores también son Nijus, pero de alto rango, aunque es utópico que, para cazarnos, los humanos estén usando a otros como nosotros. Les han prometido la libertad a cambio de perseguirnos. Hace tiempo que a mí se me asigno seguir los movimientos de Ruminanto Rezep ya que se rumoreaba que él tenía la ubicación de un Niju, aunque en principio solo teníamos la certeza de tu existencia, lo que no esperaba es que justamente cerca de ti hubiera otra Niju más. Debéis entender que los Nijus nos dividimos en tres grandes facciones: los místicos, los oscuros y los dragones, y ya de paso os debo avisar: jamás, pero jamás, se os debe ocurrir pelear contra un Niju dragón, ellos están a un nivel al que ninguno podemos llegar.
—¿Y qué hacemos si vemos un Niju dragón?
—Cegadlo y corred como locos. —Alexander y Marian escuchaban atónitos las explicaciones de Likaon—. Todos los Nijus debemos nuestro poder a la energía oscura del universo, la cual está impregnada en los cuerpos de los Dhaibuky ya que ellos han estado millones y millones de años navegando por el espacio, y esa energía afecta directamente al cuerpo de un ser humano, por eso la unión de un Dhaibuky y un humano es algo tan poderoso como un Niju, además debéis saber que existen muchos Nijus muy distintos, hombres lobo, vampiros, dragones, dioses… Cualquier cosa que los humanos pudieran creer o soñar durante el embarazo se impregna en un Niju cuando es un embrión y le da un tipo de poder concreto. Además, no olvidéis que es fácil reconocernos, porque cuando peleamos en serio solemos brillar con un tipo de luz especial.
Esto hizo recordar a Marian la pelea de Alexander contra Ruminanto cuando los dos cuerpos brillaban con un aura de color. Al ver Likaon la cara de Marian, entendió que ya había visto esa aura alguna vez.
—Veo, chica, que tú ya has visto esa luz alguna vez.
—En la primera pelea de Alexander, él brillaba de dorado.
—Entended esto: usar los poderes a la ligera es peligroso, primero porque el gobierno dio a la policía unos aparatos especiales que detectan la energía nega que desprendemos, y así es como los cazadores del gobierno pueden encontrarnos, y segundo porque si usáis más energía de la que sois capaces de controlar o dominar, perderéis el control y entraréis en lo que llamamos fase pesadilla, lo que os dará un gran poder, pero perderéis la conciencia y destruiréis lo cercano, incluido amigos o seres queridos.
—No entiendo. ¿Qué es la energía nega? ¿No habías dicho que usamos energía oscura?
—Sí, claro, nuestro poder proviene de la energía oscura, pero cuando llegamos a los dieciséis años, desarrollamos nuestro propio poder, llamado poder nega, que por cierto sirve para medir el nivel en el que estamos cada uno. Para que os hagáis una idea, un humano sano y fuerte tiene unos siete u ochos negas de potencia, tal vez con suerte llegue a nueve, mientras que un Niju desarrollado suele tener unos cinco mil. Eso me recuerda algo, acompañadme chicos.
Likaon se puso en pie, introdujo la mano dentro de la chimenea y pulsó una piedra que resultaba ser un botón lo que hizo que la chimenea retrocediera lo justo para dar paso a una escalera de caracol por la que descendieron hasta una sala redonda y grande, muy bien iluminada por unos focos. En el centro había como un tatami de lucha, pero de piedra.
—Quiero que veáis algo por vosotros mismos.
Likaon le dio sus gafas a Marian para que se las guardase y se situó en el centro del tatami de piedra, inmóvil unos segundos. Un aura gris empezó a cubrirlo entero mientras su cuerpo iba transformándose, aumentando sus músculos, cambiando de color sus ojos, llenándose de pelaje azul oscuro, creciendo sus uñas hasta convertirse en garras y estirándose su cara hasta convertirse en un hocico. Toda la cueva parecía reverberar a causa del poder que desprendía el cuerpo de Likaon. Incluso Marian y Alexander se asustaron, pero con voz grave y profunda Likaon dijo.
—Tranquilos, no tengo intención de atacaros, solo he cogido mi forma de pelea para que la veáis. Soy capaz de controlarme perfectamente, en este estado tendré unos tres mil ochocientos negas de potencia más o menos. Y esa sensación de pelea que sentís es mi espíritu de lucha que nota vuestro cuerpo por la energía de otro Niju tan cerca.
Acto seguido, esa aura gris que envolvía a Likaon desapareció y este volvió a su estado original con forma de humano. Se acercó a Marian y recuperó sus gafas para colocárselas de nuevo.
—El poder de los Niju es distinto según cada cual, y se nos cataloga de una forma muy concreta, están los de nivel atarashi, los principiantes. Tienen problemas para dominar sus poderes, como vosotros… Luego está el nivel kai, ya controlan perfectamente los poderes, pero no han llegado al máximo de capacidad; y, por último, el nivel saiko o supremo, no solo controlan su poder a voluntad, sino que han llegado al máximo de su energía y capacidad, los Niju de este nivel pueden incluso destruir una ciudad entera ellos solos sin problemas. Pero lo primero que he de hacer ahora es enseñaros a activar vuestros poderes cuando queráis, además nos vendría muy bien poder saber qué clase de poder tenéis cada uno. Marian, ¿te parece bien subir sola al tatami, por favor?, yo te guiaré…
—De acuerdo.