E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020. Varias Autoras

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020 - Varias Autoras страница 20

Автор:
Серия:
Издательство:
E-Pack Jazmin Especial Bodas 2 octubre 2020 - Varias Autoras Pack

Скачать книгу

volvió a sonrojarse. Eso era precisamente lo que se temía. Y lo que había querido evitar.

      —A lo mejor es en Tara en quien no se puede confiar —replicó Axel.

      —Ahora no te metas con Tara —intervino Emily—. Es una chica encantadora —la agarró del brazo—. Ven conmigo, en la cocina estarás a salvo.

      Aterrada, Tara miró a Axel desesperada, pero él ya se estaba volviendo hacia sus tíos y, evidentemente, Tara no podía negarse a acompañar a su madre a la cocina.

      —Mirad quién ha venido con Axel —anunció Emily cuando entraron en la espaciosa cocina.

      —¡Qué alegría! —Clay colocó una olla enorme en el mostrador que había al lado del fregadero y se apartó un mechón de pelo de la cara—. El otro día quería acercarme a tu puesto para ver si tenías gargantillas nuevas, pero cuando fui ya te habías ido.

      —Tengo algunas gargantillas nuevas. Si te pasas por la tienda esta semana, te las dejaré al precio que tenían ayer en el gimnasio.

      —Cariño, creo que no valoras tu trabajo todo lo que deberías, pero no voy a despreciar una ganga, así que me pasaré por tu tienda esta semana.

      Leandra entró en aquel momento en la cocina con Lucas en brazos.

      —¿A qué hora vamos a comer? Este hombrecito tiene hambre.

      —Toma.

      Jaimie le tendió al niño una galleta que Lucas se metió con avidez en la boca. Leandra se sentó al lado de su madre y suspiró. Emily alargó entonces los brazos hacia el pequeño para que se sentara en su regazo.

      —Estás sofocada.

      —Debería haberme puesto algo más fresco.

      —Es San Valentín —le recordó Jaimie—, hay más de cincuenta centímetros de nieve en las calles, ¿cómo es posible que tengas tanto calor?

      Leandra entreabrió los labios, pero no dijo nada. En el momento en el que cruzó la mirada con Tara, se puso roja como la grana. Emily se irguió en la silla y exclamó:

      —¡Estás embarazada!

      Leandra gimió.

      —Sabía que no iba a poder mantenerlo en secreto durante mucho tiempo.

      —¡Entonces es verdad! —Emily dejó rápidamente a su nieto en una silla y enmarcó el rostro de su hija con las manos—. Como si fuera posible ocultarme algo así durante mucho tiempo. ¡Llevas en tu vientre a uno de mis nietos! ¿Crees que no lo habría adivinado con sólo mirarte?

      Tara se inclinó bruscamente hacia la olla que Jaimie había dejado abandonada para ir a abrazar a su sobrina. Estaba llena de agua y patatas cocidas y como había un colador en el fregadero, Tara la vació en él.

      —Oh, cariño, ya me ocupo yo de eso —dijo Jaimie rápidamente.

      —No importa —de hecho, prefería mantenerse ocupada mientras la madre de Axel cantaba las alabanzas de su futuro nieto.

      Posiblemente, si se enterara de su embarazo no mostraría tanto entusiasmo.

      —¿A qué se debe tanto alboroto? —en ese momento apareció Gloria con Hope, Courtney y Sarah y pronto la cocina estuvo abarrotada de familiares que acababan de enterarse de la noticia.

      Intentando mantenerse en segundo plano, Tara comenzó a preparar el puré de patatas, pero fue dolorosamente consciente del grito de alegría de Axel cuando se unió al grupo.

      Con aquel alboroto, le pareció casi milagroso que minutos después estuvieran todos sentados a la mesa del comedor. En cuanto se hizo el silencio, Squire bendijo la mesa con unas palabras que emocionaron a Tara, pero en cuanto se pronunció el «amén», volvieron las risas y los gritos.

      Tara no podía evitarlo. Quería estar allí sentada, quería verlo todo. Porque aquello era un espectáculo glorioso para ella, que jamás había vivido nada parecido.

      —¿Estás bien? —le preguntó Axel con voz queda, para que sólo ella pudiera oírle.

      Tara parpadeó e intentó concentrarse en el plato que le habían llenado hasta los bordes.

      —Sí, estoy bien —contestó forzando una sonrisa—, pero no puedo comerme todo esto.

      —Claro que sí. Pero si de verdad no puedes, no te preocupes. Yo me lo terminaré por ti.

      —Siempre tan glotón —dijo Leandra con cariño. Estaba sentada frente a él—. No sé cómo consigues mantener esa silueta de jovencita.

      Axel le tiró la servilleta y ella la atrapó entre risas.

      —No juguéis en la mesa —les regañó Gloria, sin dejar de prestar atención a Courtney, que estaba sentada a su lado.

      —No es mi silueta la que está en peligro —le dijo Axel a Leandra, que, a pesar de la advertencia de Gloria, también le lanzó la servilleta—. Es Tara la que tiene el plato lleno de comida.

      —Por favor, Ax —le regañó Sarah, sacudiendo la cabeza.

      —¡Que estoy de broma! —miró a Tara de reojo—. Ya lo sabías, ¿verdad? Vaya, tienes una silueta tan perfecta como… —se interrumpió al ver que Tara tenía las mejillas ardiendo—. Muy bien —se concentró de nuevo en el plato—. Será mejor que me dedique a comer.

      —Buena idea, hijo —contestó Jefferson.

      Todo el mundo se echó a reír. Hasta Tara consiguió unirse a sus risas, y, por lo menos en lo que a los demás concernía, pasó rápidamente lo embarazoso de la situación,

      Ella, sin embargo, estuvo intentando dominar durante un buen rato el placer y la sorpresa que le había causado que Axel la considerara perfecta en algún sentido.

      Para cuando todo el mundo terminó de comer, creía tener la situación dominada. En el instante en el que Jaimie se levantó para quitar la mesa, ella la imitó.

      —Te diría que te sentaras porque eres una invitada, pero cuantos más ayuden, mejor —le dijo Jaimie con una sonrisa—. Y más rápido serviremos el postre.

      Tara fue agrupando los platos que le tendían mientras iba rodeando la mesa y contando al mismo tiempo las personas allí reunidas. Veintidós, y eso que no estaba toda la familia.

      —Cariño —le pidió Emily a Axel—, ayuda a Tara con los platos. Pesan mucho para ella.

      —No, no hace falta —protestó Tara rápidamente.

      Sin embargo, Axel se levantó y le quitó los platos de las manos.

      —Ya aprenderás que no se debe discutir nunca con mi madre.

      —Tiene razón —se sumó Jefferson—. No sirve de nada.

      —¡A callar! Dime, Leandra, cariño, ¿cuándo nacerá el bebé?

      Tara

Скачать книгу