En torno al animal racional. Leopoldo José Prieto López
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Finalmente, en el quinto mandamiento se acoge la nueva orientación animalista. La revolución ética que Singer trae entre manos se hace palpable en el tratamiento que viene a dispensar a los animales no humanos. Efectivamente, el quinto viejo mandamiento decía: «Trata toda vida humana siempre como algo más precioso que cualquier vida no humana». Pero la compasión hacia los animales no humanos impone una radical transformación en la conducta humana, en cuya virtud el nuevo precepto debe decir: «No discrimines sobre la base de la especie».
Afortunadamente, el buen sentido no está dispuesto a dejarse convencer fácilmente en materias tan serias como las aquí mencionadas. Por ello es frecuente que no pocas de las afirmaciones de Peter Singer causen una justa y encendida indignación. Un ejemplo de reacción semejante, tan frecuente en el mundo que rodea a Peter Singer, fue la sensación de horror que provocó entre muchos lectores un artículo de nuestro autor aparecido en la revista norteamericana Pediatrics (que publica la Academia Norteamericana de Pediatría) en el que se afirmaba que
[...] si comparamos a un niño gravemente discapacitado con un animal no humano, un perro o un cerdo, por ejemplo, frecuentemente encontraremos que el no humano cuenta con capacidades superiores, tanto actuales como potenciales, para la racionalidad, autoconciencia, comunicación y cualesquiera otras que puedan plausiblemente considerarse moralmente significativas.31
Pero a Singer la indignación que provocan sus propuestas parece corroborarle en que la sensación de horror ante la comparación del hombre con los animales no humanos es «una reliquia de la concepción antropocéntrica del universo». Esta concepción, que fue severamente minada por Copérnico y Galileo, fue definitivamente superada por Darwin, afirma el filósofo australiano. «No nos gusta pensar que somos una especie animal», aunque
[...] los animales no humanos más sofisticados intelectualmente tienen una vida mental y emocional que en todos los aspectos significativos iguala o supera la de algunos de los seres humanos más profundamente discapacitados intelectualmente.32
La superación del principio de la santidad de la vida humana
En definitiva, Singer intenta dar vida a una revolución ética cuyo objetivo principal es la superación del principio de la santidad de la vida humana. La justificación teórica que ofrece a este intento de superación es sencilla. Si entre el hombre y los demás animales no hay —como cree nuestro autor— más que una diferencia de grado, el respeto debido a la vida humana lo será también de grado, más o menos intenso según la capacidad cerebral y nerviosa (de lo que depende la posibilidad de sentir placer y dolor) de cada especie animal, comparada con la humana. Por tanto, la sustancial asimilación del hombre al animal implica la eliminación de cualquier consideración especial a favor del hombre.
La gente dice frecuentemente que la vida es sagrada. Pero casi nunca quiere decir eso […]. Si quisieran decirlo matar a un cerdo o arrancar una col sería tan aberrante para ellos como matar a un hombre. Cuando la gente afirma que la vida es sagrada, lo que tienen en la cabeza es la vida humana. Pero ¿por qué la vida humana habría de tener un valor especial?.33
La concepción del especial valor y de la santidad de la vida humana está socialmente muy difundida y encuentra una acogida incontestable en el derecho de los diferentes países. A pesar de todo, Singer la considera chocante. En su opinión, el diferente trato que dispensamos a los seres humanos en comparación con «la vida de perros vagabundos, monos de laboratorio y ganado vacuno» es injusto. «¿Qué justifica esta diferencia?».34 Según Singer, el principio de la santidad de la vida humana exige que «lo que tiene que ver con la vida y la muerte [de los seres humanos] ha de ser dejado en manos de Dios o de la naturaleza»,35 bien al contrario de lo que ocurre con la vida y a la muerte de los demás animales, sobre las cuales el hombre se considera juez soberano. Ahora bien, como la santidad de la vida humana es un principio religioso y no un principio ético de validez universal (esa es al menos la opinión de Singer), debería ser sometido a crítica y superado. Por eso este autor prodiga en sus escritos los ataques y las expresiones que desafían este principio. Algunos ejemplos nos serán de utilidad. Por ejemplo:
Un ser consciente de sí es capaz de tener deseos respecto a su propio futuro y quitarle la vida a esa persona sin su consentimiento supone frustrar sus deseos respectivos; en cambio, matar a un caracol o a un bebé de un año no frustra ningún deseo de este género porque los caracoles y los recién nacidos son incapaces de albergarlos.36
Otro ejemplo: según Singer hay muchos seres que son sentientes y capaces de experimentar placer y dolor, pero que no son racionales y por ello no son personas. Muchos animales no humanos pertenecen a esta categoría, pero también los recién nacidos y algunos seres humanos intelectualmente discapacitados.37 Es decir, que según Singer los recién nacidos y los seres humanos intelectualmente discapacitados no son personas. ¿Qué hay [entonces] de malo en matar[los]?, como reza el título de uno de sus escritos.
Un último caso. En relación con el aborto, sostiene Singer que esta práctica «pone punto final a una existencia que no tiene ningún valor intrínseco».38 Dado el postulado de Singer de la sustancial igualdad del valor de la vida humana y de la no humana, nuestro autor critica a los integrantes de los grupos provida por la confusión terminológica que propician con este nombre. Lejos de interesarse por toda vida, «aquellos que protestan contra el aborto cenan regularmente los cuerpos de pollos, cerdos y terneros», con lo que ponen de manifiesto una preocupación solo por las vidas de los seres de nuestra propia especie.39
El principio de la santidad de la vida humana y el especieísmo son, pues, las dos caras de una misma moneda. Pero ¿qué es el especieísmo?
El especieísmo
El término especieísmo, acuñado por el psicólogo Richard D. Ryder en 1970 en los inicios del movimiento de liberación animal,40 ha sido recogido en el Oxford English Dictionary, según el cual significa 'la discriminación o el abuso de ciertas especies animales de parte de los seres humanos fundados sobre el presupuesto de la superioridad humana'. El vocablo mismo insinúa el paralelismo con el término racismo, a partir del cual se ha construido la nueva palabra. Así, el especieísmo sería la injusta actitud del hombre hacia los animales no humanos, considerados inferiores, como el racismo es el comportamiento discriminatorio de algunos hombres hacia los miembros de otra raza humana, considerada igualmente inferior. Como hemos visto tratando del activismo político de Singer y de su amistad con Henry Spira, el propio Singer sugiere el paralelismo entre especieísmo y racismo. En ambos casos, dice nuestro autor, un grupo humano justifica el abuso sobre otro grupo en razón de una distinción que, en realidad, carece de relevancia moral. La razón aducida por los que propugnan la idea de los derechos animales es que, si todos admitimos que la pertenencia de un hombre a una raza diversa no es motivo suficiente para conceder menos importancia a sus derechos, ¿por qué debería ser una razón válida para ello la pertenencia de un ser