Ensayos I. Lydia Davis

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Ensayos I - Lydia  Davis

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la joven observadora sin mucho dinero y sin carrera, construir una cava nueva resultaba absurdo; en cambio, en el contexto del médico exitoso con ingresos altos y una buena colección de vinos, construir una cava nueva tenía mucho sentido.

      Al cabo de unos treinta años, la entrada de diario se convirtió en este cuento:

      CÓMO REDUCIR GASTOS

      Es un problema que podría tener cualquiera en algún momento. Es el problema que tuvo una pareja que conozco. Él es médico, pero no sé a qué se dedica ella. No los conozco muy bien. Es más, ya ni los conozco. Pasó hace años. Me tenía cansada una excavadora de la casa de al lado que iba y venía, así que averigüé lo que estaba sucediendo. El problema era que el seguro contra incendios les costaba mucho dinero. Querían pagar menos por las primas del seguro. Era una buena idea. No conviene tener gastos fijos muy altos, o más altos de lo necesario. Por ejemplo, no conviene comprar una propiedad con impuestos muy altos, porque no hay manera de reducir el costo y habrá que pagarlos siempre. Trato de tenerlo siempre presente. Cualquiera puede comprender el problema de esta pareja, incluso quienes no gastan mucho dinero en el seguro contra incendios. Aunque no hayamos tenido exactamente el mismo problema, algún día podríamos encontrarnos en un problema parecido, con gastos fijos que aumentan demasiado. Y el seguro les costaba mucho porque tenían una gran colección de vinos muy buenos. El problema no era tanto la colección en sí, sino dónde la guardaban. En realidad, tenían miles de botellas de vino muy bueno y de vino excelente. Las guardaban en la cava, que sin duda era la decisión correcta. Tenían una cava en su casa, sí. Pero el problema era que la cava no era óptima o era demasiado chica. Nunca la vi, aunque una vez vi otra que era muy chica. Era del tamaño de un armario, pero igual me impresionó. Eso sí: probé algunos de sus vinos. Sin embargo, no distingo entre una botella de vino que cuesta 100 dólares, o incluso 30, y una que cuesta 500. En esa cena quizás hayan servido vinos más costosos todavía. No por mí en particular, sino por alguno de los otros invitados. Estoy convencida de que la mayoría de la gente, incluida yo misma, no sabe apreciar los vinos muy caros. En ese momento, yo era muy joven, pero creo que ahora tampoco sabría apreciar un vino costoso. La pareja se enteró de que si ampliaban la cava y le hacían mejoras, pagarían menos por las primas del seguro. Les pareció una buena idea, aunque en principio hacer las mejoras también representaría un gasto. Por lo que vi desde la ventana del lugar donde yo vivía entonces, una casa que me había prestado una amistad en común, la excavadora y otras máquinas y los obreros debían de costar miles de dólares, pero estoy segura de que recuperarían el dinero gastado en unos pocos años, o incluso en un año, con lo que ahorraran en las primas. Así que me pareció una decisión inteligente de su parte. Era una estrategia que se podría aplicar a otros asuntos, y no necesariamente a una cava. Toda mejora que a la larga sirva para ahorrar es una buena idea. De esto ya pasó mucho tiempo. Deben haber ahorrado mucho dinero en total, a lo largo de los años, gracias a las refacciones que hicieron. Ya pasaron muchos años, igualmente, y ya habrán vendido la casa. Quizás con la nueva cava haya subido el precio de venta de la casa y hayan ganado dinero. Yo no era joven sino muy joven cuando vi la excavadora por la ventana. El ruido era lo que me tenía cansada, porque me molestaban muchas otras cosas siempre que me ponía a trabajar. De hecho, quizás me alegraba al ver la excavadora. Estaba impresionada por el vino, y los cuadros excelentes que tenían. Eran agradables y simpáticos, pero no me gustaban ni su ropa ni sus muebles. Pasaba mucho tiempo mirando por la ventana y pensando en ellos. No sé para qué. Probablemente fuera una pérdida de tiempo. Ahora soy mucho mayor. Pero aquí estoy, todavía pensando en ellos. Me olvidé de muchas cosas, pero no de la pareja ni de su seguro contra incendios. Debo haber pensado que podía aprender algo de ellos.

      La historia tiene solo un párrafo. Existe una enorme diferencia entre el efecto que produce un único párrafo, sobre todo cuando es largo, y una secuencia de dos o tres párrafos, incluso en un relato corto. En el caso de tres párrafos, el primer párrafo es el comienzo. El punto y aparte del primer párrafo implica que ya nos hemos adaptado medianamente a la historia y podemos avanzar. Después del segundo párrafo, tomamos otro respiro y por fin pasamos al tercer párrafo para llegar al desenlace. Una serie de párrafos también puede implicar que el narrador es organizado, controla la situación. El párrafo ininterrumpido, por otro lado, sugiere más pasión y menos organización: crea la ilusión de que el narrador se ha lanzado a disertar o sermonear casi sin querer y apenas es consciente de ello. Y antes de que se dé cuenta, ha terminado, se detiene en seco, se queda sin aliento. El párrafo único tiene la capacidad de ser más inmediato.

      En cuanto a la narradora de esta historia, la veo como una pobre mujer: o no es muy inteligente, o es un poco despistada, o quizás simplemente sea desorganizada e improductiva; es el tipo de persona que, aunque no tenga mucho amor propio, se considera capaz de opinar y dar consejo, que pierde mucho tiempo, que se propone hacer cosas pero no las hace, que tiene ideas pero no las materializa. El personaje me resulta muy claro apenas empiezo a hablar con su voz. Probablemente sea una exageración o una distorsión de la joven que yo era entonces, si bien la percibo mayor ahora, quizás de cuarenta y tantos.

      Casi siempre me resisto a la etiqueta de “experimental” que a veces se aplica deliberadamente a toda forma poco tradicional de ficción o poesía, o a toda forma que desconcierte, que parezca rara o extraña. Para mí, experimental significa que el escritor tiene por objetivo poner a prueba una estrategia de escritura concebida de antemano y ver si funciona; que el resultado quizás demuestre algo y quizás no, que tal vez funcione y tal vez no. Para mí, en el experimento hay un plan establecido de antemano, deliberado, conceptual y, al mismo tiempo, bastante incierto. Como por lo general prefiero comenzar los textos sin muchos planes y nunca estoy segura de lo que estoy haciendo exactamente, considero que mis cuentos no son experimentales en ningún aspecto.

      Pero hay excepciones. Surgió un segundo relato a partir de esa breve entrada del diario, y en este caso sí sería preciso llamarlo experimental: quería ver si podía usar una cantidad limitada de material para contar la misma historia tanto prospectiva como retrospectivamente. La primera mitad sigue de cerca la entrada, mientras que la segunda mitad cuenta la misma historia, pero presentando el contenido en el orden inverso.

      HISTORIA REVERSIBLE

      Gastos necesarios

      Una mezcladora de cemento de la casa de al lado va y viene. Mr. y Mrs. Charray están construyendo una cava nueva. Tienen miles de botellas de muy buen vino. Por ese motivo, el seguro contra incendios les cuesta mucho dinero. Sin embargo, con una cava mejor, el seguro les costará menos. Tienen vinos muy buenos y algunos cuadros extraordinarios, pero en lo que hace a la ropa y los muebles son bien de clase media baja.

      Necesarios gastos

      En lo que hace a la ropa y los muebles, el estilo de los Charray es aburrido y bien de clase media baja. Sin embargo, también es cierto que tienen algunos cuadros extraordinarios, muchos de pintores contemporáneos de Canadá y Estados Unidos. También tienen buenos vinos. De hecho, tienen miles de botellas de muy buen vino. Por ese motivo, el seguro contra incendios les cuesta mucho dinero. Pero si amplían la cava o le hacen algunas mejoras, el seguro contra incendios les costará menos. Una mezcladora de cemento fue y vino de su casa, que está aquí al lado.

      Mientras analizaba la forma de “Las mucamas odiosas”, con sus secciones cortas, recordé los libros escritos en entregas breves que había leído al comienzo de mi carrera. Ya he mencionado los diarios de Kafka. Por supuesto, Kafka no concibió los diarios de antemano como una obra formal, sino que los compuso entrada por entrada: llegaron a su forma por acumulación. Y luego, una vez que existieron en esa forma y se publicaron, ejercieron su influencia en las generaciones sucesivas de escritores como modelo de esa forma.

      Los dos volúmenes de los Diarios, que cubren solo catorce años, reúnen más de 660 páginas en la edición que tengo: una enorme cantidad de material, y muy interesante de indagar. Abro al azar y encuentro tres tipos de entradas en una extensión

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