ONG en dictadura. Cristina Moyano
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Como señaló Norbet Lechner11, la discusión teórica respecto de los caminos hacia la democracia en América Latina propiciaba la determinación y legitimidad de un sistema alternativo al orden autoritario sustentado en cada país. La reflexión teórica era difícil, ya que al dar cabida a las situaciones que el autor plantea como de “encuentro”, la discusión debía abarcar más allá de la diferenciación entre dictadura y democracia. La propia institucionalidad democrática establecida vuelca su atención sobre los problemas de orden sectorial, como la inflación, el desempleo, la educación, etc. Por tanto, y siguiendo al citado Lechner, la transición exigía la elaboración de una nueva “gramática”. Por tal motivo, el “juego democrático” y la concerniente aceptación sobre las “reglas del juego” debían ser dos caras simultáneas de este proceso.
Así podemos observar la actuación del Grupo de los 24 desde la problematización del corpus constitucional, es decir, los instrumentos que caracterizaban el momento democrático del país y las diferencias con el actuar de la dictadura, reflejado en lo que muchos de sus miembros concebían como la tradición histórica de la democracia en Chile. Lo anterior, en un período que se extiende desde la creación del Grupo de los 24 hasta la puesta en marcha de la Constitución de 1980 el 11 de marzo de 1981.
Más allá de los pasajes que caracterizaron el actuar del Grupo, este se ocupó de varias cuestiones en un intento decidido por divulgar los alcances de sus estudios constitucionales a través de distintos seminarios a lo largo del país y dentro de las discusiones de revistas y prensa local, como APSI, Análisis o diario El Sur de Concepción. Así, por ejemplo, se buscó impulsar una “pedagogía democrática”, es decir, una práctica que permitiera “recuperar el sentido del humanismo, la conciencia democrática y su contenido integral”; asimismo, “reactivar la participación al interior de la sociedad civil”12. En forma conjunta, el Grupo buscó reflexionar o teorizar acerca de la idea de democracia a la cual debía aspirar el país, la cual difería profundamente de la posición emanada desde el régimen. Para sus integrantes, la democracia no es solo política, sino también económica, social y cultural, “lo cual significa que bajo la expresión formal de la democracia jurídica está un contenido activo que se concreta en la sociedad civil y que se llama participación”13. Por este motivo, la unión de distintos sectores políticos en el Grupo de los 24 pasa a ser importante, lo que demuestra la pluralidad política en su conjunto y la capacidad de establecer puntos de encuentro, lugares comunes de entendimiento, por la lucha para el restablecimiento de un régimen plenamente democrático.
Como sostuvieron varios de sus integrantes, el proyecto oficial de la dictadura no consagraba en sí mismo un régimen democrático, más bien consolidaba un régimen autocrático, propio de haber sido tomado por la fuerza. Así lo sostuvieron en una declaración ante la opinión pública: “Proclamamos por ello nuestra fe en la democracia, en el arreglo político, social y económico de la sociedad, formulado, impuesto y realizado por el pueblo soberano para el pleno goce de los derechos humanos”14.
En este proceso, dentro del grupo existe el deber de congregarse para ayudar a determinar un orden social, el cual debía ser creado legítimamente por el poder constituyente surgido desde el pueblo soberano. Por este motivo, señalaron que su trabajo no apuntaba a complementar la labor de los órganos creados por la dictadura en dicho contexto; más bien, cobraría valor en un ámbito ciudadano si este concitaba el favor popular15. Así, definen la soberanía popular como fuente de poder, la residencia del poder constituyente; la organización ciudadana de la sociedad política, y el contenido de dicho régimen como humanista y social, en contraste con lo que consideraron como un pacto entre el poder económico privado y el poder militar16.
Para el grupo, la concepción de la democracia pasaba a ser un sistema superior de convivencia social17. Lo anterior demuestra el contexto en que se inserta la labor desempeñada por el Grupo y sus integrantes durante años en que un acuerdo político parecía difícil por el nivel de control establecido por la dictadura y la violencia represiva que experimentaban los grupos políticos existentes (muchos en la clandestinidad). El trabajo realizado por el Grupo nunca fue pensado para ser homologado o complementario al efectuado por la Comisión Ortúzar, ya que realizar aquello sería traicionarse a sí mismos, señalarían con mucho enfasis18.
Proponer una salida al régimen a través de la vía electoral era un desafío mayor por la quema y destrucción de los registros electorales, y, al mismo tiempo, por la situación que el país atravesaba. Sobre el primer punto, Patricio Aylwin, coordinador del grupo, señalaba: “Chile es un país sin ciudadanos. Él es un miembro de la unidad nacional que tiene derecho a participar en las actividades de su país, inscrito en los registros electorales; y aquí los quemaron. Es fundamental –dijo– tener las inscripciones para formar un cuerpo ciudadano. Y ello se puede hacer –con buena voluntad– en seis meses”19. Lo anterior, pensando en la Consulta Nacional de 1978 o lo que sería luego el Plebiscito Nacional de 1980 para ratificar la Constitución de 1980. Los hechos que colocaban a la vista los miembros del Grupo de los 24 demostraban la voluntad de dotar nuevamente a Chile de un sistema democrático y amparado institucionalmente, considerando incluso la reformulación de la Constitución de 1925.
Para conseguir una sociedad plenamente democrática, a juicio de sus integrantes, debían darse algunos pasos fundamentales. Así lo dejaba ver el representante del Grupo en la ciudad de Concepción, el abogado Humberto Otárola: “El régimen democrático no se consigue y perdura solo por la concepción política que se estatuye: es necesario que haya coincidencia democrática en la gran mayoría de los ciudadanos que deciden la suerte de la sociedad nacional… La democracia no se crea por generación espontánea ni se sostiene por la existencia aislada de un marco jurídico al que no se presta acatamiento porque falta moral. Esto es lo que falló en Chile. No falló la Constitución: la conculcaron los que perseguían un régimen diametralmente opuesto”20.
Lo anterior colocaba de manifiesto la posición del Grupo sobre el funcionamiento del régimen dictatorial, más aun cuando en el país la posibilidad de una democracia plena se hacía cada vez más difícil y la dictadura ganaba terreno a través de la bonanza económica de aquellos años. A esto se sumaba la propaganda que versaba sobre un antes y un después del día 11 de septiembre de 1973, hito que marcaba –según los militares– la liberación nacional del yugo marxista.
Bajo estas circunstancias, el camino parecía mucho más complicado para los defensores de la democracia, cosa que dejaba en claro uno de los integrantes del grupo, Edgardo Boeninger: “Para una persona de convicciones democráticas y formación académica, cuyo centro de interés son las ciencias sociales, no existe lugar ni forma de participación real en un régimen autoritario como el que ejerce el poder político en Chile. Por ello, se requieren iniciativas como la del Grupo de los 24”21.
Construcción democrática: mecanismos y alternativas
El contexto “plebiscitario” iniciado por la dictadura a fines de la década de 1970, específicamente con la Consulta Nacional de 1978 y el Plebiscito de 1980 para aprobar la Constitución de 1980, se constituyeron en el principal escenario para plantear conceptos y confrontar alternativas que fueran vías para el retorno a la democracia. Ese camino, iniciado años antes por un grupo de juristas partidarios del régimen, posibilitó también la creación de una alternativa jurídica liderada por el Grupo de los 24. En un informe del año 1979 expresaban que el trabajo desarrollado era el “fruto de la colaboración de muchos compatriotas de buena voluntad y responde al anhelo de lograr un régimen verdaderamente democrático fundado en el mayor consenso posible entre todos los chilenos”22.
La importancia del contexto, más allá de las declaraciones aparecidas en la prensa, surge a la luz de una alternativa que congregó a los más diversos sectores de oposición a la dictadura, planteando de lleno la convergencia de chilenos y chilenas por restaurar la democracia. Dicha alternativa era una forma de hacer frente de