En torno al animal racional. Leopoldo José Prieto López

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En torno al animal racional - Leopoldo José Prieto López Instituto John Henry Newman

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anheladas durante los dos siglos en que se ha desarrollado […]. La izquierda se encuentra en la necesidad urgente de nuevas ideas […]. Ha llegado el momento de que la izquierda se tome en serio el hecho de que hemos evolucionado a partir de otras especies animales […]. En otras palabras, es hora de desarrollar una izquierda darwiniana.15

      La vieja izquierda —piensa nuestro autor— se había convertido en una cultura construida sobre unos cimientos antinaturalistas en una peculiar simbiosis con las filosofías religiosas y devotas que condenan la naturaleza. De este modo, se había negado a comprender determinados rasgos de la naturaleza humana (como son la tendencia a adoptar funciones sociales diversas en razón del sexo o la tendencia a formar jerarquías) que modelan de un modo uniforme y persistente el comportamiento humano. Ningún proyecto de reforma social, en consecuencia, debería desconocer tales rasgos ni intentar suprimirlos, so pretexto de pretender crear un hombre nuevo, liberado de la naturaleza. En realidad, como Singer admite abiertamente, la persecución de la igualdad no debería ser el principal objetivo a conseguir por parte de la izquierda. La asunción de determinadas ideas del evolucionismo ayudaría, por su parte, a valorar más adecuadamente la competencia en la obtención de los mejores puestos en la jerarquía social y a aligerar las gravosas prestaciones sociales que contribuyen a la perpetuación de las lacras sociales (perturbaciones psíquicas, criminalidad, alcoholismo, pobreza, etc.).16 En definitiva, en opinión de Singer, la nueva izquierda debería asumir una serie de postulados que instan a perseguir de continuo el permanente mejoramiento de la salud física, mental, cultural y social de la humanidad. Como puede verse, se trata en lo esencial de los postulados que desde mediados del siglo XIX han recibido el nombre de eugenesia. La izquierda de Singer, por tanto, es una izquierda eugenésica que hace suyas un buen número de ideas procedentes del ambiente de la eugenesia darwinista.

      Hemos visto que los rasgos más destacados de la personalidad intelectual de Peter Singer son el utilitarismo, el animalismo, el vegetarianismo, el activismo político y el izquierdismo darwinista. Dos de estos cinco aspectos, el utilitarismo y el darwinismo, transcienden el simple carácter de rasgos intelectuales y se constituyen en los principios mismos sobre los que descansa el pensamiento de Singer. De ambos principios proceden ulteriormente un buen número de consecuencias. Comencemos estudiando el darwinismo, o, para ser más precisos, el darwinismo como interpretación materialista del hombre.

      El primero de los principios que presiden la filosofía de Singer es el darwinismo. El darwinismo de nuestro autor no es la doctrina específica que intenta dar una explicación sobre el origen y la evolución de las especies animales. Por el contrario, las referencias a Darwin que se encuentran en los escritos de Singer son siempre genéricas. Sin entrar en los pormenores de la obra del naturalista inglés, Singer toma el darwinismo simplemente como una doctrina que interpreta la naturaleza humana en un sentido meramente biológico. No es, pues, de extrañar que de tal concepción extraiga nuestro autor, una y otra vez, la misma conclusión, a saber, que las diferencias entre el hombre y el animal son simplemente de grado y no de esencia.

      En El proyecto gran simio (obra, como ya sabemos, de la que Singer es coeditor) aparecen con frecuencia rasgos de esta concepción darwinista. Mencionamos a este propósito algunas ideas de tres colaboradores de la obra: Richard Dawkins, Stephen Clarke y James Rachels.

      Richard Dawkins, un conocido biólogo y divulgador británico, vanguardia del materialismo darwinista militante, afirma en su contribución: «Admitimos nuestro parecido con los simios, pero rara vez nos damos cuenta de que somos simios».17 La cuestión, según Dawkins, puede formularse de un modo extraordinariamente sencillo: simplemente «somos monos grandes».18

      Otro colaborador de El proyecto gran simio, Stephen Clarke, asegura en su contribución, titulada «Los grandes simios y la idea del parentesco», que así como los hombres son nuestros hermanos, también lo son los grandes simios, y que todos juntos formamos lo que llama una humanidad ensanchada. Clarke dice así:

      La declaración de la Unesco de que todos los hombres pertenecen a la misma especie quería ser claramente un compromiso moral con la idea de que todos los seres humanos […] comparten la exigencia de que ninguna diferencia de raza, sexo, edad, intelecto, capacidad o credo debería autorizar lo que a todas luces es una injusticia […]. Los creadores del lema de la Unesco no reconocían que [las especies] Pan, Pongo y Gorilla eran nuestras hermanas, como tampoco los redactores de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América se percataron de a qué se habían comprometido al decir que todos los hombres eran iguales. Tanto ellos como sus sucesores podían haber insistido en que no se hacía mención alguna de las mujeres, o en que la intención obvia de la época era no incluir a los negros […]. La/el americana/o y la/el negra/o son mis hermanas y mis hermanos, y también lo son los demás grandes simios que, con nosotros, forman el gran ente hominoidea, que es la humanidad ensanchada.19

      Por su parte, James Rachels, en el artículo «¿Por qué los darwinianos deben apoyar la idea de igualdad de trato de los grandes simios?», invoca de un modo más preciso la figura de Darwin.

      Antes de Darwin era creencia general que las diferencias entre humanos y no humanos son tan grandes que casi siempre está justificado el trato diferente de los humanos. Se pensaba que los humanos eran algo aparte del resto de la creación. Se decía que eran los únicos seres racionales, hechos a la imagen y semejanza de Dios, dotados de alma inmortal y que en consecuencia eran diferentes en especie de los demás animales. Esta imagen de la humanidad es la que Darwin destruyó […]. Darwin sostuvo que esos animales [los grandes simios] son inteligentes y sociables y que poseen un sentido moral rudimentario […]. La consecuencia moral es que, si tienen esas facultades, no hay entonces base racional alguna para negarles los derechos morales básicos, al menos si seguimos proclamando esos derechos para nosotros.20

      Finalmente, el propio Peter Singer, en un artículo titulado «Darwin para la izquierda», que es una especie de programa de renovación de la izquierda sobre unas bases biológico-darwinistas, ha escrito:

      ¿Qué hay de aquellas cosas que una izquierda darwinista apoyaría? […] Reconocería que el modo en que explotamos a los animales no humanos es una herencia de un pasado predarwiniano que exageró el hiato entre los humanos y otros animales; y, por tanto, trabajaría en pos de un estatuto moral mayor para los animales no humanos.21

      El darwinismo, por tanto, brinda una nueva oportunidad, una nueva causa moral a la izquierda: «trabajar por un mejor estatuto moral para los animales no humanos», como acabamos de oír a Singer. Un mejor estatuto que apunta hacia la igualdad de hombres y demás animales. Por tanto, esta es la nueva frontera a conquistar por parte de la izquierda: la igualdad más allá de los límites de la especie humana. Esa es la nueva consigna de un darwinismo ganado para la izquierda. Si en el pasado la oposición dialéctica había sido reconocida solamente entre los poseedores del capital y el proletariado, y tendía al logro de una sociedad sin clases; si después se comprendió que la oposición alcanzaba igualmente al conflicto racial entre blancos y negros y que exigía la superación del racismo; y si últimamente la tensión dialéctica se había despertado con los conflictos en la distribución de los papeles sociales y en la desigual atribución de derechos entre hombres y mujeres al vislumbrarse la causa feminista; ahora, la izquierda, esclerotizada por falta de ideas y proyectos sociales, recibe un nuevo impulso proveniente del darwinismo, que le ofrece una causa renovada, una nueva tensión con la que superar

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