Ética demostrada según el orden geométrico. Baruj Spinoza

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Ética demostrada según el orden geométrico - Baruj Spinoza Torre del Aire

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      de la suposición de una cantidad infinita, sino de que ellos suponen que esa cantidad infinita es mensurable y que consta de partes finitas. Por lo cual, de los absurdos que se siguen de eso nada pueden concluir sino que la cantidad infinita no es mensurable y que no puede constar de partes finitas. Pero esto es lo mismo que más arriba nosotros (proposición 12, etc.) ya hemos demostrado. Por tanto, el dardo que nos lanzan lo arrojan en realidad contra ellos mismos. Así pues, si quieren concluir de este absurdo suyo que la sustancia extensa debe ser finita, no hacen, en verdad, otra cosa que aquel que, por fingir un círculo con las propiedades de un cuadrado, concluyese que el círculo no tiene un centro partiendo del cual todas las líneas trazadas hasta la circunferencia son iguales. Pues la sustancia corpórea, que no puede ser concebida sino como infinita, sino como única, [59] sino como indivisible (véanse las proposiciones 8, 5 y 12), la conciben ellos, para poder concluir que es finita, como constando de partes finitas, como múltiple y como divisible. Así también otros, tras fingir que la línea se compone de puntos, saben encontrar muchos argumentos con los que muestran que la línea no puede ser dividida hasta el infinito. No es menos absurdo suponer que la sustancia corpórea se compone de cuerpos o partes, que [suponer que] el cuerpo se compone de superficies, las superficies de líneas, las líneas, por último, de puntos. Y esto lo deben admitir todos los que saben que una razón clara es infalible, y en primer lugar cuantos niegan que se dé el vacío. Pues si la sustancia corpórea pudiese dividirse de manera que sus partes fuesen realmente distintas, ¿por qué no podría entonces aniquilarse una parte permaneciendo el resto, como antes, conectadas entre sí? ¿Y por qué deben todas ajustarse de manera que no se dé el vacío? Ciertamente, las cosas que son realmente distintas unas de otras pueden ser la una sin la otra y permanecer en su estado. Mas como en la naturaleza no se da el vacío (de lo cual he tratado en otro lugar14), sino que todas sus partes deben concurrir de suerte que no se dé el vacío, se sigue de esto también que [esas partes] no pueden distinguirse realmente, esto es, que la sustancia corpórea, en tanto que es sustancia, no puede dividirse. Si alguien, con todo, preguntase ahora por qué somos por naturaleza tan propensos a dividir la cantidad, le respondo que la cantidad es concebida por nosotros de dos maneras, a saber, abstractamente, o superficialmente, como cuando15 la imaginamos, o bien como sustancia, lo que solo hace el intelecto16. Si atendemos a la cantidad tal como está en la imaginación, que es lo que hacemos más a menudo y nos resulta más fácil, la encontraremos finita, divisible y compuesta de partes. Sin embargo, si atendemos a ella tal como está en el intelecto y la concebimos en tanto que es sustancia, lo cual es dificilísimo, entonces, como ya hemos demostrado suficientemente, la encontraremos infinita, única e indivisible. Lo cual será lo bastante manifiesto para todos los que sepan distinguir entre la imaginación y el intelecto. Sobre todo si también atienden a esto, a que la materia es la misma en todo lugar y a que en ella no se distinguen partes sino en tanto que la concebimos afectada de diversos modos, por lo que sus partes solo se distinguen modalmente, pero no realmente. Por ejemplo, concebimos que el agua, en tan-[60] to que es agua, se divide y que sus partes se separan unas de otras. Pero no en tanto que es sustancia corpórea, pues en cuanto tal ni se separa ni se divide. Además, el agua, en tanto que agua, se genera y se corrompe, pero en tanto que sustancia ni se genera ni se corrompe. Y pienso haber respondido con esto también al segundo argumento, pues se funda también en que la materia, en tanto que sustancia, es divisible y consta de partes. Y aun cuando esto no fuese así, desconozco por qué sería indigna de la naturaleza divina, pues (por la proposición 14) fuera de Dios no puede darse ninguna sustancia por la que padeciese. Digo que todas las cosas son en Dios y que todas las que se hacen, se hacen por las solas leyes de la infinita naturaleza de Dios, y que se siguen de la necesidad de su esencia (como enseguida mostraré). Por lo que no hay ninguna razón para poder decir que Dios padece en virtud de otra cosa o que la sustancia extensa es indigna de la naturaleza divina, aunque se la suponga divisible, con tal de que se conceda que es eterna e infinita. Pero sobre esto basta por ahora.

      PROPOSICIÓN 16

      De la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas de infinitos modos (esto es, todas las que pueden caer bajo un intelecto infinito).

      DEMOSTRACIÓN

      Esta proposición debe ser manifiesta para cualquiera solo con que atienda a esto, a que dada la definición de una cosa cualquiera, el intelecto concluye varias propiedades que en verdad se siguen necesariamente de ella (esto es, de la esencia misma de la cosa), y tantas más cuanta más realidad expresa la definición de la cosa, esto es, cuanta más realidad implica la esencia de la cosa definida. Y como la naturaleza divina tiene absolutamente infinitos atributos (por la definición 6), cada uno de los cuales también expresa una esencia infinita en su género, de la necesidad de aquella se deben seguir necesariamente, por tanto, infinitas cosas en infinitos modos (esto es, todas las que pueden caer bajo un intelecto infinito). Q. E. D.

      COROLARIO I

      De aquí se sigue que Dios es causa eficiente de todas las cosas que pueden caer bajo un intelecto infinito. [61]

      COROLARIO II

      Se sigue, II. que Dios es causa por sí, no por accidente.

      COROLARIO III

      Se sigue, III. que Dios es absolutamente causa primera.

      PROPOSICIÓN 17

      Dios actúa en virtud de las solas leyes de su naturaleza y no coaccionado por nadie.

      DEMOSTRACIÓN

      Hemos mostrado en la proposición 16 que de la sola necesidad de la naturaleza divina, o (lo que es lo mismo) de las solas leyes de su naturaleza, se siguen absolutamente infinitas cosas. Y en la proposición 15 hemos demostrado que nada puede ser ni ser concebido sin Dios, sino que todas las cosas son en Dios. Por ello, nada puede ser fuera de él por lo que sea determinado o coaccionado a actuar. Y así, Dios actúa en virtud de las solas leyes de su naturaleza y no coaccionado por nadie. Q. E. D.

      COROLARIO I

      De aquí se sigue, I. que no se da ninguna causa que incite extrínseca o intrínsecamente a Dios a actuar, a no ser la perfección de su naturaleza misma17.

      COROLARIO II

      Se sigue, II. que solo Dios es causa libre, pues solo Dios existe en virtud de la sola necesidad de su naturaleza (por la proposición 11 y el corolario 1 de la proposición 14) y actúa en virtud de la sola necesidad de su naturaleza (por la proposición anterior). Por tanto (por la definición 7), solo [Dios] es causa libre. Q. E. D.

      ESCOLIO

      Otros piensan que Dios es causa libre porque puede hacer, según piensan, que no se haga o no sea producido aquello que hemos dicho se sigue de su naturaleza, esto es, aquellas cosas que están en su potestad. Pero esto es lo mismo que si dijesen que Dios puede hacer que de la naturaleza del triángulo no se siga que sus tres ángulos son iguales a dos ángulos rectos, o que de una causa dada no se si-[62]ga un efecto, lo cual es absurdo. Más abajo mostraré sin la ayuda de esta proposición que a la naturaleza de Dios no pertenecen ni el intelecto ni la voluntad. Sé que son muchos los que piensan poder demostrar que a la naturaleza de Dios pertenece un intelecto

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