Adoles(seres). Guillermo López
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Hay un segundo momento en esta preparación de los jóvenes para el acto, en el que experimentan que el goce es irreductible, no hace relación. Momento en que el adolescente experimenta el goce como tal, al cual Lacan denomina goce femenino.
Dice Lacan: “Notable por haber sido puesto en escena como tal, es decir, para demostrar allí no ser para todos satisfactorio, hasta confesar que si eso fracasa, es para cada uno”. (47)
El goce es puramente autoerótico, no hace relación, no hay modo de resolver el goce innombrable por la vía de la relación al Otro, eso fracasa para cada uno, y se resuelve por la vía del síntoma.
5. Pubertad en singular. Adolescencias en plural
El término pubertad, tiene toda su pertinencia como concepto psicoanalítico tal como vimos, para dar cuenta del despertar. Alexander Stevens plantea a la pubertad como “el encuentro con un imposible” se trata del imposible de la relación sexual, imposible que puede pensarse como una interrogación, la pregunta por la relación sexual. (48) Frente a ese interrogante los jóvenes arman, uno por uno diferentes respuestas posibles y singulares. Respuestas todas de carácter sintomático. Respuestas que por ser múltiples y variadas podemos llamar en plural, adolescencias.
Se puede entonces plantear a la adolescencia como la respuesta sintomática posible siempre malograda que cada joven arma respecto a lo imposible de la relación sexual. En tanto respuesta individual tiene un margen de libertad e implica una elección del sujeto no solo en términos de estructura –neurosis o psicosis–, sino también en términos del consentimiento que puede dar el joven o no a su posición sexuada.
Además de las respuestas singulares que en tanto semblantes los sujetos pueden construir, la sociedad en sus diversos momentos históricos ofrece diferentes respuestas simbólicas posibles, es decir diferentes construcciones de la adolescencia para afrontar el trauma sexual de la pubertad.
LA ADOLESCENCIA: UN SEMBLANTE SOCIAL
Podemos afirmar que la pubertad en tanto despertar a lo real como trauma sexual, es universal y tiene existencia desde el comienzo de los tiempos. Las adolescencias como respuestas al agujero en lo real de la sexualidad, son creaciones que tienen una historia. La adolescencia como concepto social, psicológico, antropológico fue construido históricamente y como tal es un semblante.
El término adolescencia, proviene del latín adolescens participio presente de adolescere, que significa crecer, y se diferencia del participio pasado adultus, que marca el hecho de haber dejado de crecer. (49) Las dos expresiones surgen alrededor del siglo XVI, en un momentos en que la diferencia de las edades comienza a cobrar importancia en las clases sociales privilegiadas. Antes de ese siglo tener una cronología exacta y un dato preciso del año de vida de un menor no era algo importante. Será recién en el siglo XVIII y especialmente en el XIX con la instauración de la Escuela Secundaria Obligatoria, que se inventa el concepto de infancia y se pone en uso la noción de adolescencia, para dar cuenta de un tiempo en que los menores quedan al cuidado de los educadores.
En las sociedades premodernas o tradicionales los jóvenes no vivían ese largo periodo de transición cargado de conflicto, más bien pasaban de golpe de la infancia a responsabilidades adultas. En las tribus antiguas, los jóvenes no se hacían hombres por sí mismos, existía todo un artificio social, para ese pasaje o transición, los ritos de iniciación. (50) Estos ritos son un conjunto de enseñanzas orales que tienen como finalidad la modificación radical de la condición no solo sexual, sino también religiosa y social del púber. Estas enseñanzas eran transmitidas en general por miembros elegidos de la tribu como maestros. Mircea Eliade en Iniciaciones místicas plantea que en todo rito, los actos humanos tienen un modelo de legitimación religiosa o cultural proveniente de los antepasados. El rito de esta manera perpetúa y legitima los fundamentos religiosos y culturales de la tribu. (51)
A grandes rasgos las ceremonias de iniciación de la pubertad constaban de tres pasos: 1) separación de los niños de sus madres; 2) aislamiento en un campo para ser adoctrinados; 3) se somete al joven a operaciones en el cuerpo, las más frecuentes son: la circuncisión, la extracción de un diente o mechones de pelo, las incisiones o escarificaciones. También en ocasiones se les imponen actos de riesgo como saltos o salidas de caza. Luego de atravesar las pruebas, el joven se reintegra a la comunidad como un adulto, con un nombre nuevo y algún tipo de marca para ser reconocido como tal por la tribu.
Los ritos de iniciación en tanto artificios sociales constituyeron durante mucho tiempo una orientación simbólica y como tales permitían un anudamiento del cuerpo al orden social. Los ritos hacían nudo de lo simbólico, lo imaginario y lo real. El rito brindaba un saber seguro, consensuado y operatorio, que permitía a los jóvenes el pasaje de los más íntimo –la cuestión sexual– a lo público.
En las sociedades modernas el Orden simbólico se mantuvo vigente, con la constitución de la familia nuclear este pasaje a través de actos rituales comenzó a depender de la familia en sí, y del padre, como agente de una función, la castración. Era la época de una moral civilizada, en que primaba una ética del sacrificio y de la renuncia pulsional del individuo en pos del bien común. En esta época el padre encarnaba el lugar de agente que brindaba los S1 de la tradición que organizaban y ordenaban la familia, los grupos y las comunidades. (52)
La sociedad actual posmoderna, no brinda artificios simbólicos, no hay ritos que permitan hacer ese pasaje sin dudas o conflictos a la adultez. Más bien la época actual parece promover una adolescencia sin fin. La adolescencia hoy parece extenderse como un tiempo para comprender, que no alcanza nunca su punto de capitón. En la época del Otro que no existe, ningún acontecimiento simbólico socialmente marcado, brinda al joven la certidumbre de haber abandonado su adolescencia y de haberse convertido en hombre o en mujer. Ningún S1 parece tener relevancia como para oficiar de marca simbólica que de entrada al mundo adulto. Todos los S1 aparecen juntos y se licúan unos con otros: títulos secundarios desvalorizados, ceremonias religiosas indiferentes, primeros trabajos precarizados, servicio militar inexistente, hablan de una pulverización de las marcas simbólicas.
Por otro lado en la era del hiperconsumo el padre ya no es más lo que era, por dos causas: a) el avance del discurso de la ciencia que reduce al padre a lo meramente biológico (hoy no es necesario un hombre ni un padre para tener un hijo y constituir una familia) y b) el discurso capitalista, que produjo una sustitución de la ley del padre por la ley del mercado. Lo que regula las relaciones entre los hombres hoy no es la autoridad del padre o de la ley, sino el imperativo de goce, bajo la ley del mercado.
Tal como señala Miller en “Una fantasía” lo que rige a la sociedad de hoy es el discurso hipermoderno, cuya brújula es el objeto a, plus de gozar, empujando a todos al goce sin inhibiciones, desarmando la familia, desintegrando las parejas, desestabilizando todos los semblantes sociales.
Los jóvenes de hoy ya no acuden al Otro del saber al que no respetan, sino a lo que tienen en su bolsillo, sus pequeños –falsos– objetos a, los gadgets, objetos prediseñados que la sociedad capitalista ofrece. Es en Internet, a través de las redes sociales, en constante renovación –para esquivar la mirada indiscreta adulta–, donde los jóvenes canalizan su malestar, las dudas sobre su identidad, donde hacen evaluar su imagen, sus looks o sus gustos, haciéndose reconocer o rechazar, por sus semejantes, en una sociabilidad algunas veces solo virtual e imaginaria.
6. Hacia una clínica de la orientación a lo real con adolescentes
En principio habría que interrogarse porqué usar el término clínica para dar cuenta de esta investigación. Utilizamos este término siguiendo a J.-A. Miller y J. Lacan, tanto por razones políticas como epistémicas.
RAZONES POLÍTICAS
Miller formó un