Anatomía y cinesiología de la danza. Karen Clippinger

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superior del pie, que reciben el nombre de huesos del tarso; cinco radios óseos componen el cuerpo principal del pie, llamados metatarsianos, y catorce huesos localizados en los dedos se denominan falanges. Fijémonos en la similitud de la arquitectura del pie y la mano; la diferencia estriba en que la mano cuenta con un hueso más en el carpo que el pie en el tarso.

       Puntos óseos de referencia

      Además de estos nombres ya mencionados para describir los huesos del esqueleto, a menudo se usan otros para puntos específicos de un hueso dado. Estos términos son útiles para describir la localización específica de los vasos sanguíneos y nervios, o las inserciones de tendones, ligamentos y fascias. Estos lugares suelen adoptar la forma de depresiones, orificios, protuberancias o apófisis, como se describen en la tabla 1.2. Estos términos se aplicarán cuando se describan con más detalles las articulaciones individuales en los capítulos siguientes de este libro.

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Nombre Definición Ejemplo
Depresiones y orificios
Fosa Un hueco o depresión Fosa ilíaca
Agujero Un orificio o conducto en un hueso Agujero obturado de la pelvis
Seno Cavidad o espacio espongiforme en un hueso Seno del tarso en el pie
Protuberancias y apófisis que ayudan a formar articulaciones
Cóndilo Protuberancia redondeada en el extremo de un hueso que interviene en la formación de una articulación Cóndilos de la tibia
Carilla Área plana y lisa mediante la cual un hueso entra en contacto con otro Carillas de las vértebras
Cabeza Relieve esférico en el extremo de una porción estrecha, con forma de cuello, de un hueso que interviene en la formación de una articulación Cabeza del fémur
Proyecciones y apófisis en que se insertan músculos
Cresta Un gran reborde Cresta ilíaca
Epicóndilo Eminencia localizada encima de un cóndilo Epicóndilos del fémur
Línea Una excrecencia menos pronunciada Línea áspera del fémur
Maléolo Una apófisis redondeada Maléolo lateral del peroné
Apófisis espinosa o espina Una protuberancia afilada con forma de espina Espina escapular
Trocánter Protuberancia de gran tamaño Trocánter mayor del fémur
Tubérculo Pequeña protuberancia redondeada Tubérculo lateral del astrágalo
Tuberosidad Protuberancia redondeada Tuberosidad isquiática

      El esqueleto humano está compuesto por distintos huesos que se unen y forman segmentos o eslabones. La conexión entre huesos adyacentes o cartílagos se llama articulación. Estas articulaciones cumplen dos funciones principales pero divergentes: mantener unido el esqueleto y dotarlo de movilidad. Hay muchas clases de articulaciones, con variedad de conexiones y movimientos posibles.

       Clasificación de las articulaciones

      Las articulaciones se clasifican de acuerdo con el tipo de tejido conjuntivo que las mantiene unidas y por la presencia o ausencia de una cavidad articular (Marieb, 1995). En este sistema de clasificación basado en la estructura, se diferencian tres clases de articulaciones: fibrosas, cartilaginosas y sinoviales (ver tabla 1.3).

       Articulaciones fibrosas

      Las articulaciones fibrosas mantienen su cohesión mediante fibras muy cortas (suturas), bridas (ligamentos) u hojas (membranas interóseas) de tejido conjuntivo fibroso. En cada caso, el tejido conjuntivo fibroso conecta directamente los huesos adyacentes y no queda espacio intermedio entre los huesos. Las suturas no permiten un movimiento real, sino que «ceden», mientras que los otros dos tipos de articulaciones fibrosas sí permiten un grado variable de movilidad dependiendo de la longitud de sus fibras. El tipo de tejido conjuntivo implicado (tejido conjuntivo regular denso) soporta grandes tensiones. Son ejemplos de articulaciones fibrosas las suturas del cráneo, la articulación entre los huesos del antebrazo (membrana interósea radiocubital) y dos de las articulaciones entre los huesos de la pierna (membrana interósea tibioperonea y articulación tibioperonea distal).

EjemplosDescripción
Articulaciones fibrosas
imageEn las articulaciones fibrosas, los huesos se unen directamente con tejido fibroso y no hay ningún espacio articular intermedio. Las suturas del cráneo son ejemplos de articulaciones fibrosas que emplean fibras muy cortas, por lo que apenas permiten movimiento. Las membranas interóseas son ejemplos de articulaciones fibrosas que emplean fibras más largas, de modo que se aprecia un movimiento mínimo. En el caso de la articulación tibioperonea, este ligero cambio acompaña a los cambios en la posición del complejo del tobillo-pie, y es esencial para una biomecánica óptima.
Articulaciones cartilaginosas
imageEn las articulaciones cartilaginosas, los huesos se unen directamente con cartílago hialino o fibrocartílago. Las láminas epifisarias que conectan las epífisis con las diáfisis de los huesos largos son ejemplos de articulaciones cartilaginosas con cartílago hialino. Esta estructura les permite «ceder», pero no hay movilidad real, y, con la madurez, estas «láminas de crecimiento» se osifican y el cartílago se reemplaza por hueso. Los discos intervertebrales son ejemplos de articulaciones cartilaginosas que emplean discos de fibrocartílago. Este diseño permite más movilidad y una capacidad amortiguadora esencial.
Articulaciones sinoviales
imageEn las articulaciones sinoviales, los huesos no se unen directamente, sino que están separados por una cavidad articular que contiene líquido sinovial. Una cápsula

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