Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I. William Nordling J.
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3. Percepciones de orden superior y cogniciones prerracionales. Hay, por supuesto, niveles más altos de conocimiento basados en la información de la entrada sensorial-perceptiva-cognitiva. Las fuentes filosóficas realistas clásicas reconocen ejemplos de tipos de conocimiento o cognición de orden superior y prerracional: la percepción sintética de la identidad encarnada, la memoria, la imaginación y el sentido evaluativo. En este enfoque realista, estos sistemas se han denominado sentidos internos o intelecto pasivo, debido a que reciben pasivamente datos sensoriales sobre cosas concretas y forman juicios perceptivos que influyen en el afecto sensorial (reacciones emocionales) y en los procesos intelectuales activos racionales y afectivos (por ejemplo, la intuición, la abstracción, la intención, el razonamiento y la elección).
a. Capacidad sintética. Existe la percepción sintética de identidad o totalidad, es decir, la capacidad de conocerse a uno mismo, otra persona o cosa a través de uno solo de nuestros sentidos primarios, por ejemplo, podemos relacionar la vista del cabello, el sonido del llanto, el olor de la humedad o la sensación de presión en la pierna como pertenecientes específicamente a un hijo. También disponemos de una percepción propioceptiva (o cinética) relacionada con el hecho de sentirse completo y conocer la posición de nuestro cuerpo en el espacio.
b. Capacidad de memoria. Existen diferentes tipos de memoria prerracional y racional. Hay memorias basadas en el tiempo, como las memorias inmediatas, a corto y largo plazo. Hay recuerdos de otra naturaleza, como es el caso de la memoria episódica (detalles autobiográficos) y la memoria semántica (memoria áctica). También disponemos de memoria emocional (memoria del miedo, basada en experiencias anteriores) y memoria «muscular» (memoria de cómo realizar ciertos movimientos).
c. Capacidad imaginativa. La imaginación es la capacidad de emplear determinadas imágenes de manera espontánea o racional, evocada voluntariamente (negativa o positiva); por ejemplo, en la experiencia de soñar, en la planificación de la boda, en el flujo creativo de un músico de jazz o en la reacción de un soldado, provocada por un trauma del pasado, ante un ruido fuerte.
d. Capacidad de evaluación. Asimismo, disponemos de una capacidad de evaluación fundamentada en atracciones y repulsiones basadas en reacciones instintivas, en memorias de experiencias relacionadas y en pensamientos y elecciones pasados. Todo ello nos permite conseguir un tipo de juicio prediscursivo o prerracional sobre lo que se siente. Esto también se ha denominado «sentido visceral» o «sensación visceral». Este sentido también es denominado «razón particular» por los filósofos, debido a que implica el reconocimiento del significado de cosas particulares, como puede ser la reacción inmediata a la sonrisa de un bebé.
4. Disposiciones habituales cognitivas. La plasticidad de estas capacidades perceptivas y cognitivas permite el desarrollo de las disposiciones habituales, que incluyen la memoria y la capacidad de evaluación. Las disposiciones cognitivas habituales activan, organizan y amplían las percepciones y cogniciones de orden superior mencionadas anteriormente. En particular, el conocimiento sensorial-perceptual-cognitivo se expresa a través de la actividad, es decir, a través del comportamiento, que utiliza la cognición sensorial-perceptiva. Este tipo de formación de disposición requiere la activación de sistemas de respuesta, como en lo referido a las ideas de «memoria muscular», «la práctica hace al maestro» y «las neuronas que se disparan juntas se conectan entre ellas».
5. Base para el conocimiento activo. Desde una perspectiva realista, existe una unidad y una distinción en los tipos de conocimiento humano. El conocimiento humano está enraizado en la unidad del orden inteligible de la realidad. No obstante, existen distintos tipos de conocimiento. Por ejemplo, sensaciones, percepciones y cogniciones, jerárquicamente ascendentes, que fundamentan capacidades mentales y de acción aún más elevadas:
a. sensación primaria (por ejemplo, el reconocimiento por parte de la corteza visual del contraste de blanco y negro, y de la forma de una «A»);
b. percepción de orden superior (reconocimiento de la «A» como una letra del alfabeto);
c. cognición racional (razonamiento sobre el significado de la «A» en el contexto de una narración, como en La letra escarlata, donde la «A» se usaba como signo para identificar a una persona como adúltera);
d. intuición espiritual (comprensión de la necesidad de perdón personal y reconciliación interpersonal en casos de adulterio), y
e. acción práctica (compromiso práctico de perdonar y trabajar por la reconciliación en tales situaciones, y de «ir y no volver a pecar» [Jn 8: 11]).
Los tipos de razón más complejos y activos no son epifenómenos de las capacidades prerracionales de nivel superior que vayan a analizarse en este caso. Las formas superiores de la razón se consideran no materiales y cualitativamente distintas de estas capacidades inferiores, tal y como se estudia en el capítulo 15, sobre la persona como «Racional».
6. Encuentro activo con el mundo y sus condiciones. A través de la reflexión sobre las percepciones y cogniciones sensoriales, las personas adquieren conocimiento de los objetos que estudian. Además, esas percepciones forman la base del proceso de descubrimiento metafísico de las condiciones o causas no percibidas sobre la existencia, la bondad, la verdad, la relacionalidad interpersonal y la belleza. Es decir, proporcionan una base para una mayor reflexión racional, y son necesarias para conocer el mundo y encontrarse con los demás, con uno mismo y con Dios (Rom 1:20).
IX. Emocional
Las capacidades emocionales humanas (afecto sensorial) son significativas para la autocomprensión personal, las relaciones interpersonales, la acción moral y la vida espiritual. Los humanos son emocionales, de una forma única y personal, debido a su unidad espiritual cuerpo-alma. Hay otras diferencias en la vida emocional de los humanos, diferencias que reflejan su ser, creado como hombre o mujer, que se basan en predisposiciones biológicas, y que están enraizadas en la experiencia.
1. Conscientes de las emociones. En respuesta no solo a las sensaciones y percepciones, sino también a las intenciones y compromisos racionales, los seres humanos disponen de sistemas de valoración emocional (reacciones y respuestas iniciales) y pueden ser conscientes de sus emociones. Las emociones son un pasaje entre las sensaciones y el pensamiento consciente, e influyen en ambos. Aunque una persona no suela ser responsable inicialmente de los primeros movimientos emocionales (como la alegría de ver a un amigo, la ira por estar herido o la tristeza por la pérdida de un ser querido), sí puede desarrollar disposiciones emocionales duraderas o formas de regular las emociones. Por una parte, las emociones pueden impedir el libre ejercicio de la razón o de la voluntad, y las disposiciones emocionales pueden ser perjudiciales e incluso patológicas. Abordar las emociones perjudiciales y patológicas es una parte importante de la psicoterapia. Por otra parte, las emociones pueden ser útiles e incluso indicadores necesarios de los bienes personales, y ayudas importantes para comprender el mundo y actuar moralmente. Por ejemplo, la pena puede ayudar a que uno se arrepienta, el miedo puede hacer que uno esté atento al peligro, y así sucesivamente. Además, las emociones pueden ordenarse de acuerdo con la razón y las vocaciones, y con la realización de la persona y de las otras personas.
2. Las emociones son inherentemente buenas. Las capacidades emocionales son inherentemente buenas. Sin embargo, las emociones particulares pueden fortalecer o dañar a una persona, ayudarla a realizarse o llevarla a languidecer. En términos morales, en función de la forma en que se relacionan con el amor, la razón, la elección, la verdad y la realización de uno mismo y de los demás, las emociones pueden convertirse en buenas o malas. Son una capacidad humana básica que abre un camino para comprender a otras personas,