E-Pack Bianca agosto 2020. Varias Autoras

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу E-Pack Bianca agosto 2020 - Varias Autoras страница 30

Автор:
Серия:
Издательство:
E-Pack Bianca agosto 2020 - Varias Autoras Pack

Скачать книгу

la creyó. Durante las dos semanas anteriores, se había dado cuenta de que Violet no guardaba ases en la manga. De hecho, le había demostrado que no le interesaban ni su dinero ni el título de princesa que le podía dar, y que se habría ido sin mirar atrás si él no hubiera cambiado de actitud.

      –Él siempre fue mi ejemplo. Ese fue mi primer error.

      –¿Te refieres a tu padre? –preguntó ella.

      Zak asintió.

      –Yo creía que era perfecto, la encarnación de todas mis aspiraciones. Y quería ser como él. Aunque no pudiera acceder al trono, quería seguir sus pasos.

      –Nadie es perfecto, Zak –observó ella–. Sería un hombre extraordinario, pero también era humano.

      Zak tragó saliva, pensando que estaba en lo cierto. Al fin y al cabo, él mismo había caído en la tentación tras jurarse lo contrario. ¿Sería posible que lo hubiera idealizado hasta el extremo de juzgarlo de forma excesivamente estricta?

      –Mi padre era rey, Violet. Su comportamiento debía ser irreprochable. Sobre todo, en lo tocante a lo que pudiera hacer daño a su familia.

      –Oh, vamos, ya habéis aceptado a Jules, ¿no? Seguro que puedes encontrar la forma de olvidar su desliz.

      –No, no puedo.

      –¿Por qué no?

      –Porque la relación que mantuvo con la madre de Jules no fue una relación pasajera, sino de muchos años. Y, mientras mi padre estaba con ella, otros se dedicaron a conspirar a sus espaldas –respondió Zak–. Puso el reino en peligro y dio razones a los que pretendían desestabilizar el Gobierno.

      –Oh, vaya… No lo sabía.

      –Muy pocos lo saben.

      Violet lo miró a los ojos, esperó unos momentos y dijo:

      –¿Lo odias por eso? ¿O porque murió sin darte las respuestas que necesitabas? Te lo pregunto porque a mí me pasó lo mismo con mi padre. Me quedé sin saber por qué lo había arriesgado todo a cambio de dinero.

      –¿Qué importancia tiene eso?

      –Toda la del mundo, Zak. Si lo odias por lo segundo, tendrás que aprender a sobrellevarlo. Tendrás que perdonar y seguir adelante antes de que el rencor te consuma. Tendrás que ser el hombre que tu padre no pudo ser.

      Por primera vez en su vida, Zak sintió pánico. ¿Qué pasaría si no conseguía ser mejor que su padre? ¿Qué pasaría si fallaba a Violet y a su hijo?

      Al darse cuenta de lo que estaba pensando, reaccionó con una ferocidad que habría enorgullecido a sus antepasados. Él no era cualquier persona. Él era un príncipe con sangre de guerreros en sus venas. Nunca se había acobardado, y no se acobardaría ahora.

      –¿Ya has terminado con tu interrogatorio? ¿O quieres hacer más preguntas?

      Violet estuvo a punto de soltar un grito ahogado. ¿Cómo era posible que Zak hubiera pasado de hombre vulnerable a príncipe dictatorial en solo unos segundos? No lo sabía, pero había vislumbrado a la persona que se ocultaba tras todo el poder y majestad de su título; había visto a la persona de verdad, a una persona que, al igual que ella, se había sentido traicionado por su propio padre.

      En otras circunstancias, habría cerrado los brazos alrededor de su cuerpo y habría apoyado la cabeza en su pecho, sin más intención que la de estar cerca de él. Pero Zak ya se había distanciado, y la miraba con su frialdad habitual.

      –Dijiste que Jules fue el único hijo ilegítimo que ha habido en tu familia –declaró–. Sin embargo, habrá habido divorcios.

      –Sí, unos cuantos –replicó él–. Pero, ¿a qué viene eso? ¿Es que ya estás pensando en poner fin a nuestro matrimonio? Porque aún no estamos casados…

      Ella soltó una carcajada sin humor.

      –No te finjas herido, Zak. No me ofreces matrimonio porque estés enamorado de mí, sino porque estoy embarazada.

      –Es una buena razón. Una que desestimas con demasiada ligereza.

      –¿Y qué tiene de raro? No sé qué quieres hacer con tu vida, pero yo quiero ser libre y poder elegir al hombre con el que me case. No me ataré a ti por el simple hecho de que seas el padre del bebé que llevo en mi vientre. No me venderé por tan poco.

      –¿Por tan poco? –bramó Zak–. Discúlpame, pero la inmensa mayoría de las mujeres del mundo me consideran un buen partido.

      –¡Pues cásate con ellas!

      El tono de Violet fue tan violento que Zak se dio cuenta de que estaba celosa, y sus ojos brillaron con un destello de triunfo.

      –Veo que no eres tan inmune a mis encantos, cariño mío.

      –No me llames eso –protestó–. Yo no soy nada tuyo.

      –Pero podrías serlo si…

      –¿Si entrara en razón? –lo interrumpió–. ¿Si me alegrara de que tu oferta de matrimonio incluya la ventaja de una relación sexual apasionada?

      –Vaya, admites que sería una relación apasionada –dijo él–. Gracias por reconocerlo, Violet. Y sí, es una ventaja inmensamente placentera. Deberías reconsiderar tu decisión.

      –¿No crees que olvidas algo?

      –¿Qué?

      –Que la atracción física no dura mucho tiempo. Hasta es posible que se haya acabado antes de que firmemos el certificado de matrimonio –respondió Violet–. Y, en cualquier caso, no voy a comprometer mi futuro con una base tan endeble.

      Zak se pasó una mano por el pelo y sonrió con sorna.

      –Menuda manera de empezar una tregua –comentó.

      Ella se encogió de hombros.

      –Parece que saca lo peor de cada uno.

      –Bueno, yo no diría tanto –dijo él, echando un vistazo a su carísimo reloj–. Pero ya hemos hecho bastante por un día. Volvamos a la casa. La cena se servirá en una hora.

      Violet sintió una mezcla de placer y temor. La cena implicaba la posibilidad de pasar más tiempo con Zak, y ella ardía en deseos de volver a ver al hombre que se escondía tras una rígida fachada exterior. Quería compartir sus sueños, calmar sus miedos. Quería estar con el único hombre con el que se había permitido el lujo de soñar.

      Además, tenía la esperanza de que la grieta que se había abierto en su fachada derrumbara el muro, mostrándole su verdadero ser. Solo era cuestión de tiempo. De tiempo, de paciencia y, quizá, de amor.

      Capítulo 9

      ZAK LA ESTABA esperando en el elegante comedor de la mansión, que se abría a una amplia terraza. La brisa marina refrescaba el ambiente, en recordatorio de que se encontraban en un verdadero paraíso

Скачать книгу