Santidad, falsa santidad y posesiones demoniacas en Perú y Chile. René Millar
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8 Ramón Mujica, Rosa limensis, op. cit., p. 76. También, Fernando Iwasaki, “Luisa Melgarejo de Soto”, op. cit., pp. 227-228.
9 Fernando Iwasaki, “Luisa Melgarejo.., op. cit.”, p. 227.
10 Ibid., Archivo Histórico Nacional, Madrid (AHN), sección Inquisición, leg. 1647/5, N°1.
11 Ver cap. V
12 AHN, Inquisición, leg. 1647-1, N°5.
13 Sobre el místico doctor Juan del Castillo ver cap. VI y también Ramón Mujica, Rosa limensis, op. cit., p. 129 y ss.
14 Declaración de Luisa de Melgarejo en Primer proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa de Lima, op. cit, p. 155.
15 Decimos relativamente porque en sus respuestas al cuestionario a los testigos del proceso ordinario queda en evidencia su conocimiento de oídas de la mayoría de los hechos sobre los que se le interroga. Cfr. Primer proceso ordinario, op. cit., pp. 155-160.
16 Fray Leonardo Hansen, op. cit., p. 177. Fr. Juan Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias en la historia de la gran Provincia de San Juan Bautista del Perú de el Orden de Predicadores, Roma, 1681-1682, vol. II, p. 311, sobre el punto dice de Luisa: “una señora de singular espíritu y perfección, como conocía el fondo de su mucha santidad, no quería hablarla, ni recibirla en su casa sino de rodillas, besando el suelo que pisaba y si había de escribirle algún papel, consultándole materias de su espíritu siempre lo escribía de rodillas”.
17 Declaración de Gonzalo de la Maza en Primer proceso ordinario…, op. cit., p. 81. Luis Millones, Una partecita del cielo, Lima, 1993, incluye también, en apéndice, las declaraciones del contador en el proceso ordinario de beatificación.
18 Ibid.
19 Ibid., pp. 81-87.
20 Luis Miguel Glave, op. cit., p. 212, expresa que Luisa “a voz en cuello narró <su divino tránsito> para la sociedad limeña que se arremolinó esa noche de 1617 para velar y crear a su santa”.
21 El jesuita Antonio de Vega Loayza declaró en diciembre de 1617, en calidad de testigo en el proceso ordinario de Rosa, que Luisa de Melgarejo se había arrobado “como suele por muchas horas, veces y tiempo, así en su casa como todos los días por muchas horas…, en este dicho templo de San Pablo, a vista de toda la ciudad y de sus vecinos y moradores, que han sido casi todos hombres y mujeres, los que han venido a ver dichas maravillas, que Dios Nuestro Señor por ella o con ella obra, con diferentes fines y afectos”. Cfr. Primer proceso…, op. cit., p. 269.
22 AHN, Inquisición, leg. 1647-1, N°5, carta del inquisidor Lima Andrés Gaytán al Consejo de la Suprema de 1° de mayo de 1624. Ver cap. V de este libro. También, Fernando Iwasaki, “Luisa Melgarejo…, op. cit.”, pp. 227-229. Luis Miguel Glave, op. cit., pp. 213-214.
23 El místico jesuita Francisco del Castillo, en su autobiografía, en que relata acontecimientos hasta 1672, se refiere a Luisa Melgarejo como “señora bien conocida en Lima por su gran santidad y ejemplarísima vida”, la cual había visto al padre Gonzalo Suárez “en el cielo con otros muchos de la Compañía muy adelantado en gloria”. Un místico del siglo XVII. Autobiografía del venerable padre Francisco del Castillo de la Compañía de Jesús, Introducción y notas Rubén Vargas Ugarte, Lima, 1960, p. 103. Otro gran místico de la Compañía, el padre Antonio Ruiz de Montoya, dice hacia 1650 haber utilizado como fuente en su obra Silex del Divino Amor, (Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1991, p. 250) los éxtasis y revelaciones con que el Señor había adornado a Luisa de Melgarejo.
24 Declaración de Gonzalo de la Maza, en Primer proceso…, op. cit., pp. 86-87.
25 Michel Vovelle, La mort et l’occident, Gallimard, France, 1983, pp. 290 y ss.
26 Ibid., p. 325. Sobre el tema de la muerte en la América colonial, ver Isabel Cruz, La muerte. Transfiguración de la vida, Ediciones de la Universidad Católica de Chile, Santiago, 1989.
27 Declaración de Gonzalo de la Maza, en Primer proceso, op. cit., p. 88.
28 Jean-Michel Salmann, op. cit., pp. 285-301.
29 Éric Suire, op. cit., pp. 267-283.
30 Ibid.
31 En uno de los pocos escritos autógrafos de la Santa que se conservan queda explícita dicha devoción. Se trata de un breve texto sobre espiritualidad que lo encabeza con las siguientes palabras: “bispera (sic) de mi Padre y Apostol S. Bartolome ise (sic) las dos obras que remito”. Ver P. Luis Getino O.P. La patrona de América ante los nuevos documentos. Publicaciones de la Revista de las Españas N° 1, Madrid, 1926, p. 29.
32 Leonardo Hansen: Vida admirable de Santa Rosa de Lima. Patrona del Nuevo Mundo, segunda edición, Vergara, 1929, p. 360. Los biógrafos posteriores siguen en este punto a lo indicado por Hansen en 1664, a modo de ejemplo podemos citar a José Manuel Bermúdez, Vida de la gloriosa virgen dominicana Santa Rosa de Santa María, Lima, 1869, pp. 323-326. María Wiesse, Santa Rosa de Lima, Lima, 1922, p. 109. Rubén Vargas Ugarte, Vida de Santa Rosa de Lima, (1944) tercera edición, Buenos Aires, 1961, pp. 141-142.
33 Hansen, op. cit., cap. XXVIII. Fr. Pedro de Loayza, Vida de Santa Rosa de Lima, reedición, Santuario de Santa Rosa, Lima, 1985, pp. 106-110. También, testificaciones del padre Juan de Villalobos y del padre Fr. Luis de Bilbao. Primer proceso, op. cit., p. 180 y 369.
34 Hansen, op. cit., p. 383.
35 Jean-Michel Salmann, op. cit., p. 287.
36 Ver anexo.
37 Jean-Michel Salman, op. cit., pp. 289-290.
38 Hansen, op. cit., cap. XXX. Una descripción de sus últimas horas, de acuerdo a las declaraciones de los testigos del proceso ordinario de beatificación, en José Antonio del Busto, Santa Rosa de Lima. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 2006, p. 307 y ss.
39 Salmann, op. cit., pp. 296-297.
40 Hansen, op. cit., p.391.
41 Ver anexo. También Hansen, op. cit., p. 393 y ss. Y Fr. Pedro de Loayza, op. cit., pp. 120-123.
42 Ibid.
43 Hansen., op. cit., p. 396 y ss. También Loayza, op. cit., pp. 122-123.
44 En el caso de Toribio de Mogrovejo también se destaca ese fenómeno como muestra de santidad, ver Victoria Cummins, “Blessed Connections: Sociological Aspects of Sainthood in Colonial Mexico and