Escribir sobre una línea imaginaria. Anne-Claudine Morel
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Vemos que, en 1997, en el artículo de Claude Couffon, Vásconez parecía pertenecer a un género “cosmopolita” poco definido y a la generación de los autores nacidos en los años cuarenta. Pero lo que más llama la atención cuando leemos los numerosos estudios ecuatorianos y latinoamericanos acerca de la obra del escritor ecuatoriano es que no pertenece a ningún grupo, tampoco reivindica filiación alguna con movimientos o círculos de su país. No está comprometido con ningún combate literario, ni mucho menos político; no es sino el portavoz de sí mismo y de su creación. Esta advertencia me sirve para plantear la cuestión del “derecho a la libertad de expresión y de creación” del escritor: ¿puede o debe manifestarse libremente fuera de cualquier cuadro, por no decir yugo, generacional? Recordemos que en el primer libro escrito por Claude Fell y Claude Cymerman, los críticos se arriesgaron a pronosticar lo que sería la literatura del siglo XXI:
¿Qué será de la literatura hispanoamericana en el siglo XXI? […] Predecimos una mayor producción de la literatura femenina, del cuento y de la novela erótica, de una literatura de tipo “ecológico” (como la de Sepúlveda, Rawson) en reacción contra los excesos y las aberraciones del “progreso”, y presentimos que se ejercerá más la manifestación, que es consustancial de cada escritor, del derecho a la libertad de expresión y de creación. (Cymerman y Fell, 1997, p. 513)
No pretendemos comentar esta profecía enunciada hace más de veinte años, pero notemos que la manifestación del derecho a la libertad de expresión es, por cierto, una de las características esenciales de la obra de Vásconez. Lejos de encerrarlo en un movimiento, un grupo, un género o una generación, esta libertad de expresión y de creación es más bien la garantía de mantenerse a distancia de cualquier tradición literaria ecuatoriana, considerada como una carga y un elemento que transforma los intentos de creación en algo invisible. He aquí uno de los sentidos de mi investigación: mostrar cómo Javier Vásconez no se integra en ningún movimiento, sea continental o nacional, sino que, por el contrario, es el producto de una expresión individual y original.
Pero volvamos ahora al encierro producido por las fronteras y a otra cárcel, inducida por las propias instituciones literarias de Ecuador. Analicemos los límites levantados por la crítica ecuatoriana y las casas editoras nacionales.
17. Izquierdo, J. (productor y director). (2016). Un secreto en la caja [documental]. Ecuador: Caleidoscopio Cine/La Futura Imagen Sonora.
18. Reproducida en los apéndices.
19. “Aujourd’hui de nouvelles voix se font entendre, qu’il s’agisse d’Edgar Allan García, de Gilda Holst, de Marcia Ceballos […]; ou du très cosmopolite Javier Vásconez, l’un des écrivains les plus doués de sa génération, qui, dans les récits de Ciudad lejana (1982) et de El hombre de la mirada oblicua (1989) ou dans son roman El viajero de Praga (1995), descend dans les tréfonds de l’homme actuel, livré à la solitude, à la peur et à la violence.”
20. Fell, C. y Olivier, F. (2012). “Créativité et spécificité de la littérature hispano-américaine contemporaine”. En G. Couffignal. (Ed.). Amérique latine. Une Amérique latine toujours étonnante (pp. 117-125). París: La Documentation Française.
21. Simposio internacional “Formaciones culturales de la nación en México y en Ecuador. Una mirada comparada e interdisciplinaria a Benjamín Carrión y José Vasconcelos”, París, 9 marzo de 2012, Instituto Cultural Mexicano.
22. “Somos, en razón de fatalidades históricas, un país territorialmente pequeño, un pueblo de pocos habitantes, enclavado entre vecindades más considerables por territorio y población. […] De allí nace la gran verdad, progenitora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana: tenemos que ser un pueblo grande en los ámbitos de la espiritualidad, de la ética, de la solidez institucional, de la vida tranquila y pulcra. Debemos aspirar a tener el ejército imponderable de la cultura y la responsabilidad democrática. Tenemos que ser […] un “pequeño gran pueblo”, digno del respeto universal, de la consideración afectuosa y admirativa de todos”. (Carrión, 1981, pp. 175-176).
23. “[Ces auteurs] ont beaucoup lu (en particulier Faulkner et Dos Passos mais aussi Joyce et Kafka), vu beaucoup de films, beaucoup médité sur les aléas de la création littéraire. Ils sont très informés des nouveaux mouvements en matière linguistique et d’étude littéraire, ouverts aux événements du monde. Ils conçoivent leur vocation comme une véritable activité professionnelle et se consacrent totalement à leur œuvre.”
24. “La culture de ces écrivains leur permet de sortir des frontières nationales et d’écrire sur les relations de l’Amérique latine avec l’Europe ou avec les États-Unis. Ils tentent d’échapper à ce que Carlos Fuentes nomme le ‘nationalisme culturel’, qui a tant fait de mal à la culture mexicaine et latino-américaine dans son ensemble, même si, au départ (au XIXè siècle), l’intention de créer une littérature nationale semblait louable. […] L’une des visées de ces écrivains est alors d’échapper à toute définition identitaire réductrice sur le plan littéraire et culturel. [...] Un vaste processus de déterritorialisation de la littérature hispano-américain est en cours, qui peut de fait se comprendre comme un au-delà de cette identité continentale latino-américaine que revendiquaient, refusant les nationalismes littéraires étroits, les membres du Boom.”
UNA CRÍTICA ECUATORIANA ABRUMADORA Y UN CIRCUITO EDITORIAL DEFICIENTE
Consideramos que la crítica ecuatoriana debió encontrarse con la Medusa de la mitología griega, que hipnotiza y petrifica a los pobres mortales que se atreven a mirar su rostro; al parecer, se quedó paralizada frente a una “Academia de las Letras”, en el sentido más amplio de la expresión. Las publicaciones de las personas encargadas de “criticar” la producción literaria o artística del país se editan en las universidades, institutos, sociedades sabias u otros círculos cultos que tienen una legitimidad científica. El caso es que dicha “Academia de las Letras” sigue canonizando la literatura realista de los años treinta, como si nada hubiera cambiado desde entonces, como si la posibilidad de una potente “República de las Letras”, fundamento del proyecto político nacional imaginado por el intelectual Benjamín Carrión, no pudiera superarse. Sin embargo, ya sabemos que la propuesta de Carrión desarrollada en la famosa “teoría de la pequeña nación”25, fracasó. A pesar de esta evidencia, la mayoría de los órganos institucionales capaces de alentar y comentar la creación literaria y artística de la nación siguen mostrando poco interés por una producción renovada. En mi opinión, no consiguen poner de relieve una “nacionalidad literaria”, según la expresión de Juan Pablo Castro Rodas, que permitiría una mejor difusión de las obras literarias producidas en Ecuador:
¿Cuáles son esas narrativas nacionales que, en la literatura ecuatoriana, permiten configurar un proyecto nacional? [...] Un país cuya nacionalidad literaria se encuentra en cuestionamiento, quizás en construcción, se convierte, parecería lo obvio, inmediatamente en un país en la periferia, en las fronteras, al margen26. (Castro Rodas, 2013)
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