Adoles(seres). Guillermo López
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Con la disolución de la EFP, Lacan encomendó a ese grupo de jóvenes que cambiaron el psicoanálisis lacaniano y que se reunían en torno al significante “clínica”, la creación de la Escuela de la Causa Freudiana. Tal como señala Graciela
Brodsky: “El significante clínica fue la bandera, incluso la solución que esa generación encontró para hacerse un lugar entre los psicoanalistas establecidos, que tenían dificultades para orientarse una vez que Lacan se distanció del estructuralismo y de la función y el campo de la palabra y el lenguaje”. (54)
Siguiendo esta línea de renovación de la Escuela y en función de una orientación por la última enseñanza de Lacan, es que escogemos este significante clínica, de la orientación a lo real, como brújula para pensar la especificidad de lo real en el psicoanálisis con adolescentes.
RAZONES EPISTÉMICAS
Lacan no hace coincidir la experiencia de un análisis con su práctica y tampoco con la clínica psicoanalítica. La formación central de un analista pasa por la experiencia de su análisis. Lacan señala en Televisión que la práctica no tiene necesidad de ser esclarecida para operar. Ambas experiencia y práctica pueden permanecer en la obscuridad del consultorio, o pueden ser interrogadas e iluminadas por la clínica respetando la opacidad de lo real. Lacan afirma en la Apertura a la Sección Clínica de París, “la clínica psicoanalítica debe consistir no solo en interrogar el análisis, sino en interrogar a los analistas, a fin de que den cuenta de aquello que su práctica tiene de azarosa, que justifique a Freud haber existido”. (55)
Lacan hizo de la interrogación sobre la experiencia de un análisis lo propio de su enseñanza, al crear el dispositivo del pase. Por su intermedio y a través de él se interroga al analizante (no al analista) acerca los impasses de la experiencia de un análisis, que llega hasta el final.
Lacan conmina a los analistas a que den razones de su práctica, los invita a una enunciación sostenida en un saber precario, saber inconsciente, saber que hizo valer Freud como certeza de lo real en los bordes del olvido.
La clínica psicoanalítica en términos de Lacan debe interrogar a la experiencia de un análisis, es decir al psicoanálisis puro a través del dispositivo del pase y a la práctica del analista, o sea al psicoanálisis aplicado a la terapéutica.
Pero nos interesa resaltar una definición de la clínica que da Lacan en el anuncio de la Creación de la Sección Clínica de París: “La clínica es lo imposible de soportar. El inconsciente es la huella y a la vez el camino por el saber que constituye: haciéndose un deber repudiar todo lo que implica la idea de conocimiento”. (56)
La clínica como imposible de soportar, es la que pone en juego aquel que nos consulta o nos llama (en el caso de los adolescentes muchas veces los padres o familiares), tal como dice Brodsky “aquel que llamamos impropiamente el paciente, puesto que para él lo imposible de soportar se presenta como urgencia, como desborde del cuerpo o del pensamiento”. (57)
La clínica de la orientación a lo real, es una clínica de la urgencia y es en la medida en que un analista logró “extraer una satisfacción que apacigua su urgencia, lo que lo fuerza a analizarse”, (58) “es que puede hacer con sus casos de urgencia, el par”. (59)
La clínica psicoanalítica entonces no parte de una interrogación que se hace desde afuera de la experiencia, sino que emerge de la más íntima experiencia del analista en tanto es o fue analizante. Para estar a la altura de la clínica de la orientación a lo real, es necesario haber pasado por la propia experiencia de lo imposible de soportar, no solo localizando y estableciendo la lógica significante del síntoma, sino extrayendo lo que él conserva de trauma, como goce imposible, y a su vez encontrar un modo de arreglo, sinthomático, que resuelva la urgencia.
Esta investigación parte entonces de las consultas de adolescentes frente a un imposible de soportar, una urgencia del cuerpo o del pensamiento, cuya especificidad localizamos en el despertar a lo real, despertar al trauma sexual, que pone a prueba las respuestas que el sujeto ya tenía. Respuestas que muchas veces ya no son óptimas para los nuevos desafíos, con lo cual debe recrearlas, reconstruirlas. O bien, inventar respuestas nuevas, cuando no las tiene.
Esta investigación es una transmisión de los resultados del psicoanálisis aplicado a casos de jóvenes que consultaron en forma privada, al dispositivo de Pausa, o a servicios de atención hospitalaria de adolescentes.
Estos jóvenes son sus propios clínicos en tanto el despertar sexual vivido como trauma, tuvo consecuencias en sus cuerpos o en sus pensamientos, que experimentaron como insoportables y que los llevaron a consultar. Tal como señala Miller: “El síntoma toma la forma de la clínica cuando resulta imposible de soportar y si esto no sucede uno se las arregla, lo que no significa que no tenga esos síntomas”. (60)
La pubertad en tanto pone en juego a flor de piel lo que no marcha entre los hombres y las mujeres, el no hay relación sexual, es un momento especial, en que el sujeto verificará si se las puede seguir arreglando con lo que tiene para afrontar el encuentro sexual. O tendrá que recrear sus propios fantasmas o bien inventar síntomas, usando el objeto dúctil del psicoanalista como par. En ese sentido la pubertad vivida como trauma sexual, pone a prueba el anudamiento de un joven, provocando muchas veces la eclosión de una neurosis o el desencadenamiento o desenganche de una psicosis, que hasta ese momento se sostenían sintomáticamente. Se podría afirmar que la pubertad pone a prueba la estructura de un sujeto –si lo pensamos en términos de la clínica estructural–; o bien la consistencia del nudo RSI –si tomamos la clínica del síntoma o clínica de los nudos–.
7. Clínica de la orientación a lo real en la adolescencia
La orientación por lo real en la clínica de adolescentes no es la orientación por lo simbólico. Esta preocupación de Lacan está desde sus orígenes, al interrogar la práctica analítica apuntando a prescindir del Otro del Otro, es decir la figura del padre que introduce Freud con el Edipo.
En un texto reciente Amadeo de Freda plantea: “Freud se ocupó particularmente de los adolescentes, con el fin de poner de relieve los avatares del Edipo y sus consecuencias (…) a esta etapa de la vida la caracteriza como un momento de pasaje que se manifiesta en un cierto rechazo a la figura del padre, acompañado a un deseo de separarse de él. Dicha separación se inscribió dentro de lo que Freud consideró un homenaje al padre, que es aquello de lo que el adolescente quiere deshacerse. Se trata de una rebeldía dentro del Edipo una rebeldía orientada”. (61)
Amadeo afirma que lo que observamos en la clínica actual del adolescente es “una rebeldía dentro de la desorientación”, una rebeldía fuera del Otro, y agrega que el adolescente lacaniano como adolescente de hoy a diferencia del adolescente freudiano, no quiere sacarse al padre de encima, ya que tal vez no hay un Otro consistente sino más bien
“el tiene que hacerse un padre a la altura misma de su fracaso”. (62)
Atento a este texto, del cual Miller escribió su prólogo, plantea unos días antes en su Intervención en las Jornadas del niño: “es sobre los adolescentes que se hacen sentir con mayor intensidad los efectos del orden simbólico en mutación y ante todo la decadencia del patriarcado”, y agrega: “El padre se volvió una de las formas del síntoma, uno de los operadores susceptibles de efectuar un nudo de tres registros. Dicho de otro modo, la función que le era eminente es degradada conforme las limitaciones naturales son rotas por el discurso de la ciencia. Ese discurso, que nos ha llevado a las manipulaciones